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Luis Candela
Sábado, 23 de abril 2016, 00:54
Un tribunal ha exonerado a una mujer de 71 años de tener que pagar a un nonagenario la mitad de un décimo comprado en Benidorm y que resultó premiado con el Gordo en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad de 2012. Los magistrados sostienen que no se ha acreditado que la compra del billete fuese a medias, algo que sí ocurrió con otro décimo con el que ganaron cien euros y que la ahora absuelta no tuvo inconveniente en compartir. El montante a repartir supuestamente fueron 400.000 euros del número 76058 que el denunciante aseguró haber adquirido con su acompañante.
En cambio, el afectado sostenía que ambos se hospedaron en un hotel de la ciudad en fechas precias al sorteo y que dejaron constancia de la compra en la factura del alojamiento. La accidentada historia de este primer premio, obtenido gracias al 76058, se remonta a principios de diciembre del 2012, cuando la denunciada se hizo con dicho número y con el 72960, también premiado.
Según aparece manuscrito en la factura del hotel, el perjudicado escribió su nombre y su participación con diez euros en cada uno de los números. Sin embargo, debido a que el texto es de su mano y letra, tal y como reconoció en el juicio celebrado en la Sección Segunda de la Audiencia, podría haberlo escrito en cualquier momento.
La fiscalía solicitaba para la sospechosa tres años y medio de prisión, mientras que la acusación particular elevó su petición a cuatro años de cárcel. En la vista, tanto la mujer como el hombre mantuvieron versiones totalmente contrapuestas, tal y como se recoge en la sentencia hecha pública ayer. El perjudicado sostuvo que en todo momento estuvieron acompañados por la hermana de la absuelta, extremo este último que la mujer negó en su declaración como testigo ante el tribunal el 16 de marzo pasado.
Asimismo, los magistrados no han tenido en cuenta los análisis caligráficos de ese papel realizados por dos peritos, uno a instancias de la defensa y el otro de la acusación particular, pues el primero carece «de la necesaria credibilidad» y el segundo arroja conclusiones que contradicen las manifestaciones del denunciante. De hecho, uno de los informes apunta a que el manuscrito de la factura del hotel lo redactó la acusada, cuando es el propio denunciante quien asegura ser el autor del texto, como señaló en el juicio.
Recuerdan que el testimonio del hombre adolece de «cierta confusión» dada su avanzada edad, 91 años, mientras que los testigos que han comparecido en la causa «son de referencia» y no presenciaron la compra de los décimos.
Sobre el otro premio, el agraciado con cien euros, la mujer sostuvo en todo momento que pone a disposición del hombre los cincuenta euros que le corresponden.
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