Hora cero

Estamos ahora mismo en el mismo lugar en el que nos encontrábamos con Ikea hace unos años, pero con dos diferencias: una parte sí ha cedido, al rebajar a la mitad la superficie comercial prevista en la actuación y modificar su formato a algo más 'amable'; y ya no somos dueños de nuestros destinos, puesto que la decisión no se tomará en Alicante, sino en Valencia y váyase usted a saber Dios lo que querrán para nosotros.

Por eso el Ayuntamiento está nervioso con el tema y quiere cuanto antes que se rechace y vuelva a la ciudad la decisión.

La famosa figura de la Actuación Territorial Estratégica, que iba a ser la panacea de la inversión extranjera en la Comunitat, ha devenido en un monstruo que solo ralentiza la toma de decisiones y, encima, a distancia.

La exalcaldesa Sonia Castedo prometió que sería una realidad en meses. Sí, por lo menos en los 24 que han pasado desde que se mandó a Valencia el expediente.

Y lo que te rondaré, rubia, parece decir la Generalitat socialista, como antes se lo dijo la popular. Aquí no hay colores, sino oportunidades políticas que es algo que no entienden los empresarios de bien, más cuando son extranjeros.

La llegada de una marca como Ikea debía ser motivo de alborozo generalizado en la ciudad. Entiendo también a los comerciantes, que temen que se les escape el poco negocio que tengan a unos kilómetros más allá. Defienden lo suyo, al fin y al cabo son tan empresarios como los suecos y no se deben a nadie más que a ellos.

La Administración, no tanto. Más allá de los vaivenes judiciales sobre la tramitación del proyecto (a ver qué es lo que acaba antes), el tema de Ikea debía estar cerrado hace mucho tiempo. Diálogo ha habido, informes a favor y en contra de las mismas administraciones, también. Ahora queda tomar una decisión. No hay más. Es la hora cero. Porque, después, tenemos el riesgo de que la carroza se nos pueda convertir en calabaza.