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Los niños entran en el nuevo colegio Manjón Cervantes, mientras se forman en filas para entrar a cada clase, ayer.
Los niños vuelven al colegio Manjón Cervantes tras siete años de 'exilio'

Los niños vuelven al colegio Manjón Cervantes tras siete años de 'exilio'

Los 250 alumnos se reintegran a las aulas de su antiguo centro sin que hubiera más pegas que algunos despistes y la falta de internet

José Vicente Pérez Pardo

Martes, 12 de enero 2016, 00:45

El patio del colegio público Manjón Cervantes vuelve a bullir de actividad, por sus pasillos corretean los niños y en las aulas las pizarras vuelven a estar llenas de tiza. Todo ello siete años después de que un informe técnico aconsejase desalojar el centro por unos problemas estructurales en la cimentación y obligara a los 250 escolares a pasar parte de su educación en barrancones. Volvieron a pisar ayer las clases de un centro remozado en los últimos seis meses porque otro informe descartó la demolición y apostó por la reforma.

No fue un día sencillo. A pesar de que los trabajos estaban totalmente terminados (la obra civil concluyó en noviembre realmente y en el mes de diciembre se ha instalado el mobiliario y últimos arreglos), faltaban lo más importante: los niños. Los profesores coordinaban a los pequeños de Infantil para que nadie se despistase y fuera a su clase a la hora correcta, mientras que los de Sexto de Primaria investigaban por los pasillos. Hay que tener en cuenta que algunos de los pequeños, pese a estar matriculados, nunca habían ido allí y empezaron su educación en barracones.

Todos, pequeños y mayores, tenían que hacerse a las nuevas instalaciones, puesto que algunos de los docentes tampoco las conocían. «Lo importante es que el centro tenía que abrir sus puertas», explica la concejal de Educación, María José Espuch, porque las administraciones se habían comprometido a tenerlo lista a la vuelta de las vacaciones de Navidad.

El plazo se ha cumplido tranquilamente, a pesar de que no han faltado nervios y alguna pega, como que no funcionara internet el primer día. «Es cuestión de Conselleria, que debe arreglarlo en pocas fechas», explica Espuch como casi la única incidencia que se ha producido la primera jornada lectiva siete años después. Todo estaba en su sitio: pizarras, mesas, sillas y hasta proyectores en las aulas, el equipamiento completo.

La Concejalía de Educación ha estado siempre en contacto con la dirección del centro por si hubiera hecho falta cualquier cosa el primer día.

Las autoridades no quisieron realizar la visita protocolaria por cuestiones de organización interna del centro (ya estuvieron el viernes pasado, tras recepcionar el Ayuntamiento las obras), aunque se han interesado por la entrada de los alumnos. Previsiblemente, lo harán durante esta semana, cuando los docentes y los alumnos «estén más tranquilos y los profesores, también».

Y es que han sido muchas vicisitudes desde que en 2009 se diera la alerta tras la aparición de unas grietas y su declaración en ruina técnica. Se decidió demolerlo, pero pasaron años sin que la Generalitat dispusiese los fondos para hacerlo. En 2011, el gobierno autonómico cambiaba de estrategia y encargaba un nuevo informe externo que descartaba la ruina y consideraba que el centro se podía reformar sin necesidad de demolerlo.

Las obras de rehabilitación han costado ascienden a un millón de euros, e incluye el arreglo de las grietas y de las humedades. Además, se han sustituido las carpinterías exteriores y se ha renovado el alumbrado. Han durado seis meses hasta que ayer volvieron los niños.

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