BURGUERA
Viernes, 20 de mayo 2016, 01:07
Toda escenificación de cese de hostilidades llega a consecuencia de una guerra. El líder de los socialistas españoles y candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, viajó ayer a Valencia desde Berlín para intentar representar la firma de un tratado de paz con el presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, Ximo Puig, con el que ha mantenido un serio desencuentro durante las últimas semanas a cuenta de las listas al Senado para las elecciones generales del próximo 26 de junio.
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El secretario general del PSOE volverá la semana próxima a la Comunitat en un acto de campaña. Para poder ofrecer entonces un mensaje electoral nítido, antes había que resolver una turbia contienda que ha puesto a los socialistas valencianos contra las cuerdas, desautorizados desde Madrid, desnudos ante sus socios en el Consell, Podemos y Compromís, con los que Puig se las prometía muy felices en una lista conjunta que en Ferraz se interpretó como fuego amigo, una extraña provocación con acento valenciano después de meses valdíos de negociaciones con los podemistas para conquistar la Moncloa.
«Ximo hizo lo que tenía que hacer y Pedro también. Y ahora a trabajar», señaló ayer a las puertas de Blanquerías una de las fieles de Puig, deseosa de que se pase página, necesitados todos, socialistas madrileños y valencianos, de que las heridas dejen de sangrar. Otra cosa es que se cierren. Para que cicatricen habría que coser, y el hilo está roto. En Blanquerías consideran que falta sensibilidad federalista en Madrid, y en Ferraz contemplan con incredulidad que Puig no realizase ni el más mínimo gesto de solidaridad con Sánchez cuando Podemos y Compromís votaron en abril contra el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Aquel punto de inflexión quiso transformarse ayer en un punto y aparte, pelillos a la mar.
Sanchez llegó a Valencia a mediodía, acudió a un restaurante del Ensanche a eso de las 15 horas y tras una comida y sobremesa de 90 minutos se encaminó al Palau de la Generalitat. El candidato socialista quiso rebajar la tensión generada en las pasadas semanas. Se reunió con Puig por espacio de apenas media hora en el palacio presidencial. El jefe del Consell le regaló una edición, en dos volúmenes (uno en valenciano y otro en castellano), del Tirant lo Blanch. Pasearon por la calle Serranos hasta la sede del PSPV, rodeados de cámaras, conversando y sonriendo con cierta contención.
Una vez en Blanquerías, Sánchez y Puig presentaron un documento 'Un sí por la Comunitat Valenciana', que plasma el compromiso del PSOE con las reivindicaciones valencianas del Consell encabezado por el líder del PSPV. Lo presentaron al alimón ante los candidatos al Congreso y al Senado de las tres provincias y la Ejecutiva del PSPV.
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Empezó Puig enumerando las promesas para los valencianos de lo que ocurriría si Sánchez llega a la Moncloa. «Por primera vez en la historia de la democracia, un candidato a presidente plantea con total claridad un compromiso con la Comunitat», recalcó el socialista valenciano, para quien esas buenas intenciones debe servir de empuje para lograr «un gobierno aliado en España» frente al «Gobierno hostil de Rajoy». Cuando le llegó el turno al candidato despachó un discurso en un tono muy positivo respecto a los logros del Consell durante el año en el que Puig lo ha presidido, siguió recordando la importancia de las elecciones del 26 de junio señalando directamente al PP como el rival a batir y dejando un recado contra los «extremos» (el popular y el que representa Podemos, pero sin mencionarlo). En ese momento, Sánchez hizo un aparte en la perorata política y entrar en el asunto, en lo mollar, en lo que le había traído a Valencia.
«Me gustaría reconocer tu figura. Eres un extraordinario compañero y un extraordinario presidente de la Generalitat. Defiendes con pasión tus ideas y cuentas con mi apoyo y el aprecio entusiasta del secretario general del PSOE», señaló ayer Pedro Sánchez dirigiéndose directamente a Puig, mirándole a los ojos. El gesto provocó el alborozo de la concurrencia militante del PSPV, que aplaudió con el ansia del que desea ver el final feliz de una comedia romántica con bronca previa de la pareja protagonista. Ya puestos, se echaron de menos los violines.
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Puig detalló que el documento compromete a que en la próxima legislatura se acometan todas las obras pendientes del Corredor y plantea «por primera vez una solución a la infrafinanciación y a su resultado en forma de deuda en los últimos veinte años». Igualmente, contempla estudiar la retirada de todos los recursos de inconstitucionalidad presentados por el Gobierno para «desbloquear la deslealtad entre instituciones» y apoyar la reforma del Estatuto de Autonomía.
Sánchez se compromete también a «desbloquear» el «barco de la esperanza» para traer a la Comunitat 1.400 refugiados y que ha sido «torpedeado» por el Gobierno. «Es un paso trascendente para mejorar la vida de los ciudadanos a través de una alianza entre el Gobierno y la Generalitat y un ejemplo de acción conjunta de las políticas», ha defendido Puig.
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