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García-Margallo, con la fuente de Luceros al fondo. ::
«La Comunitat sube más rápido cuando crece España. Pero también cae más deprisa cuando las cosas van mal»

«La Comunitat sube más rápido cuando crece España. Pero también cae más deprisa cuando las cosas van mal»

candidato del PP por la provincia y ministro de Asuntos Exteriores

José Vicente Pérez Pardo

Domingo, 13 de diciembre 2015, 00:32

José Manuel García-Margallo es un profesional. Baja del coche con el móvil en la mano, mientras despacha con un ayudante: Venezuela, el 'San José', ahora el ataque a la Embajada de España en Kabul... los asuntos se acumulan. Sin embargo, saca tiempo para atender a 'La Verdad' para un viaje que empieza en Alicante y termina en Gaza.

- ¿Qué es lo que más le preocupa en estos momentos?

- Que se pueda torcer un rumbo que está bien encaminado después de haber cogido un país prácticamente en ruina y al borde del rescate internacional y después de haber hecho un camino muy difícil en medio de la crisis internacional más dura desde 1929. Me entristecería que todo ese proceso se pudiese interrumpir y todos esos esfuerzos que se han hecho no sirvieran para nada.

- Echando la vista hacia atrás, como preguntó Ronald Reagan en el debate contra Jimmy Carter: ¿Estamos mejor o peor que hace cuatro años?

- Indudablemente mejor. Para hacer balance del PP, que es quien ha tenido la responsabilidad de gobierno, tenemos que saber dónde estábamos y dónde estamos ahora y ver la dificultad del camino que hemos recorrido. Obviamente, no es lo mismo el heredar una empresa al borde de la quiebra que otra boyante, como tampoco lo es sacar esa empresa cuando estás cuesta arriba, como ha sido nuestro caso, que cuando vas cuesta abajo; no es lo mismo jugar al fútbol en un terreno con un césped espléndido que en un campo embarrado. La situación de España cuando llegamos es relativamente fácil de definir: sufríamos el impacto de una crisis que empezó en Lehman Brothers de impacto planetario, porque ha sido la primera crisis global, pero además teníamos tres circunstancias peculiares que no se daban en otros países y que eran responsabilidad directa del Gobierno de entonces: una deuda gigantesca de empresas y familias; una burbuja inmobiliaria que explotó con enorme violencia; y una pérdida de competitividad en nuestro sector productivo. Nuestros costes laborales habían sido muy por encima de nuestros competidores, que se cargan a los precios y te sales del mercado. Como consecuencia de los tres pecados capitales de la Administración de Zapatero, el panorama era extraordinariamente complicado: el PIB y el empleo habían caído como en ningún otro país del mundo; nuestro desequilibrio con el exterior era el segundo mayor del mundo en términos absolutos y el primero en relativos y una caída de las cuentas públicas a plomo y un deterioro de nuestro sistema financiero. Y donde no hay crédito no hay crecimiento y, sin ello, no hay empleo. Eso era verdad en toda España, en la Comunitat Valenciana y en la provincia de Alicante.

- Pero aquí más, donde pasamos de los primeros al furgón de cola.

- La historia nos ha enseñado que la economía de la Comunitat Valenciana sube más rápido cuando crece la economía nacional, pero cae más deprisa cuando las cosas van mal. Es obvio que aquí el endeudamiento de familias y empresas era mayor, que la burbuja inmobiliaria sobre todo en la costa explotó con mucha más virulencia que en cualquier parte del mundo y que habíamos perdido más competitividad que otros. El sector industrial de Alicante había sufrido enormemente en ese periodo, sobre el sector financiero no tengo que extenderme mucho: desaparecieron Bancaja, CAM y Banco de Valencia. Esa es la herencia, lo que nos encontramos cuando fuimos al notario.

- ¿Y qué es lo que hicieron?

- Un programa de consolidación fiscal, de restricciones presupuestarias, de apretarnos el cinturón. Mi presupuesto de Cooperación es el 20%, que tenía mi antecesora socialista, y hemos tenido que hacer algo que ni estaba en nuestro programa ni en nuestra filosofía: subir impuestos cuando pensamos que es más sensato bajar impuestos y dejar más dinero a la iniciativa privada, que es la que crea empleo. En segundo lugar, hubo que hacer una reforma del sector financiero en el que invertimos 60.000 millones y luego hubo que hacer reformas estructurales muy serias: energética, laboral, de educación. Hemos sido el Gobierno más reformista desde el 77.

- ¿Cómo ha sido el camino?

- Muy difícil, hemos tenido que hacer todo eso en medio de una recesión mundial. Pero ahora va todo mejor: crecemos el doble que la UE, la mitad del empleo que se crea en Europa, se crea en España, estamos exportando más que ningún otro país, salvo Alemania, y las cuentas empiezan a estar equilibradas, con el saldo exterior en positivo, al contrario de lo que nos encontramos cuando llegamos al Gobierno.

- Algunos dicen que han tenido suerte y que las condiciones les han sido favorables: con la caída a la mitad del precio del petróleo y la casi paridad euro-dólar.

- Admitiremos todos que eso ha sido así para todos los países de la UE, no solo para nosotros. Unos lo han aprovechado mejor y otros peor. Esto no ha sido que nos ha tocado la lotería, sino que el viento a favor lo hemos sabido aprovechar mejor.

- Pero los demás no podían subir tanto porque tampoco había caído como nosotros.

- Ha habido cuatro países que han tenido que pedir el rescate: Irlanda, Portugal, Grecia y Chipre. Y había economías de la UE que habían crecido muy poco durante la recesión. La música ha sido igual para todos, pero algunos han bailado mejor que otros. Y nosotros hemos bailado bastante bien.

- ¿Y quién ha marcado el compás?

- El presidente, claro. Sin la menor duda y ha sido un baile en muchas pistas. Hemos mejorado nuestra imagen en el mundo y eso se ha traducido en una caída a plomo de la prima de riesgo, no es literatura, se ha traducido en la prima de riesgo; antes pagábamos al 7% por que nos prestaran y ahora sacamos bonos a interés negativo. En la UE hemos hecho las tres cosas que eran las más importantes para nuestras empresas: la unión bancaria, para reducir el tipo de interés; las interconexiones con Francia para reducir los costes energéticos y, en tercer lugar, hemos utilizado fondos europeos para reducir los costes logísticos, muy importante en países periféricos. Tenemos la segunda red de AVE del mundo, unas magníficas carreteras, puertos y 40 aeropuertos, más que Alemania. Y eso tenemos que complementarlo con el Corredor Mediterráneo, que tiene gran significación para nosotros.

- A pesar de que en la economía estamos mejor, ¿políticamente es peor que hace cuatro años?

- El auge del independentismo en Cataluña tiene que ver mucho con la crisis económica. Francesc Cambó ya decía en el 27 que para que triunfara un movimiento secesionista tenía que estar España en dos circunstancias: dificultades internas o en un conflicto externo. Eso ocurrió en 1640, 1714, 1931... Ahora, el problema ha sido la crisis. La Generalitat y Mas comprendieron que si lograban desviar el centro del debate de las políticas de recortes que estaban haciendo a una discusión existencial sobre el independentismo pasarían de increparle a considerarle el Moisés que iba a llevar al pueblo a la tierra prometida, eso es lo que ha pasado. En lugar de coger el toro por los cuernos, ha desviado el debate y ha dicho que la culpa era de España y que en el momento en que nos la quitemos de encima todos serían felices. Es la versión laica de los santos inocentes, ellos no tienen ninguna responsabilidad de lo que ha pasado.

- ¿Les ha faltado didáctica?

- Probablemente, sí. Han sido unos años tan difíciles que estábamos todos sacando agua y no hemos tenido tiempo para dirigirnos a la tripulación y al pasaje para explicarle lo que pasaba, lo que estábamos haciendo y que todo iba a ir bien. Nos ha faltado pedagogía y comunicación.

- ¿La crisis económica se va a llevar por delante el sistema del 78?

- No creo. La Constitución del 78 es un acontecimiento histórico único en España desde 1812. No está hecha unos sobre otros, sino con todos los partidos políticos, por eso se llama la 'Constitución de la concordia'. Establece las cuadernas básicas, en términos náuticos, del sistema. Si hay que reformarla parcialmente, sí se puede reformar, no está tallada en piedra. Hay algunas líneas que no se pueden tocar, como la unidad de España, la soberanía del pueblo español en su conjunto, la igualdad de los españoles; aquí no caben federalismos asimétricos, como ha propuesto el PSOE, y la solidaridad. Ni la forma de Estado, que no hay por qué tocarla.

- ¿Cómo se cambia?

- La propia Constitución establece cuál es el procedimiento, pero no puede haber atajos. Si Mas quiere cambiarla para qué consagrar el derecho de autodeterminación, tiene que pedirlo por el procedimiento que marca la propia Constitución que exige haya un referéndum de todos los españoles; y tan importante como el procedimiento, es el método, hacerlo por consenso, como lo hicimos a la hora de redactar la Constitución del 78. Uno de los grandes responsables de la situación de Cataluña fue el tripartito, que se empeñó en el 'Pacte del Tinell' de modificar el Estatuto, es decir, alterar el bloque constitucional desconociendo la mitad de España, que es el PP. De aquellos polvos vienen estos lodos.

- En esta campaña están entrando estos debates. Cuatro años antes, no le estaría preguntando por esto. ¿Qué ha pasado?

- Se han acelerado los tiempos. Lo que caracteriza la globalización es la velocidad del cambio. En 1992, cuando Clinton sube a la presidencia, casi nadie tenía correo electrónico y hoy... La segunda razón es la crisis económica hace que se cuestione todo, si las viejas fórmulas sirven para los nuevos tiempos. Eso puede llevar a un cambio precipitado que empeore las cosas, no que las mejore.

- ¿No tiramos por elevación?

- Eso es muy humano. Los movimientos revolucionarios, no necesariamente violentos, surgen cuando los tiempos se aceleran. Cuando los escenarios económicos cambian a una gran velocidad siempre hay una tentación de cambiar las estructuras políticas, como decía Marx. En Europa se está produciendo el mismo fenómeno.

- Íbamos a una convergencia europea tranquila y ahora...

- Eso se rompe en Maastricht. Hasta entonces se habían seguido las prescripciones de la ciencia económica. Cuando hay que integrar las economías europeas se apuesta por el mercado común y no por el área de libre comercio. Mercado Común y área de libre comercio se parecen en que los dos suprimen los obstáculos al comercio intracomunitario, pero el mercado común da dos pasos más: establece una tarifa exterior frente a terceros y atribuye competencias a las instituciones comunes. Cuando el proceso avanza, se cambia y transforma en un mercado interior; en paralelo se adoptan las políticas de cohesión social para ayudar a los países que no pueden seguir el ritmo y se ponen los raíles de la unión económica y monetaria para evitar los riesgos. Es en Maastricht cuando se intenta hacer una unión monetaria sin una unión bancaria y sin un gobierno económico. Eso dijo alguien que era intentar criar tigres vegetarianos. Ahora lo que tenemos que hacer es corregir esas deficiencias y crear un auténtico gobierno que equilibre al Banco Central Europeo.

- ¿Podremos hacer eso mientras estamos peleados en España?

- En política europea entiendo que es necesario un gran consenso nacional y he intentando contar con todos los partidos políticos.

- ¿Veremos los Estados Unidos de Europa?

- Absolutamente, y mucho antes de lo que usted piensa. Creo que esta legislatura podremos hablar de los Estados Unidos de Europa, sobre todo si, cosa que yo no quiero, se da la salida del Reino Unido. En ese momento habría que dar el paso hacia los Estados Unidos de Europa para que la salida del Reino Unido no se interprete como un final del proceso, sino todo lo contrario. Los Estados Unidos de Europa, no es literatura, nacerán el día que haya bonos europeos, los eurobonos.

- ¿Simplemente?

- Los EEUU de América nacieron cuando las 13 colonias originales decidieron mutualizar la deuda que habían contraído en la Guerra de la Independencia. Una vez que tienes obligaciones europeas, debes de tener un departamento del Tesoro que sea responsable de esa emisión y de la distribución de los estados miembros de los recursos allegados de esas emisiones, en función de cuál haya sido su comportamiento con respecto al déficit público, deuda pública, reformas estructurales... Eso es un gobierno económico.

- ¿Podremos soportar esa cesión de soberanía?

- Todo el nombre del juego es cesión de soberanía. Ese proceso lo tienes que contemplar en su conjunto en varios niveles de gobierno: UE, Estados, comunidades, diputaciones y ayuntamientos. Este es un sistema complejo que necesita que las piezas se engranen con suavidad. Si hacemos una reforma constitucional es, entre otras cosas, para plasmar en normas el hecho de que ahora hay más administraciones que en 1978, donde no estábamos en la UE ni había comunidades autónomas. Ese es uno de los hechos que habría que contemplar en esa reforma: cuáles son las competencias de la UE, las del Estado, las compartidas con las autonomías... Es un juego mucho más complejo porque hay más actores.

- De puertas hacia fuera, ¿cómo vamos a funcionar como Estado común? ¿Cómo nos defendemos del terrorismo internacional?

- Hemos lanzado un fondo África, del que España ha sido el primer contribuyente, con 1800 millones de euros. Ese fondo ya está funcionando y está destinado a hacer crecer a los países de nuestras fronteras. El 'yihadismo' tiene muchas causas, pero una de ellas es bastante evidente: la pobreza. Allí donde hay pobreza los poderes públicos no son capaces de prestar los servicios básicos y alguien lo hace en su lugar, a cambio pide una sumisión ideológica que a veces termina en la aceptación una disciplina casi militar. En Gaza hay 1,7 millones de personas y el 90% en paro. Eso es un terreno abonado para reclutar jóvenes para las causas extremistas. Si queremos tener seguridad, estabilidad política y evitar conflictos que nos pueden llegar a nosotros hay que invertir, aunque no sea por caridad o solidaridad, aunque sea por interés.

- ¿De esa manera también se frenará la inmigración?

- La diferencia de renta entre España y Marruecos es más alta del mundo más que la diferencia entre Estados Unidos y México. Si no queremos que la inmigración se vuelva un fenómeno incontrolable tienes que invertir y crear puestos de trabajo allí para que no se tengan que jugar la vida y buscar un futuro que no tienen en ese país. Y esa es la política europea de vecindad, donde el norte de África es capital. Ahora el país de tránsito es Libia, en el momento en que esto se alivie, esa presión se extenderá por otras partes y tendremos que seguir haciendo lo que España lo ha hecho muy bien: políticas de cooperación con países de origen y tránsito, fundamentalmente con Marruecos, Mauritania y Senegal y políticas de integración de los que han venido a vivir entre nosotros.

-¿Llevamos el dinero y que ellos lo gestionen?

- La política de cooperación está muy bien estructurada por la UE que insiste en que tiene un papel importante en la selección de proyectos que creen más desarrollo y la vigilancia de la utilización de esos fondos. Es decir, hay primero una labor de priorizar los proyectos con mayor rentabilidad social y, después, mecanismos de control para intentar que los fondos se utilicen de manera correcta.

- ¿Es la manera de revertir la situación y en lugar de importar terroristas exportar democracia?

- Uno de los errores que se cometieron después de la caída del Muro de Berlín es creer que los valores de democracia y economía de mercado se iban a extender por todo el mundo porque no había ninguna ideología ni potencia alternativa. Eso se demostró que no era verdad y la demostración fueron las Torres Gemelas. No creo que ningún país del mundo pueda hacer eso. La democracia no se exporta como el Nescafé soluble, eso requiere unas condiciones de desarrollo económico, de educación, de cultura y creo que hay que ir paso a paso. Lo más importante ahora es garantizar el respeto a la vida y a los derechos humanos básicos, que están en riesgo en todos esos países y, a partir de ahí, seguiremos avanzando hay una democracia representativa en términos occidentales. Pero creer que esto es un kit que se desembala y se monta en poco tiempo es un enorme error.

- Llevar tropas terrestres, entonces es inútil.

- Si usted me está preguntando por Siria e Irak, soy totalmente contrario a la intervención terrestre occidental. Una intervención en tierra de tropas occidentales sería interpretado por los árabes como una continuación de las Cruzadas. Bin Laden hablaba de los judíos y los cruzados. La intervención en tierra la tienen que hacer los sirios y los iraquíes y, si necesitan ayuda, lo tiene que hacer los países de la región que pertenecen a su misma cultura y religión para que esto no se interprete como un 'clash' entre el Islam y Occidente.

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