J. L. MORALES
Lunes, 1 de febrero 2016, 01:28
Las consecuencias del resultado de las elecciones municipales y autonómicas de mayo, donde el PPCV fue desalojado de las principales instituciones de gobierno en la Comunitat, con la excepción de las diputaciones de Alicante y Castellón, están todavía pendientes. Buena parte de los dirigentes del PPCV consultados estos días tras la intervención de los agentes de la Guardia Civil en la 'operación Taula', donde se ha detenido a empresarios y a dirigentes populares de la provincia de Valencia, entienden que el partido necesita una refundación profunda para desprenderse de un espléndido pasado electoral que arrastra tras de sí una terrible herencia de corrupción.
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Lo sucedido estos días, explican los dirigentes consultados, es consecuencia de no haberse realizado el cambio en profundidad que necesitaba el PPCV en aquel momento. La dirección nacional no lo permitió por las elecciones generales del mes de diciembre y por su inercia a no provocar grandes cambios en una organización que, desde su creación en la Transición de la mano de Fraga Iribarne, tiene un marcado carácter centralista.
Más allá de los cambios aparentes que en Valencia se pudieran producir, en opinión de un importante dirigente regional, «todo depende de si gobernamos o no en Madrid y de quién mande en el partido». Solo la actual situación de incertidumbre en el Gobierno central dificulta más la situación. La posibilidad de otras elecciones hace que las decisiones respecto a la estructura del PPCV se adopten con mucha precaución para no romper el partido, que se encuentra desde hace varios años una situación dedicada.
En este contexto, la gestora encubierta de dirección regional, presidida por Isabel Bonig, tiene garantizada su continuidad a corto y medio plazo, puesto que mientras la situación política española no esté resuelta. No parece que se produzcan en fechas próximas grandes cambios, más allá de la gestora local de Valencia y la expulsión de los cargos directivos de las personas vinculadas a la operación de la Guardia Civil.
Distintos dirigentes del PPCV criticaban esta semana la «falta de valentía para afrontar cambios en su momento», tras la pérdida de la Generalitat y de la mayoría de ayuntamientos. Algunos dirigentes populares ya se habían mostrado hace meses partidarios de la necesidad de «abrir el partido a la sociedad y realizar cambios profundos en las estructuras del partido», así como un relevo generacional en el mismo, conscientes que la situación en que se encontraba la organización solo producía desencanto en la militancia tras el varapalo electoral y distanciamiento entre las bases y la dirección.
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Desde entonces, poco o nada ha cambiado. El partido está dividido en múltiples familias según de las direcciones provinciales y la de Valencia en concreto, investigada por la Fiscalía y donde el cambio de gobierno era evidente, exigía una remodelación en profundidad apartando a personas vinculadas a Alfonso Rus.
Sin embargo, la dirección nacional optó por una renovación parcial en torno a la entonces coordinadora general, Isabel Bonig, acompañada de personas de personas de confianza de las direcciones provinciales de Alicante y Castellón.
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Bonig tiene un perfil medio, que dejaba contentos a todas las familias existentes en el ámbito popular. La ejecutiva está integrada por representantes de las direcciones provinciales, donde Alicante haciendo valer el mantenimiento de la Diputación y una mayor unidad organizativa. El presidente, José Císcar, logró imponer a buena parte de la nueva dirección con Eva Ortíz y José Juan Zaplana a la cabeza. Los alicantinos se han convertido en los dos puntales de la estructura, junto a la valenciana, exalcaldesa de Alzira, Elena Bastidas.
En estas circunstancias, la renovación no parece que se produzca en un corto plazo de tiempo. Génova no permitirá tomar decisiones en la dirección regional hasta que no esté cerrada la situación estatal, así como el panorama judicial de los populares valencianos. Hasta ese momento, las distintas figuras emergentes en el ámbito popular irán tomando posición en vista de un congreso que muchos dirigentes piden como fundacional de una nueva organización. De ahí, se debe salir con una nueva dirección, que no tiene por qué ser la que ahora mismo está.
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No hay fecha por el momento para este congreso. Por eso, continuará Isabel Bonig, cuyo discurso conservador populista atrae a buena parte de las bases, si bien desde Madrid tienen alguna sobre su candidatura.
Por eso, en el seno del partido ya se marcan alternativas en el nuevo PPCV. De la actual dirección hay que destaca a la oriolana Eva Ortíz, que continúa su carrera ascendente de la mano del presidente provincial, José Císcar, otra de las opciones para liderar el partido a nivel regional. El alicantino lleva algunos años buscándose apoyos en la dirección nacional. A su favor juega que Císcar ya ha iniciado la renovación de la organización provincial tanto en discurso como en personas. Ha eliminado todos los referentes del pasado, lo que le ha generado una reacción poco favorable de los históricos del PPCV, que maniobran en su contra.
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Otras opciones con opciones en caso de renovación sería la exconsellera María José Catalá, a quién muchos ya situaron como líder regional tras el cese de Alberto Fabra. No hay que obviar al presidente de la Diputación Provincial de Alicante, César Sánchez, podría ser la gran esperanza electoral en función de su gestión provincial y sus relaciones con Ciudadanos.
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