«Haría un papel dramático pero no sé si el público lo aceptaría»

El original estilo de Josema Yuste, desgarbado y elegante a la vez, intelectual y absurdo a la par, forma parte del recuerdo y presente del común de los españoles. A veces en televisión o cine, no deja de lado las tablas del teatro con la producción de sus propias comedias. Acompañado por conocidos actores, el éxito le precede de la misma manera que las risas, su particular objetivo.

- Protagoniza en el Teatro Principal de Alicante la obra 'Taxi'. ¿Cómo se la explica al espectador que pretenda verla?

- Es una comedia de enredo, al estilo de los vodeviles que se hacían en España en los años 70 u 80. Hay puertas que se abren y se cierran en una historia que se complica cada vez más. Cuenta cómo un taxista, aparentemente feliz y normal, tiene dos mujeres con las que vive en dos barrios diferentes. Es una comedia para no parar de reír, sin dobles sentidos, mensajes o trasfondos. Es muy divertida.

- Le hemos visto durante mucho tiempo en 'La cena de los idiotas', también una comedia. ¿Qué hay de parecido o distinto entre ambas obras?

- Son radicalmente distintas pese a ser comedias ambas. Esta no encierra nada más de mucha risa. Es más blanca, más para reír, para disfrutar lo que pasa. La anterior, aunque comedia, tenía algún mensaje en el texto, personajes muy distintos y era más irónica y crítica.

- Se rodea de actores como Felisuco o Alfredo Cernuda. ¿Qué puede decir de sus actuaciones?

- Son dos 'cracks'. A Alfredo lo conocí hace años cuando hacía el programa 'Noche de fiesta'. Tenía pensado trabajar con él y fue al poco de comenzar esta obra, que empezó con Pedro Reyes en su papel pero desgraciadamente falleció, cuando le propuse el papel. Tiene unas cualidades excepcionales para la comedia. Con Felisuco llevo siete u ocho años trabajando y es genial su vis cómica, porque tiene presencia en el escenario y al tiempo desprende ternura.

- ¿Su personaje es el del peculiar taxista?

- Sí, en mis papeles siempre sufro. Suelo hacer de esos vividores sufridores, de esos a los que las mueres les quieren y les quieren matar. Los hago con gusto y en esta obra, además, hemos hecho una versión con un final muy inesperado. Acaba con un sorpresón que no puedo desvelar.

- ¿La escena no será únicamente un taxi?

- No. Sucede en las casas de las dos mujeres del taxista, en Madrid. Tenemos un sofá en el centro, separado por una cortina, pero que es parte de las dos casas. Se separan escenarios pero el espectador puede ver ambos. Es un montaje original que funciona muy bien.

- ¿El público responde a la obra, aunque sin mensaje social, porque se ve reflejado?

- Aunque no es un mensaje trascendente, diría que algo hay encerrado, un canto al amor en un texto divertidísimo. Hay risa, mucha, pero el público ve enredos de amor y se siente identificada. Pero, sobre todo, se ríen muchísimo, que es lo que pretendemos.

- Muchas producciones teatrales y apariciones habituales en distintos formatos televisivos. ¿Siempre tiene algo en la agenda?

- Pese a la situación actual, no me ha faltado trabajo prácticamente nunca. Pero digo con orgullo que lo tengo porque he trabajado, he sido tenaz, constante, me he creado yo el trabajo y no me han regalado ni un duro. Por las noches duermo muy tranquilo porque me lo he trabajado y porque, sobre todo, el público me quiere. Lo digo con orgullo, porque si no, no estaría donde estoy ahora mismo.

- Casi siempre hace comedia. ¿Es algo que se lleva irremediablemente dentro?

- Sí, es así. Hay cosas que no se pueden enseñar ni aprender. Se puede aprender a ser abogado, juez, médico, empresario, pero no a ser cómico. Se puede mejorar si se tiene dentro, pero no enseñar. Por suerte, lo mío es la comedia.

- ¿Le gustaría un papel dramático, serio, radicalmente opuesto a lo que hace?

- No sé si el público me aceptaría en un papel así. Lo haría si me lo propusieran y me resultara interesante, pero ante un riesgo así no sería mi propio productor.

- Hace pocas semanas se reunió en un programa de televisión con Millán Salcedo e hicieron algún 'sketch' clásico de Martes y Trece. ¿A qué le supo la escena?

- Fue emocionante. Que 'El Hormiguero' que ve tanta gente te pida aquella sevillana es porque sigue gustando. Que después de veinte años se quiera volver a ver aquello resulta muy reconfortante, es recordar que gustó mucho y sigue siendo recordado.

- Produce usted mismo muchas de las obras que interpreta. Desde esta perspectiva, ¿es difícil el oficio en la situación actual?

- Llevo años intentando montar una obra con diez personajes, pero es imposible. Para una compañía privada, como lleves más de tres actores ya no te salen las cuentas. Es casi una cuestión de supervivencia lo que estamos viviendo en el teatro. Tengo una visión negativa de la situación, que no pesimista. El 21% de IVA es una barbaridad y una aberración. Lo hemos dicho por activa y pasiva pero no hacen caso, aunque sabemos que es insostenible.