B. R.
Miércoles, 6 de enero 2016, 00:38
Pese a que probablemente fue el simio más grande de la historia, apenas se conocen retazos de cómo era el Gigantopithecus. El escaso registro fósil disponible, de entre 100.000 y un millón de años de antigüedad, apunta a que medía hasta tres metros y pesaba alrededor de 500 kilos, y poco más. Ahora, un grupo de investigadores alemanes ha llevado el estudio de las pruebas un paso más allá y cree haber descubierto tanto su alimentación como el motivo de su extinción: su hábitat cambió demasiado rápido y no pudo adaptarse.
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«Por desgracia, existen pocos restos fósiles de Gigantopithecus, apenas un par de dientes grandes y algunos huesos de la mandíbula inferior», explicó Hervé Bocherens, investigador del Centro de Paleoentorno y Evolución Humana de la Universidad de Tubinga (Alemania) y coautor del trabajo. «Pero al fin podemos arrojar algo más de luz sobre la oscura historia de este primate». Su equipo analizó el esmalte de las dentaduras disponibles para tratar de deducir la alimentación del simio gigante y, de paso, posibles factores de extinción. «Nuestros resultados apuntan a que el Gigantopithecus solo vivía en los bosques y que obtenía toda su comida ahí mismo», indicó Bocherens.
Esta fuerte especialización y dependencia de su hábitat, creen los investigadores, fue la perdición del simio gigante. «Para entender la historia evolutiva de los primates es fundamental fijarse en su dieta», recalcó el científico. «Por eso nuestro trabajo también nos ayuda a comprender los motivos de su extinción». Su gran tamaño, sospechan, exigía una ingente ingesta de comida cada día que solo podían proporcionarle unos bosques bien frondosos. Pero su entorno cambió, perdió la frondosidad y se transformó en una sabana durante el periodo en el que se extinguió. Los humanos modernos, apenas recién llegados, no tuvieron nada que ver.
«Otros primates relacionados con el Gigantopithecus, como el orangután moderno, fueron capaces de sobrevivir pese a estar especializados en un hábitat concreto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los orangutanes tienen un metabolismo lento y son capaces de sobrevivir con poco alimento», aseguró Bocherens. «Pero, por su tamaño, el Gigantopithecus necesitaba mucha comida. Durante el Pleistoceno, cada vez más zonas boscosas se transformaron en sabanas, lo que probablemente hizo que no hubiese suficiente comida para estos individuos».
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