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José Vicente Pérez Pardo
Martes, 19 de abril 2016, 01:55
Julia Angulo terminaba ayer a última hora de la tarde una de las múltiples reuniones que mantiene todos los días como concejal de Acción Social de Alicante cuando hizo un hueco amablemente para recibir a este periódico en su despacho de la Casa de Socorro. A las ocho de la mañana ya estaba en su despacho de la Concejalía a pesar de que lleva dos noches sin dormir desde que su hermano la avisó del terrorífico terremoto que vivió el sábado su Ecuador natal. Fue el peor despertar que jamás ha tenido, según reconocía tras finalizar la reunión. Todavía se acordaba de las palabras desesperadas de su hermano a las dos menos cuarto de la madrugada del sábado al domingo: «Morimos, desaparecemos, hermana. Un terremoto se nos está acabando todo». Y, al fondo, «los gritos de la población, eso es lo peor». Allí tiene ocho hermanos, una decena de sobrinos y su anciana madre.
Angulo quedó en estado de shock. Retrata a su hermano como un hombre «tranquilo, siempre equilibrado», por lo que el tono de su voz la dejó todavía más apesadumbrada. Temió decírselo a nadie de su familia, todos dormidos y lo vivió en silencio. «Fueron unas horas terribles», recuerda.
No fue hasta cuatro horas después cuando pudo contactar con una sobrina para asegurarse de que toda su familia está a salvo, pero eso solo le quitó un poco de dolor, porque muchos amigos y conocidos residen en la zona de Pedernales, donde más daño ha hecho el seísmo y que Julia conoce muy bien de los años que estuvo trabajando allí en asistencia social: «De las fotografías y nombres que empiezan a salir, conozco a muchos», admite con pesar en su voz.
Conoce las endebles viviendas de la región y las necesidades de la población, que ha quedado devastada, donde se acercarán al final al medio millar de muertos, según las cifras semioficiales que le adelantan. «Recibo peticiones de auxilio y es lo que me tiene más afectada», dice.
Julia es originaria de Esmeraldas, una región al noroeste de Ecuador a unos 300 kilómetros de Quito, que ha sido epicentro del terremoto más terrible que haya vivido toda Latinoamérica, que ella recuerde. Tan solo le alcanza la memoria cuando era chiquita, en 1978, que un 'tsunami' arrasó la ciudad de Tumaco, «pero ninguno como éste». Bien lo tiene ahora presente y es lo primero que pensó, en un desastre marino. Ahora tiene miedo de las réplicas, «que llegarán y serán tan fuertes como el terremoto».
No puede respirar aliviada, a pesar de que su familia más directa se encuentra «bien y a salvo». Consiguió un día después hablar con su madre: «La casa era una batidora, se encontró de pie y, de repente, en el piso».
Se han trasladado hasta un albergue, donde no se sabe el tiempo que pasarán. Pero muchos amigos siguen allí: «Me pongo en la posición de las familias que no consiguen encontrar a sus seres queridos y me desespero».
Mientras, Julia continúa con su agenda como concejal de Acción Social de Alicante. No obstante, ya se ha puesto en contacto con asociaciones de varios países de Latinoamérica para organizar el próximo domingo un evento solidario que recoja fondos para los damnificados del terremoto. Tendrá lugar en la Concha de la Explanada, a mediodía, a falta de organizarlo todo.
Vive pendiente entre Ecuador y Alicante, con una mitad de su corazón en un lado y otro del Atlántico.
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