El 'tripartido'

El pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Alicante entre el PSOE, Compromís y Guanyar Alacant -la coalición electoral formada en la ciudad por IU y Podemos- parece tener los días contados. Después de la tensión vivida el pasado domingo entre el vicealcalde Miguel Ángel Pavón y el edil de Recursos Humanos Carlos Giménez, esta semana hemos vuelto a comprobar que las relaciones entre los integrantes del tripartito están lo suficientemente erosionadas como para comprobar que no hay vuelta atrás. En este tira y afloja, iniciado desde el mismo momento en el que se negociaba las condiciones del acuerdo tras las elecciones, han jugado -y juegan- un papel destacado Gabriel Echávarri y Pavón. El alcalde socialista, consciente de que su respaldo en número de concejales es idéntico al del vicealcalde y que ostenta la vara de mando con el peor resultado de su partido, ha tenido que aguantar decisiones y situaciones que le resultaban -y le resultan- inaceptables. Todo ello con el tercer socio de gobierno, Compromís, como invitado de piedra.

Cuando parecía que las aguas habían vuelto a su cauce, el viernes volvieron a desbordarse provocando una inundación de resultados irreparables. Por un lado, el propio Echávarri decidió hacer la "envolvente" a Pavón y a Natxo Bellido para recabar el apoyo del PP y de Ciudadanos a una medida que permitirá a las grandes superficies de la ciudad a abrir todos los domingos del año. El alcalde justifica su cambio de criterio con respecto a la ampliación de la Zona de Afluencia Turística a la promesa por parte de las grandes superficies de crear nuevos puestos de trabajo. Al margen de la reacción de los pequeños comerciantes, la decisión ha cogido a los "socios" del PSOE con el paso cambiado.

Por otro lado, Echávarri no dudo ni un minuto en condenar, también este viernes, las descalificaciones de Marisol Moreno hacia el anterior equipo del gobierno del PP, al que acusó de reunirse en un conocido local de alterne, y solidarizarse con los ediles populares. Moreno, una edil condenada por la Audiencia Nacional por injurias a la Corona, demostró de nuevo una incontinencia verbal impropia de alguien que ocupa un puesto de responsabilidad.

Estas dos situaciones demuestran que el acercamiento del alcalde hacia los dos partidos de la oposición, especialmente hacia Ciudadanos, es más que evidente y que sus deseos de que el tripartito acabe convertido en un "tripartido" son más grandes de lo que muchos imaginan. Probablemente, lo que ocurra en los próximos días en Madrid, donde los socialistas negocian con la formación naranja de Albert Rivera, tenga una derivada alicantina.

Además de las tensiones acumuladas en el Ayuntamiento de Alicante, esta semana hemos asistido a la fractura de otro tripartito, en este caso el formado en Elche por el PSOE, Compromís e Ilicitanos por Elche. En este caso, la responsable de que el alcalde Carlos González haya permanecido nueve meses al borde de un ataque de nervios ha sido Cristina Martínez. La exconcejal del PP durante la etapa de Mercedes Alonso, una apasionada -por decirlo finamente- de las redes sociales, ha agotado la paciencia del primer edil ilicitano, un político que se caracteriza por su talante y capacidad de diálogo. No es extraño este hartazgo teniendo en cuenta el comportamiento y la actitud de Cristina Martínez durante estos nueve meses de pacto en Elche.

Lo que parece evidente, viendo lo que está ocurriendo en Alicante y lo que ha sucedido en Elche, es que hay pactos que acaban bien y otros que duran toda la vida.

Además de lo sucedido con los tripartitos, la semana acaba con la decisión adoptada por Ximo Puig de aplazar la aprobación del decreto sobre turismo, prevista para el pleno del Consell de este viernes. De la misma manera que se criticó su empeño de arrebatar por decreto las competencias de las diputaciones provinciales en materia turística, hay que reconocerle al presidente de la Generalitat su capacidad para escuchar a los actores implicados, tanto a los de carácter político como a los económicos, para buscar y encontrar un consenso más que necesario.