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JUAN CARLOS FERRIOL
Viernes, 26 de febrero 2016, 01:12
Rita Barberá puso ayer punto final al retiro público que ella misma se había impuesto desde hace prácticamente un mes, justo cuando estalló el caso Imelsa y la investigación judicial que derivó en la apertura de una pieza separada por supuesto blanqueo de capitales en el PP de Valencia. La exalcaldesa, referente político indiscutible del partido en la ciudad durante 24 años, se decidió a comparecer ante los medios de comunicación para dar las explicaciones que se le venían reclamando, especialmente desde su partido. Es posible que el respaldo ofrecido por Mariano Rajoy hasta en dos ocasiones durante las últimas 48 horas le ayudaran a romper su silencio.
Barberá compareció a media mañana en la sede del PP valenciano. Sola, sin más compañía que un portafolios de color ocre, la senadora valenciana se presentó ante casi un centenar de periodistas que esperaban escuchar de boca de la exalcaldesa su versión sobre una investigación que tiene en el punto de mira judicial a medio centenar de personas, entre las que se encuentran casi todo el grupo popular del Ayuntamiento de Valencia -que ella encabezó el 24 de mayo de 2015-, exasesores y exediles del PP de la ciudad.
Una comparecencia para dar respuesta a las críticas que había recibido la actitud mantenida las últimas semanas, huidiza, impropia de quien ha hecho de su carrera política un permanente alarde de determinación. Y el resultado fue el que pretendía, al menos, Génova. Sólo unos pocos minutos después de su intervención, el vicesecretario de Organización del PP, Fernando Martínez Maillo, mostró su satisfacción por las explicaciones. «Ha estado a la altura de lo que le pedía el partido», dijo.
¿Y qué contó Barberá? Durante los casi sesenta minutos que duró su comparecencia, la senadora negó las acusaciones de blanqueo, mordidas y financiación irregular del PP, admitió haber hecho donativos al PP «que nunca se me devolvieron» y proclamó que no piensa dimitir. «Ni me lo planteo», dijo con esa manera tan suya de zanjar las cosas. Barberá agradeció a su «buen amigo» Mariano Rajoy, y a otros cargos del PP sus palabras de apoyo, y ajustó cuentas con los silencios y las valoraciones «precipitadas» de algunos compañeros del partido en la Comunitat. Barberá estuvo en ese 'formato Rita' que durante los últimos treinta días había desaparecido.
La exalcaldesa fue tajante para negar su vinculación con Taula. «No he contribuido, ni he ordenado ni he conocido ningún blanqueo ni en el grupo ni en el partido», dijo. ¿Y cajas b? «La alcaldesa nunca ha tenido una caja b ni ninguna llave de caja b», remachó. «Soy una persona honrada. No soy una persona corrupta desde el punto de vista económico ni moral», señaló. La exalcaldesa proclamó que no ha cometido «ningún delito o hecho ilícito» y recordó que es el que acusa «el que tiene que probar».
Sí admitió «donativos mensuales» al partido, de 60,10 euros y una «donación extraordinaria de 1.000 euros para la campaña y que nunca me fueron devueltos». Eso sí, la senadora hizo un matiz que no pasó desapercibido: explicó que en las campañas electorales ella se centraba «en el contenido político, en el mensaje, y en el contacto con la gente en la calle». Y añadió: «Existe un comité de campaña, formado por concejales y militantes, que se encargaba de la gestión logística y administrativa». La alusión fue interpretada de forma unánime como que Barberá descargaba la eventual responsabilidad por alguna irregularidad en los miembros de ese comité, aunque a continuación -consciente de que sus palabras habían dejado esa impresión- quiso defender la «honradez y buen hacer» de sus miembros.
La exalcaldesa se quitó de en medio de su eventual responsabilidad al descargarla en el comité de campaña «y las juntas locales» las cuestiones organizativas, y a continuación, al remarcar que nunca ha tenido una responsabilidad orgánica en el partido. «Si alguien me veía como todopoderosa y que todo lo decidía, sólo podía ser por una percepción envidiosa y acomplejada, ajena a la realidad». Su caso, explicó, no es como el de Esperanza Aguirre, recordó, porque la expresidenta madrileña dimitió como líder del PP.
Respecto a su situación política, Barberá apeló a la letra de los estatutos del partido, y a cómo establecen en caso de imputación la apertura de expediente informativo, que se transforma en disciplinario cuando se ordena la apertura de juicio oral. «sosiego y templanza», recomendó a sus compañeros de partido.
Gracias a Rajoy
En su intervención, la exalcaldesa quiso dar las gracias a los dirigentes populares que habían salido en su defensa. Citó a su «buen amigo» Mariano Rajoy, Dolores de Cospedal, el ministro Rafael Catalá, el portavoz del PP en el Senado José Manuel Barreiro, Iñaki Oyarzábal, Alfonso Alonso, Celia Villalobos y Francisco Camps. «Y a otros compañeros», añadió. La ausencia de miembros del PP valenciano no pasó desapercibida.
Respecto a su suplicatorio, la exalcaldesa consideró lógico que se le llame a dar explicaciones igual que lo han hecho el medio centenar de personas investigadas por el supuesto blanqueo, aunque señaló que ese procedimiento aún no se ha puesto en marcha. «Expreso mi deseo de colaborar con la Justicia», dijo.
La que fuera «alcaldesa de España», y que ayer llegó a definirse como una «exalcaldesa de provincias» respondió como pudo a las preguntas más delicadas, como las relacionadas con los cuatro exasesores que habrían admitido el supuesto blanqueo, o las declaraciones de María José Alcón en las que reconocía que los 1.000 euros eran condición para ir en la lista del PP. No opinó de las grabaciones de Alcón con Marcos Benavent -«pregúntenles a ellos», dijo- ni de los acuerdos entre el Ayuntamiento y la Fundación Jaume II el Just -«los desconozco, zanjó-, ni de las declaraciones de su exnúmero dos, Alfonso Grau, sobre la existencia de una caja b. Sí puso la mano en el fuego por todos sus concejales y evitó juzgar la labor del titular del juzgado número 18: «No soy quien», señaló.
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