La sala del cine ya está oscura, pero relucen unos palos de luz y hay gente disfrazada. En la pantalla, un lema: «Hace mucho tiempo en una galaxia lejana, muy lejana...», la profundidad del espacio exterior, las magníficas fanfarrias de John Williams y unas grandes letras amarillas anuncian el 'Episodio VII: El despertar de la Fuerza'. Todas las religiones tienen sus liturgias y para los aficionados a 'La Guerra de las Galaxias' este inicio es uno de los más sagrados. Solo se puede entender si uno es creyente, tal fácil y tan complicado como eso: creer, con el atenuante de que aquí sí que hay algo visible. Pero es entrar, o no, en el mito, no hay término medio.
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Quien esté dentro ya no podrá salir, ni siquiera cuando te hayan decepcionado alguna vez, como hizo el líder supremo Lucas con las precuelas 'clon', concebidas más desde la calculadora que desde la cabeza. Esto le ha pasado a J. J. Abrams a la hora de retomar la historia donde la dejaron en 1983 tras 'El retorno del Jedi'.
Se nota la mano que ha tenido para crear 'El despertar de la Fuerza', una vuelta a las esencias de la franquicia galáctica de 'western' transmutado en 'space opera' con toques japoneses. Ambientada treinta años después que el sexto episodio, justo los mismos que han transcurrido en tiempo real, retoma los paisajes áridos de Tatooine (ahora llamado Jaaku), las tabernas de Mos Eysley en el local de Maz Katana o la estación espacial (aquí llamada 'Starkiller', como el apellido original de Luke que se cambió al ser demasiado agresivo, uno de los muchos guiños de la trilogía original que se han metido y que es otro juego ir descubriendo). Están los cruceros estelares, las tropas de asalto y los 'X Wings' en batallas muy espectaculares porque eso es de lo que se trata, de una película de aventuras, no hay que olvidarlo, con unos toques de humor que no hay que descuidar para no tomarlo todo muy en serio. Las películas 'bigger than life' son otra cosa. Muy cuidado todos los aspectos técnicos, sin avasallar los efectos especiales, uno de los defectos de la trilogía 'clon'.
Todo sabe a añejo, que no antiguo, a terreno revisitado donde uno ha sido feliz en la niñez.
Los personajes evolucionan, claro. Los protagonistas son otros dos jóvenes, ahora Rey y Finn, involucrados en la contienda galáctica en la que hay otro señor de negro, Kylo Ren, y un robot ininteligible pero tierno, aquí BB8. Lugares comunes que los fanáticos entienden y aceptan y que quizás los hijos de éstos entiendan como suyos propios.
Sin embargo, en 'El apartamento' a Shirley McLaine no le sabía igual el pescado cuando iba con Jack Lemmon que antes con Fresd McMurray. Me ocurre igual con algunos detalles que Abrams quiere incluir como marca personal en la franquicia. Este pescado era más sabroso antes, será la salsa.
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Creo que, como yo, a todos los maduros con este 'Despertar de la Fuerza' hasta que no entra en escena Harrison Ford como Han Solo, lo que un crítico muy acertadamente definía como «el auténtico 'Boyhood'». Sus canas son las nuestras, pero, por fortuna, no ha perdido la socarronería.
Siempre se ha dicho que las dos apariciones más fulgurantes de la historia del cine eran las de Omar Shariff en 'Lawrence de Arabia' y la de Ursula Andress en 'Doctor No'. Ahora habría que añadirle esta tercera: «Chewie, estamos en casa», le dice al wookie cuando entran en el 'Halcón Milenario'. Aplauso cerrado en la sala. No solo él, a muchos espectadores les ocurrirá lo mismo. Volvemos a estar en casa, aunque el tocadiscos se haya transformado en una 'tablet' y los posters de chinchetas de la habitación ahora sean cuadros pop en el salón de estar.
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Porque, nos guste aceptarlo o no, ya no somos los mismos. El segundo aplauso del público viene cuando aparece en pantalla la general Leia Organa. Las escenas de Carrie Fisher y Harrison Ford pueden ser, en el terreno dramático, lo mejor de la película.
Tampoco me hagan mucho caso, que no voy disfrazado al cine por vergüenza pero creo que hay una Fuerza que todo lo envuelve. Así, todo es más fácil de aceptar. De lo contrario, puede ser que se le venga un poco arriba la película. Es normal, ésta no es su casa. Mejor váyase a un hotel.
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