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BURGUERA
Miércoles, 13 de enero 2016, 01:00
El factor humano es imprevisible, y los miembros de Podemos en la Comunitat están aprendiendo a marchas forzadas que una cosa son las ideas que defienden y otras las personas que las defienden, o que las defendían. Es el caso de Covadonga Peremarch, la primera diputada autonómica elegida en España a través de las listas de Podemos que seguirá sentada en el escaño negándose a obedecer las directrices del partido en el que, por ahora, milita. La parlamentaria alicantina (25 años, la más joven de la Cámara), se decantó ayer por emprender un camino, el de atrincherarse en Les Corts al margen de la candidatura en la que concurrió a las elecciones, que tiene como precedente a Rafael Blasco, hasta ahora, el último diputado no adscrito. El grupo parlamentario Podemos expulsó ayer a Peremarch de su formación. Ella se negó a renunciar al escaño.
Para la dirección en la Comunitat del partido morado se trata de una sorpresa, a la par que una gran decepción. Sin embargo, veteranos diputados del resto de partidos dejaban asomar media sonrisa al conocer la noticia, tras la cual coincidían en comentar sobre Podemos: «Son como todos, hay buenos y malos, valientes y cobardes... el problema es que no lo saben... o no lo querían saber. Ahora ya lo saben». Sólo seis meses después de comenzar la legislatura, Podemos sufre en sus propias carnes lo que es estar sometidos a los avatares de la política, de la casta, de los viejos usos.
Peremarch acudió ayer a Les Corts después de eludir la cita del lunes con sus compañeros de grupo alegando problemas de salud a causa de la presión por su situación política. Sin embargo, la diputada no dio la impresión de sufrir ansiedad alguna por la coyuntura. Tranquila, se reunió con el resto de diputados podemistas, aseguró que se sentía injustamente tratada por el partido tras ser inhabilitada el viernes por manipular las primarias de Podemos en Alicante y se negó en redondo a dimitir. Que no. A la misma hora, remitió a la prensa un comunicado anunciando su negativa y asumiendo que Podemos la sancionase con un año de suspensión de militancia. A las 12.30 horas abandonó Les Corts sin hacer declaraciones y remitiéndose a la versión que había ofrecido por escrito.
«Quiero subrayar en primer lugar la defensa de mi inocencia. La resolución de la Comisión Democrática de Garantías falla en tiempo y forma. Llega con un mes de retraso, incumpliendo sus propios estatutos. Carece de base jurídica y de hechos verificables», señala Peremarch en su comunicado, donde asegura, en referencia a Podemos, que «como persona que creyó y cree desde el principio en esta ilusión, que ha trabajado desde el nacimiento del proyecto, hoy realidad política, acato la decisión de los órganos superiores». Es decir, que acepta que la echen, pero no se va, como uno de los buscavidas que aparecían en la película 'La vida alegre', comedia dirigida por el español Fernando Colomo.
Antonio Montiel, el síndic de Podemos, compareció con una copia del 'Código Ético de Podemos' entre las manos a las 13.30 horas, junto al resto de los diputados del grupo. Montiel admitió que debía informar «sobre algo de lo que hubiésemos deseado no hablar nunca», pidió perdón a sus votantes, consideró que Peremarch «no está a la altura», calificó los argumentos de la diputada como «poco sólidos», afirmó que la ciudadanía no debía percibir la situación como un episodio de 'vieja política' («ni mucho menos. Hemos actuado de manera inmediata, por unanimidad»), calificó el atrincheramiento de la diputada de «error» y anunció la apertura de un expediente de expulsión, no sólo del grupo parlamentario, también del partido. Su 'desconexión' con Peremarch fue total: «A partir de ahora, si entrega el acta, o no, para nosotros ya es irrelevante».
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