Piden 9 años de prisión a un acusado de violar a su expareja tras poner sedante en su copa

Andrea, nombre ficticio para preservar su identidad, despertó por la mañana en la cama junto a su expareja con mareos, visión borrosa, un fuerte dolor de cabeza y dolores musculares. La noche de antes, en mayo de 2013, recordaba que la había pasado con él, pero solo para cenar en Alicante y tomar una copa después, ya que la relación se terminó casi diez años antes. De lo que no se acordaba era de lo ocurrido después de ese encuentro y cómo había terminado en su casa al lado del hombre. Le habían echado un potente medicamento con efectos sedantes para aturdirla y poder agredirla sexualmente, como sostiene el Ministerio Público.

El único acusado de lo sucedido es el antiguo compañero sentimental de la víctima, quien tras despertar la mujer la única explicación que le dio fue que «ha pasado lo que tenía que pasar».

Por estos hechos, la acusación pública pide para el procesado una pena de nueve años entre rejas y la imposibilidad de acercarse a menos de 500 metros de la agredida durante diez años. Pese al distanciamiento de la pareja, a partir de octubre de 2012 retomaron el contacto como amigos.

De ahí que la noche del 23 de mayo de 2013 los dos quedaran para un encuentro, no como pareja, a instancias del acusado. Acudieron a un restaurante de la capital alicantina y después decidieron tomar una copa por la zona del casco histórico de Alicante. Según la Fiscalía, en un momento dado, el hombre aprovechó para suministrar a la mujer una buena dosis de benzodiacepina, un medicamento psicotrópico que actúa sobre el sistema nervioso. Sus efectos son, entre otros, sedantes, hipnóticos y ansiolíticos. Además, provoca los síntomas que la perjudicada sufrió después, como el dolor de cabeza o visión borrosa.

Precisamente, tras su estancia en la zona de ocio la víctima no recuerda nada de lo sucedido hasta que se vio desnuda en la cama de su domicilio, en San Fulgencio, al día siguiente cuando despertó en torno a las ocho y media de la mañana. Su memoria alcanza hasta alrededor de la una y media de la madrugada, cuando fue al baño de uno de los locales nocturnos. Como si el tiempo transcurrido entre la 1.30 horas a las 8.30 horas se hubiera desvanecido.

Por ello, y ante las graves sospechas que albergaba, solicitó un análisis de sangre y orina en el que se detectó la presencia del medicamento que puede llegar a provocar un estado de semiinconsciencia y amnesia. Solo así se pudo explicar haber mantenido relaciones sexuales sin su consentimiento y los moratones que tenía en los brazos y en los muslos.

Los primeros signos corresponden a que el presunto agresor la tuvo que coger con fuerza por los brazos para poder trasladarla después del desvanecimiento de la mujer a causa de la sustancia supuestamente suministrada, como sostiene la acusación pública después de los informes forenses aportados a la causa. Las señales de las piernas, por su parte, evidencian la presión que hubo de ejercer el hombre para perpetrar la presunta violación.

Pocos días después, el 14 de junio, se autorizó a la Policía a registrar la casa del sospechoso, en la urbanización La Marina de San Fulgencio. Los funcionarios policiales hallaron un blíster de Norbitol, cuyo principio activo es la benzodiacepina. Al envase le faltaban dos comprimidos. Esta sustancia mezclada con el alcohol incrementa su potencia sedante de forma exponencial.

Además de la pena de cárcel, el Ministerio Público reclama que se le imponga al acusado una medida de libertad vigilada y la participación en cursos de formación sexual. Asimismo, el representante del fiscal pide que indemnice con 5.300 euros a la víctima por los daños morales y las lesiones.