La popularización dental permitió a Colman forjar una riqueza caprichosa

Podría tratarse de un rey Midas de la odontología; o, como lo llegó a denominar la revista 'Time' en 2009, un verdadero 'McDentist'. El fundador de Vitaldent, Ernesto Colman, consiguió popularizar los tratamientos dentales, con una fórmula basada en los precios asequibles y una expansión geográfica digna de cualquier multinacional de comida rápida. Como otros muchos emprendedores, comenzó a forjar su carrera casi sin dinero. Cuando llegó a Madrid, en 1989, este protésico lo hizo con apenas 1.000 dólares en su bolsillo. Pero pronto se hizo valer de sus dotes comerciales para fabricar y vender piezas dentales en diversas clínicas. Sus primeros éxitos le llevaron a abrir el local que se convirtió en germen de su posterior extensa red en el centro de la capital. A partir de ahí, el éxito fue imparable, hasta sumar centenares de centros y miles de empleados.

Su afición por los caballos le llevó a atesorar su verdadera 'joya de la corona': una finca de equinos que Colman tiene en la localidad segoviana de Villacastín. La venta de purasangres se habría convertido en el epicentro del blanqueo de dinero que conseguía a través de la estructura financiera de sus franquicias.

Además de poder materializar a todo lujo su capricho ecuestre, en el camino de Ernesto Colman no faltaron los bienes que han hecho de otras grandes fortunas su denominador común: el sector inmobiliario. Es propietario de más de un centenar de fincas rústicas; tiene bajo su paraguas lujosos chalets en Las Rozas o Pozuelo de Alarcón, además de la de Marbella. Un piso en Manhattan; una casa en Baqueira; y uno de los palacetes más valorados de Asturias completan su catálogo inmobiliario.

También dispone de una treintena de vehículos, varios de ellos de gran lujo, y se le incautó un helicóptero valorado en más de un millón de euros.