Tensión en El Altet por la cancelación de vuelos tras los atentados de Bruselas

Indignación nacida desde dos orígenes: el de la condena al terrorismo y el de la búsqueda de soluciones a la cancelación de vuelos. Esta era la tensa situación que se vivía ayer en el aeropuerto de El Altet tras los atentados en Bruselas, que provocaron la cancelación de los vuelos hacia la capital europea y desde ella a Alicante. Debían ser cuatro los vuelos que partían desde la capital provincial hacia Bruselas, pero sus pasajeros pasaron de intentar el viaje a hacer cola en los mostradores de las compañías con las que habían contratado sus billetes. Una espera que realizaban con resignación, la mayoría, y algunos ya desde el desespero al ver truncados sus planes por segunda vez tras sufrir también cancelaciones por la huelga de controladores aéreos en Francia.

«Mala semana para intentar coger un avión». Esta era la sensación de un grupo de jóvenes que esperaban en la cola del mostrador de la compañía aérea Vueling, ayer, en el aeropuerto de Alicante-Elche. Se les unió la huelga de controladores aéreos en Francia y los atentados de ayer en Bruselas y, con ambas situaciones, pasaron «más de ocho horas» en el aeródromo el pasado domingo, esperando un vuelo hacia Bruselas, para el que encontraron uno que debía salir en el día de ayer pero que, con los atentados, se volvió a cancelar.

«Íbamos a Bruselas, pero no pudimos el domingo. Hoy volvemos y teníamos destino en Ámsterdam, previo paso por Barcelona. Con los retrasos y el colapso, que afecta también a los vuelos que van hacia Holanda, no nos dará tiempo a hacer el puente y tendremos que quedarnos aquí a buscar un nuevo vuelo», explicaba resignado Andreu Agulló, que comparte situación con Ana Sendra, que añadía a las palabras de su compañero que «siempre es una molestia quedarte en tierra cuando quieres volar. En el caso de hoy, solo podemos lamentarnos, porque se trata de terrorismo, pero al acumularse a la huelga en Francia da más rabia».

Junto a ellos permanecía a la espera Marisa Jiménez, que hablaba con los dos jóvenes. También vio como se cancelaba su vuelo el pasado domingo y, dado que reside en Valencia, no tuvo más remedio que permanecer en Alicante hasta ayer, cuando pretendía volar a Bruselas y, de nuevo, se quedaba en tierra. «El domingo, al vernos en la misma situación, decidimos compartir coche y buscar hotel juntos. Ahora estamos otra vez en la cola a la espera de soluciones». «Al menos ha surgido una amistad», apuntaban con una sonrisa Ana, Marisa y Andreu, sin perder la paciencia en la cola del mostrador.

Cerca de ellos permanecía a la espera de más soluciones Manel Rico, alicantino residente en Bélgica desde hace diez años, que pretendía volar a Bruselas para seguir con su actividad laboral. «Mi intención es volar a algún aeropuerto cercano y desplazarme en tren. Pero parece que las fronteras no están fáciles y los transportes terrestres también tienen problemas de funcionamiento». Sobre la situación en Bélgica, explicó que «no tengo amigos o conocidos cerca de la zona, porque no vivo cerca de Bruselas. El caos se está viviendo en las ciudades grandes, donde sí que están tomadas por la Polícía y el ejército, pero donde yo resido, no hay tanto miedo».

Viajeros sospechosos

A la llegada del primer vuelo que aterrizó en Alicante procedente de Bélgica, el comandante de la nave alertó de sus sospechas sobre varios pasajeros. Fueron retenidos en el aeropuerto pero, tras comprobar que no tenían relación alguna con cualquier dato que pudiera vincularles al terrorismo, fueron liberados. Solo fue una pequeña falsa alarma.