Luis Candela
Miércoles, 2 de marzo 2016, 01:44
En la cafetería Durbán de Valencia se pagaron más que los cafés o, al menos, eso asegura el empresario que dice haber sufragado el viaje a Creta que disfrutó el exalcalde de Alicante Luis Díaz Alperi. En dicho establecimiento, Ricardo Fuster sostuvo ayer ante el juez del 'caso PGOU' que recibió de manos de un empleado de Enrique Ortiz los 36.000 euros que debían servir para abonar parte del vuelo en jet privado que trasladó al antiguo regidor del Partido Popular junto con la también exconcejal popular Sonia Alegría en agosto de 2008. Una cita que además habría dispuesto el delegado del imperio del dueño del Hércules CF en la capital de la Comunitat, Pedro Muguruza, siempre según la versión del investigado.
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El trabajador del supuesto corruptor dentro de la presunta trama gestada en el seno del Ayuntamiento de Alicante para sacar tajada con el urbanismo de la ciudad también acudió al Juzgado de Instrucción 5. Sin embargo, Muguruza se presentó como el testigo señalado por Fuster, acusado por cohecho. Ambos ofrecieron relatos diametralmente opuestos sobre lo que la Fiscalía y la Policía apuntan a que fue el pago al exalcalde como dádiva a cambio de trato de favor con la confección del Plan General.
Mientras, con su versión, el trabajador del grupo de empresas de Ortiz negó cualquier cita en la cafetería valenciana y, mucho menos, haber servido de conducto para abonar el coste del jet de Alperi. La acusación le pondría bajo sospecha como posible responsable de un delito de cohecho que, no obstante, podría estar igualmente prescrito.
Ante tal tesitura, la Fiscalía Anticorrupción solicitó al instructor, Manrique Tejada, que ambos se sometieran en un careo frente a frente para despejar de algún modo el embrollo. Pero se mantuvieron firmes cada uno en su postura sin que la tensión se adueñara de la sala de declaraciones, tal y como relataron a este diario las fuentes jurídicas consultadas.
Para Muguruza, ayer fue la primera vez que debía responder ante el juez que investiga las presuntas irregularidades del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante, una de las muchas ramas que se desgajan del 'caso Brugal'. Todo lo contrario que para Ricardo Fuster, quien ya era la tercera vez que se enfrentaba como imputado al interrogatorio del juez, el Ministerio Público y las acusaciones populares, que encarnan Esquerra Unida y el PSPV, así como las demás partes.
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La posibilidad de que Fuster formara parte de la red tejida alrededor del planeamiento de Alicante y los presuntos amaños llevados a cabo por Alperi y su sucesora, Sonia Castedo, surgió cuando la causa se encontraba en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV). Allí, el empresario se negó a declarar. Más adelante, el industrial valenciano, amigo personal del antiguo regidor de la ciudad, se sometió solo a las preguntas de Anticorrupción para indicar que adelantó el dinero y luego lo facturó a Enrique Ortiz e Hijos SL.
Sin embargo, en una carta entregada al Ministerio Público, Fuster apuntaba a presiones para no decir todo lo que sabía, que parecía que era mucho, como ayer relató durante cerca de media hora. Unos diez días después de pagar el jet, Muguruza lo citó por teléfono y le dio en un sobre el dinero en metálico, según declaró. Según el testigo, solo se reunieron en dos ocasiones para asesorarle en materia de seguridad laboral en sus empresas.
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Mejor callado
El letrado de EUPV, José Luis Romero, se inclinó ayer por dar como válida la versión ofrecida durante la jornada de ayer apelando a la «lógica». Según pudo saber este diario, Fuster apuntó en la sala, grabación mediante, que un hombre se le acercó para advertirle que «sería mejor que te callaras», como apuntaron las fuentes judiciales consultadas.
Además, mientras que Pedro Muguruza optó por guardar silencio al término del careo, Fuster sí que aseguró a los periodistas que se encontraban a las puertas del juzgado instructor que «es muy dura la vida del investigado». Igualmente, preguntado por qué no había identificado antes al intermediario que le entregó el sobre, el empresario valenciano los justificó por «respeto a algunas personas» y porque esperaba que se «dedujera» de su testimonio.
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