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La arqueóloga pamplonica Paz de Miguel, ayer, en la Universidad de Alicante.
«En España fue casi un escándalo invertir cien mil euros en los huesos de Cervantes»

«En España fue casi un escándalo invertir cien mil euros en los huesos de Cervantes»

arqueóloga

Eneas G. Ferri

Jueves, 21 de abril 2016, 00:55

Era uno de los proyectos más jugosos de la ciencia española pero no por ello más fácil que otros. Había pruebas que apuntaban a que los huesos de Miguel de Cervantes se encontraban en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid. Y allí acudieron un grupo de expertos en distintas materias para averiguar si era cierto. Entre ellos estaba la arqueóloga Paz de Miguel, pamplonica afincada en Alicante, para indagar entre los muchos restos humanos y algunos de ellos eran del, seguramente, más ilustre escritor español. Ayer participó de las Jornadas académicas en conmemoración del IV Centenario de la muerte de Shakespeare y Cervantes que organiza la Universidad de Alicante, donde impartió la ponencia 'El enterramiento de Cervantes'.

- La charla que imparte versa sobre su participación en la investigación de los huesos de Cervantes. ¿Con qué ilustra a los que la presencian?

- Cuento la experiencia vivida durante la investigación. Desde el inicio y los prolegómenos hasta el descubrimiento, pasando por la documentación, por la relación con el equipo de expertos y por cómo se desarrollo todo el proceso. Se hizo un recorrido en georadar por la iglesia y se documentó la historia del lugar con precisión, en gran parte, gracias al trabajo del archivero Francisco Marín, que nos dio luz sobre lo que podíamos encontrar allí. También detallo el proceso hasta encontrar la reducción donde estaban los entierros de Cervantes y su esposa, Catalina de Salazar. Pero también sabemos el nombre de las personas enterradas con ellos e, incluso, quienes fueron sus enterradores y el precio que pagaron por ser enterrados allí. Éramos muchos investigadores de ciencias muy distintas, desde los archiveros a los biólogos, pasando por arqueólogos y forenses.

- ¿Qué supuso para usted participar de este proyecto de investigación?

- Era una investigación donde convergen muchas disciplinas. No era solo excavar a cielo abierto, sino meterse en una cripta, con hallazgos sorpresivos que hubo, hasta llegar a Cervantes. Nos encontramos con huesos de más de 450 niños del siglo XIX que fueron un hallazgo inesperado. En la época hubo varias epidemias y aunque no se podía enterrar en la ciudad a las personas durante las epidemias desde el Siglo XVIII, se suponía que los niños no habían pecado y los dejaban en las iglesias.

- ¿Por qué se eligió su perfil para participar en un proyecto de tal importancia?

- Hace muchos años que trabajo los restos humanos y pertenezco a la Asociación Española de Paleopatología, de la que soy vocal y que dirige el profesor Exteberria, director del proyecto. Se preveía que había restos infantiles en la cripta y estoy especializada en infantiles. Ante esto, solicitan mi trabajo, pero no pensábamos que encontraríamos los restos de más 450 niños. No obstante, era una más del equipo tan variado de expertos y científicos que participaron.

- Se asocia el trabajo de la arqueología a las ruinas, a los espacios y al trabajo al sol. ¿Fue algo muy singular el trabajar dentro de una cripta?

- Fue muy complejo porque no esperábamos encontrar restos de huesos tan recientes y se tuvo que hacer bastante más de lo esperado. Otra dificultad fue un convenio por el que no se podía sacar nada de la cripta, incluida la tierra. Tenías que excavar un agujero y poner la tierra en otros sitios. Fue un puzle muy complejo. Además, éramos un equipo de trabajo tan amplio, con estudios tan amplios que salieron dentro de la cripta, que se tenía que combinar arqueología con antropología, con el escaneado de la zona, la digitalización. Había mucha gente en poco espacio pero, pese a todo, fue muy bien llevado a los catorce grados estables a los que estábamos pese a ser enero y febrero en Madrid. También resultó curiosa la participación de las hermanas, que nos facilitaron el trabajo y se integraron muy bien con el equipo, lo que engrandeció el trabajo.

- ¿Era el momento idóneo, tras siglos, de abordar esta investigación?

- Se habían hechos varios intentos pero fue la reconstrucción de la nueva iglesia lo que permitió el traslado del osario a la cripta determinante para saber lo que había ahí. Aún así, estaba en el fondo de la cripta y hubo que pasar muchas páginas de la historia, ir pasando depósitos. Siempre es un buen momento para investigar algo así.

- No obstante, no se pueden determinar concretamente los restos de Cervantes.

- Es muy difícil. Es improbable, casi imposible saber qué restos eran los de Cervantes. Sabemos que hay cuatro restos de hombres compatibles. Pero por el momento no hay posibilidad de saberlo con certeza científica porque no hay descendientes para tener el ADN, para conocer mediante los cromosomas si cada hueso es de Cervantes o no. Se han roto las líneas de descendencia y sin ellas no se puede. Supongo que es casi imposible encontrarlas actualmente.

- ¿Se sabía que los restos estaban ahí?

- Sí. Por el testamento de Cervantes se sabe que quería ser enterrado ahí. Se sabía que estaban ahí, también por la documentación, por la partida de defunción y porque se sabe que se trasladaron los huesos de la iglesia primitiva a la cripta.

- ¿Qué ha supuesto para la arqueología un hallazgo como este?

- Para la arqueología, realmente, es una aportación más. Sirve para mostrar un método que permite llegar a aportar nuevos datos a la historia. Luego, en cada contexto, la riqueza de cada descubrimiento debe ser integrado. Este hallazgo suma, suma más a lo que la arqueología y la historia aportan a un país.

- ¿Qué tiene de especial este nuevo método?

-En la historia, todo descubrimiento aporta algo. Este es ejemplo de que ahora se le está dando más valor al estudio humano de la arqueología. Porque te permite ver a las personas directamente, tener a los protagonistas de la historia. Restos humanos, a diferencia de otros, no hablan de la muerte, sino de la vida, de las enfermedades, de su supervivencia. Nos permiten aproximar a las personas al contexto histórico en que vivieron.

- ¿España quiere bien a su historia o los británicos más a la suya? Por la coincidencia de centenarios de Cervantes y Shakespeare.

- Desde perspectiva literaria no puedo hablar, porque lo mío es la arqueología. Ahora veo el país lleno de acontecimientos. Pero si comparas inversión en investigarlos, creo que sí que se quieren más ellos. La excavación de la Casa de Shakespeare tuvo una inversión de siete millones de euros. Aquí fue tratado casi como un escándalo el hecho de que se invirtieran unos 100.000 euros para hallar los huesos de Cervantes. Creo que respuesta está clara.

- ¿Cómo arqueóloga, como vive el destrozo de ruinas valiosas históricamente que se está produciendo en Siria?

- Como arqueóloga puedo ver esos destrozos y enfadarme, pero me resulta más conmovedor el destrozo del patrimonio de las personas. No se puede consentir que se destroce la arqueología, pero por encima de ello esta impedir que se destrocen las sociedades y las personas.

- Resulta llamativa una doble faceta de su vida, si permite la pregunta. Es una reconocida arqueóloga, pero ejerce de matrona. ¿Cómo se entiende esto?

- (Risas). Soy matrona vocacional desde hace treinta años. Soy de Pamplona, pero cuando llegué a Alicante, con mi plaza fija como enfermera, decidí estudiar Historia. Me formé en la Universidad de Alicante y aquí he desarrollado toda mi investigación y leí mi tesis sobre restos humanos resto islámicos en Pamplona. Pero, pese a esto, también estoy implicada en ser matrona en el Hospital General de Alicante desde hace diez años.

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