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EL MIRADOR

Facturas que pasan factura

Gerardo Camps, hasta hace unos días diputado del PP por Alicante, tiene derecho a defenderse, pero los gastos gastronómicos (y astronómicos) los pasaba él y los disfrutaba en compañía de otros

Pedro López

Domingo, 8 de mayo 2016, 12:34

Las facturas han pasado factura a Gerardo Camps, uno de los miembros del PP valenciano que más protagonismo tuvieron durante los largos años de gobierno del otro Camps, Francisco. Aunque empezó su carrera en la política nacional (diputado en las Cortes durante tres legislaturas y secretario de Estado de la Seguridad_Social con José María Aznar), la llegada del otro Camps a la Presidencia de la Generalitat le abrió las puertas del Consell. Primero como conseller de Economía y Hacienda durante dos legislaturas y después, compaginando este mismo cargo, como vicepresidente de la Generalitat.

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Como se puede comprobar en este breve currículum introductorio, Gerardo Camps tuvo un peso muy importante en el PPCV y en la Generalitat entre los años 2003 y 2011._Desde su cargo como conseller de la cosa económica, bajo su tutela estaban todos los organismos encargados de gestionar y dirigir los Proyectos Temáticos del Consell del otro Camps, el megalómano Francisco. Es decir, era el encargado de velar por el buen gobierno en Terra Mítica, Ciudad de la Luz y otros proyectos de ocio ruinosos que dejaron un agujero de cientos de millones de euros en la sociedad pública encargada de llevarlos a buen puerto. Algunos de estos proyectos ni siquiera llegaron a arrancar, a pesar de que supusieron desembolsos millonarios, como Mundo Ocio, Ciudad de la Música, Museo de la FIFA...

El actual Consell ha necesitado muchos meses para desempolvar las facturas acumuladas en los cajones de la Conselleria de Economía y Hacienda -y sus organismos dependientes-, la misma que debía velar por la buena marcha de las finanzas de la Comunitat, fiscalizar los gastos del conjunto de consellerias y departamentos autonómicos para que las cuentas cuadrasen. Pues bien, la persona responsable de dicha Conselleria resulta que, a tenor de las facturas desveladas por el PSPV, era un auténtico sibarita. Eso sí, con el dinero público.

La crisis económica, los problemas para hacer frente a todos los pagos, la aplicación de recortes en políticas sociales, en sanidad y en educación no bastaron para poner freno a un gasto injustificable, por muchas facturas y muchos tickets que Gerardo Camps firmara. Gastar cientos de euros de las arcas de la Generalitat en comidas pantagruélicas, vinos de 40 euros por botella y propinas tan jugosas como los platos que se saboreaban siempre es difícil de digerir, pero lo es mucho más cuando el conseller lo hacía en los meses de crisis más dura.

Gerardo Camps ha anunciado una demanda contra los socialistas valencianos por publicar «informaciones inexactas y torticeras» con el ánimo de dañar su «reputación» y «honorabilidad». El hasta hace unos días diputado del PP por la provincia de Alicante está en su derecho de defenderse, pero lo cierto es que los gastos gastronómicos (y astronómicos) los pasaba él y los disfrutaba en compañía de otros. Su intento de acudir a los tribunales no debería impedir que su carrera política, como la de otros muchos miembros del PPCV que protagonizaron los días de vino y rosas del otro Camps, se acerque a su fin.

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Es evidente, como recordó el viernes Isabel Bonig, que los dispendios en restaurantes de postín no constituyen un delito en sí mismos, ni son motivo de una investigación judicial, al menos de momento. Pero no es menos evidente que el Partido Popular de la Comunitat Valenciana tendrá que mirar con lupa qué hace con el que fuera número 4 de su lista por Alicante en las elecciones del 20-D. Las posibilidades de que Gerardo Camps repita en la candidatura que, presumiblemente, encabezará de nuevo José Manuel García-Margallo, se han reducido a la mínima expresión. El peligro para el PPCV no son los daños colaterales de las facturas del Gerardogate; el verdadero riesgo para los populares valencianos -y para el propio Camps- es la posibilidad de que acabe directamente salpicado en alguna de las causas judiciales en las que está inmerso el partido más votado de la Comunitat Valenciana.

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