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José Vicente Pérez Pardo
Viernes, 8 de abril 2016, 00:39
La Santa Faz vivió el día grande del Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco con un recuerdo especial para los refugiados sirios por parte tanto del obispo de la diócesis Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, como del predicador pontificio Domingo García, encargado de la homilía. Ambos criticaron en las palabras que dirigieron a los fieles el reciente acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para deportar a los refugiados de la guerra hacia este país, un tema que preocupa especialmente al Sumo Pontífice, que ayer anunció que visitará la isla de Lesbos, donde permanecen miles de personas que huyen del conflicto bélico.
El sacerdote Domingo García fue el encargado de la homilía por expreso deseo de monseñor Murgui, ya que este párroco alicantino ha recibido el encargo del Santo Padre en el marco del Año Jubilar de la Misericordia que está celebrando la Iglesia Católica. Y, claro, no hay nada más unido que misericordia y Santa Faz, por lo que la jornada religiosa se convirtió también en un grito de auxilio para los refugiados.
Jesús expulsado
El padre García, un alicantino de Benalúa, expresó la unión de la comunidad cristiana en torno al valor de la misericordia como, en su sentido etimológico hebreo, «de las entrañas de la madre». Por tanto, apartar a los refugiados es tanto, dijo el sacerdote, como «ver a Jesús sufrir y expulsarlo más allá de las fronteras». Por tanto, se avergüenza de «una Europa que se ha olvidado de los pobres identificados en los refugiados que huyen». Así, señaló que Cristo podría echar en cara que él fue «un refugiado y no lo acogisteis». Una Europa que «no reconoce el rostro de Jesús -la Santa Faz-, en el pobre», dijo.
El propio obispo felicitó al sacerdote por unas palabras en las que habló «muy claro, diciendo lo que había que decir». Entre las rogativas, Murgui se acordó de los gobernantes, a quienes pidió «trabajar en concordia por la paz y el bien común» de todos; por los enfermos y, de nuevo, por los refugiados.
Fue un oficio muy pegado al terreno, desde luego mucho más que otros años. Los cambios que realizó el Ayuntamiento también ayudaron a acercar, literalmente, la Santa Faz a los alicantinos. El perímetro de seguridad que otros años casi abarcaba toda la plaza Luis Foglietti se acercó a escasos metros del altar donde se celebró la misa. En un reducido espacio se juntaron las autoridades civiles, más escasas que en otras convocatorias. Y sobró. El obispo Murgui agradeció la presencia de las autoridades después de los problemas de protocolo que hubo.
Al Consistorio, visto el éxito de la iniciativa, le gustaría acercar la valla más, pero las indicaciones de seguridad lo desaconsejan.
Estas novedades fueron más allá, ya que también se instaló una pantalla gigante encima del altar para que los fieles pudieran seguir las evoluciones dentro el interior del camarín hasta los mismos oficios gracias a la señal del consorcio de televisión comarcal.
La Santa Faz volvió a salir bajo palio a la plaza Luis Foglietti, donde la recibió con alegría la imagen de la Verónica de Sant Joan. Hermandades de veneración a esta figura de toda la provincia también se juntaron.
El éxito de la convocatoria en un año tan especial como es este jubilar de la Misericordia llenó de alegría al obispo, al que acompañaba monseñor Rafael Palmero, obispo emérito de la diócesis y una decena de sacerdotes. Murgui quiso dejar una nota graciosa y, tras dos días de intensa lluvia, se regocijó del día «tan chulo» que había hecho para la Romería. «Alicante es esto y mucho más», llegó a decir en su agradecimiento a la presencia de las entidades festeras de la ciudad.
Porque esto también es Santa Faz, un día de alegría, de fiesta, a pesar de que la Iglesia no se olvida de los problemas que afronta hoy en día el mundo.
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