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Luis Candela
Sábado, 2 de enero 2016, 00:32
Un acusado de 31 años de edad, de nacionalidad eslovaca, se sentará próximamente en el banquillo de la Audiencia Provincial por presuntamente colarse en casa de una médica de Alicante para desvalijar el inmueble y agredir sexualmente a su moradora. Por estos hechos, que se remontan a agosto de 2013, el reo se enfrenta a una petición de pena de 24 años y medio de prisión por los delitos de robo con fuerza en casa habitada, robo con violencia e intimidación y uso de arma, detención ilegal y por un delito de allanamiento de morada en concurso medial con un delito de agresión sexual.
f
ue el año en que se produjeron los hechos. Ese agosto, el detenido reformó el baño de casa de la víctima, en Cabo de las Huertas, y regresó en varias ocasiones para desvalijarla, hasta que un día se encontraba la moradora.
Maniatada
El reo está acusado de inmovilizar a la mujer de 35 años para desvalijarla. Sin embargo, el fiscal asegura que llegado el momento decidió someterla a sus apetitos sexuales mientras la tuvo a su merced. Además, la obligó a ducharse para eliminar el ADN.
«¡Papá, me mata!»
Los padres de la joven sospecharon que su hija no atendiera al teléfono durante horas. Por ello, decidieron acudir al piso y se toparon con el asaltante, armado con un cuchillo. El padre saltó a por él al escuchar gritar a la chica.
Entre el 26 y el 28 de junio de 2013, el procesado pasó largas horas en casa de la víctima, de 35 años de edad, llevando a cabo unas reformas en el piso de Cabo de las Huertas como empleado de una subcontrata de una conocida firma especializada en el bricolaje y la venta de equipamiento de casa y jardín. Según sostiene el Ministerio Público, esos días le sirvieron al detenido para conocer el domicilio y el bloque de viviendas de la costa de la capital alicantina. También le permitió controlar a la moradora, quien vivía sola y trabajaba en diversos turnos horarios a causa de su trabajo.
No obstante, en un primer momento, el acusado solo acudía a la casa para robar en ella, algo que hizo, a ojos de la Fiscalía, entre los días 11 y 14 de agosto de ese año. Según las pesquisas policiales, el hombre originario de Eslovaquia accedía al bloque y luego trepaba por las tuberías de la fachada para colarse en el domicilio de la víctima, de quien había sido vecino de un edificio cercano.
Así fue como pudo hacerse con un botín de 900 euros en metálico y objetos de valor, tales como una tablet y todo tipo de joyas, que supuestamente vendió en un establecimiento de compraventa de oro del centro de Alicante, tal y como averiguaron los agentes de Policía Nacional que instruyeron el caso.
Lo peor estaba por llegar. El 16 de agosto, Michal S. volvió a la casa, pero esta vez no se encontraba vacía. En vista de que la dueña se encontraba dentro, optó por coger un cuchillo de la cocina de 25 centímetros y abalanzarse sobre ella, como relata el Ministerio Público en su escrito de acusaciones. Supuestamente, el reo maniató a la médica y la obligó a facilitarle sus tarjetas de crédito y las claves, así como el móvil y la contraseña para desbloquearlo.
No satisfecho con los robos, el hombre supuestamente violó a la mujer, quien presa del pánico sufrió una crisis de ansiedad, como prosigue la acusación pública por la agresión a la que se vio sometida y por pensar que el agresor iba a acabar con si vida. Y las horas pasaron mientras permanecía retenida contra su voluntad, incluso cuando el acusado bajó un momento a una panadería.
A su vuelta, Michal obligó a su víctima a ducharse para borrar todo rastro de la violación. Sin embargo, la mujer pudo engañar a su agresor para que los investigadores hallaran restos de ADN del arrestado dos semanas después del asalto.
Los padres de la joven empezaron a sospechar que algo no iba bien al no coger su hija el teléfono. Por ello, los progenitores acudieron a la casa. Cuando la chica oyó la llave supo que debía ser su familia y les alertó al grito de «¡papá, me mata!», como recoge el escrito del fiscal. A partir de ese momento, el supuesto delincuente trató de huir del lugar, pero el padre de la víctima no dudó en abalanzarse sobre él, por lo que sufrió leves cortes en el transcurso de un forcejeo por arrebatarle el cuchillo. Pese a ello, Michal escapó.
El fiscal le pide al sospechoso una indemnización de 50.600 euros por las graves lesiones y secuelas psíquicas que el episodio dejó en la mujer, quien padece trastorno por estrés postraumático crónico, miedo a relacionarse con desconocidos, pensamientos de muerte, pesadillas y otros síntomas de carácter depresivo.
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