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MOISÉS RODRÍGUEZ
Lunes, 4 de enero 2016, 00:33
David Ferrer es tenista por vocación. Desde que a los siete años cogió una raqueta, prácticamente no se ha despegado de ella. «Soy una persona normal que tiene la suerte de ganarse bien la vida haciendo lo que me gusta. Me siento un afortunado», ha afirmado en más de una ocasión el de Xàbia, tímido y celoso de su vida privada. Mucho se ha hablado de que está en la recta final de su trayectoria deportiva, pero él no quiere ponerse fecha de caducidad: «Ahora estoy séptimo del mundo. Mientras permanezca entre los mejores y siga divirtiéndome como lo hago ahora, seguiré jugando», asegura.
Camino de los 34.
Los cumplirá el 2 de abril. Natural de Xàbia, está recién casado con Marta Tornel la boda de ambos fue una ceremonia íntima celebrada en el Veles e Vents una semana antes de iniciar la pretemporada.
París-Bercy
. El de 2012 es su único Masters 1.000 logrado hasta la fecha. Acumula diez títulos de Open500 y quince de 250.
es su mejor puesto en el ránking Mundial. Actualmente es el séptimo, con 4.305 puntos y el segundo español detrás de Nadal, que es quinto. A los Juegos van cuatro tenistas españoles.
Tres Copas Davis.
Pertenece a una generación irrepetible que ha dado de momento tres Ensaladeras a España 2008, 2009 y 2011. Tras Nadal y Orantes es el tercer español con más títulos.
A sus cerca de 34 años, mantiene la misma ilusión por mejorar. Así lo atestigua Paco Fogués, su entrenador: «Me sorprende cómo afronta cada jornada de trabajo. Siempre quiere progresar y mantiene la motivación de un chaval que acaba de comenzar». David Ferrer ha vivido una pretemporada especial. Contrajo matrimonio en Valencia en diciembre y apenas tuvo una semana de luna de miel. Después le tocó empezar a trabajar entre el Sporting y su Xàbia natal. Estos días ya ha disputado el torneo de exhibición de Abu Dabi, donde ha quedado tercero, y el primer grand slam, el Open de Australia (18 a 31 de enero), está a la vuelta de la esquina.
Con un cargadísimo calendario ATP y las presiones para disputar la Copa Davis, el año olímpico es aún más trepidante para los tenistas con un puesto alto en el ranking. «Los torneos están más ajustados. Por ejemplo, la Davis es la semana siguiente a los Juegos. Quieras o no el calendario es más exigente, pero bueno, esto es cada cuatro años y lo asumes fácilmente», asegura Ferrer, quien no esconde que estar en Río es uno de sus objetivos en 2016.
De hecho, la medalla olímpica es uno de sus sueños de niño. Concretamente, desde los diez años. Aquel verano de 1992, como muchos españoles, el pequeño David Ferrer vibró con la gesta de Jordi Arrese. El catalán ganó seis torneos individuales y cuarto de dobles y alcanzó un puesto 23 como mejor ránking a lo largo de su carrera. Pero en aquellos Juegos se convirtió en leyenda al alcanzar la final y perderla en un maratoniano partido de más de cinco horas contra Marc Rosset por 7-6 (7-2), 6-4, 3-6, 4-6, 8-6. «Tengo muy buen recuerdo de aquello. De hecho es uno de los momentos que ahora me inspiran para volver a disputar otros Juegos», asegura Ferrer.
El valenciano ha estado en los de 2008 y en los de 2012. Pekín supuso una decepción para él, ya que llegaba como una de las opciones de medalla y perdió en primera ronda contra Tipsarevic. Londres tenía para los españoles el hándicap de disputarse en hierba, superficie donde sólo Feliciano López se maneja como pez en el agua. Ferrer alcanzó los octavos en el campeonato individual, donde perdió en tres sets contra Nishikori. En dobles, formando junto al toledano, acarició la medalla.
«En Londres, Feliciano y yo estuvimos a punto de lograrlo. Nos fuimos cabizbajos», admite el valenciano. No es para menos. Cayeron en semifinales contra Tsonga y Llodra por 6-3, 4-6 y 18-16. y casi tres horas y media de partido. A los dos españoles aún les martillean en lo más hondo las tres match ball perdidas con el saque de Llodra. Al día siguiente, lastrados por la dura batalla de la jornada anterior, cedieron el bronce ante otros franceses, Benneteau y Gasquet.
«Cuando vas a los Juegos Olímpicos, aparte del gran ambiente que hay y de la experiencia, tengo la gran ilusión de conseguir una medalla», comenta Ferrer, quien siente que puede estar ante su última oportunidad: «Los Juegos siempre dan un extra de motivación e igual van a ser mis últimos. Estuve en 2008 y 2012, y ojalá pueda estar en Río».
Al menos para el campeonato individual parece complicado que no vaya a estar. Irán los cuatro españoles con mejor ránking en la semana posterior a Roland Garros. «Habrá que luchar, con ser el cuarto ya me va bien», comenta Ferrer con una sonrisa. Lo del dobles será más complejo, y más cuando en el tenis español ya se van realizando movimientos para ensamblar parejas potentes: Nadal va a jugar en 2016 con Verdasco, y Feliciano, la pareja de Ferrer en Londres, lo hará con su amigo Marc López.
Todo eso se verá. La trepidante recta final hacia Río ya ha comenzado. «Con el paso de los años he elegido cada torneo, me decantaré por los que me vengan bien. Los Juegos son un objetivo, y por supuesto los Masters 1.000 y los grand slam. A partir de ahí, lo que el cuerpo aguante», comenta Ferrer que, en su eterno reto de mejorar, este año ha cambiado de marca de raqueta.
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