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Los costaleros llegan con la imagen de La Purísima hasta el altar instalado en la Plaza de la Constitución. :: alberto aragón

La ciudad aclama a su Purísima

El obispo, Jesús Murgui, impuso a la virgen la misma corona de 1966 entre salvas y emoción

Francisco Reyes Prieto

Domingo, 29 de mayo 2016, 01:03

Histórica jornada la que vivió ayer Torrevieja con la celebración principal del cincuenta aniversario de la coronación canónica de la imagen de La Purísima Concepción, patrona de la ciudad, que recibió un multitudinario homenaje que comenzó a las seis y media en punto de la tarde y se prolongó hasta bien entrada la noche, por la celebración también de una procesión de gloria y acción de gracias que sacó a la calle a miles de torrevejenses, residentes y turistas.

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La coincidencia en gran parte de la noche de la final de la Champions League, provocó que muchas personas compaginaran su asistencia con el apasionamiento del fúbol. La Plaza de la Constitución, el mismo lugar donde el 29 de mayo de 1966 el entonces obispo de Orihuela, Pablo Barrachina, impuso la corona-aureola, como símbolo de la coronación canónica de la patrona salinera, fue de nuevo ayer el centro neurálgico de esta celebración solemne.

Casi seis mil metros cuadrados de la plaza y las calles adyacentes a esta se convirtieron en una auténtica iglesia al aire libre, con un escenario colocado mirando hacia la calle Concepción, donde se ofició una solemne eucaristía que estuvo presidida por el titular de la Diócesis, Jesús Murgui, quien tuvo el privilegio de imponer de nuevo la misma corona, llamada cariñosamente 'de los barcos' por llevar entre sus exornos dos reproducciones de barcos de sal.

El prelado se dirigió a la trasera del paso en el que llegó la virgen descubierta y accedió a ella recorriendo los mismos escalones de la pequeña escalera que fue utilizada en aquella histórica fecha de la década de los sesenta del siglo pasado, que se ha conservado desde entonces. En ese momento tronaron en el aire cincuenta salvas de pólvora, una por cada uno de los años transcurridos desde que la virgen fue coronad, al mismo tiempo que sonaba en las voces del Orfeón de Torrevieja, acompañado también por la Orquesta de Cámara de la Sinfónica de Torrevieja, el himno de la ciudad de Ricardo Lafuente y el cielo se llenaba de aleluyas que fueron lanzadas desde los balcones de los edificios situados en torno a la plaza. Fue justo después de la coronación cuando cayó un aguacero pero el acto continuó de todas formas.

El momento fue de una enorme emoción para las muchas personas que llenaron la plaza, que estallaron en aplausos y muchas de ellas rompieron en lágrimas en una verdadera comunión con la venerada imagen de la que es considerada madre de los torrevejenses. Antes de producirse el esperado momento de ceñir sobre la imagen de la patrona local la corona que fue sufragada por suscripción popular y diseñada por Tomás Valcárcel, el arcipreste de Torrevieja y párroco de la Purísima, Manuel Martínez, dio lectura a la oración de la «consagración de la ciudad de Torrevieja a la Santísima Virgen», en la que entre otras hizo una referencia a lo mucho que ha cambiado la localidad en este medio siglo. «Cinco décadas de ferviente y sincera devoción, de unión de hijos de diferentes formas de pensar», dijo Martínez en los momentos previos a la coronación, prestando gran atención todos los asistentes a la misa en la que concelebraron una veintena de sacerdotes que durante este tiempo han ejercido su ministerio en la ciudad, junto con otros que lo hacen actualmente y con los nacidos en el municipio salinero.

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La virgen llegó en una solemne procesión de entrada y realizó el recorrido inverso al de la tradicional procesión del Encuentro de Resurrección, para acceder a la plaza por la calle Concepción, precedida por la corona que se le impuso, portada a hombros por niños y por las cruces de las siete parroquias católicas de la ciudad, que ayer no celebraron misa para que todo se concentrase en torno a La Purísima. La venerada imagen, sencilla como es, en su trono pequeño, fue el centro de todas las miradas, situada esta vez en una nube de más de ciento cincuenta hortensias azules y blancas junto a otras trescientas rosas blancas llegadas expresamente desde Holanda y colocadas como siempre con gran primor por la Floristería Carmina.

La primera ofrenda cantada llegó a las puertas del Teatro Municipal y estuvo a cargo de la Coral Manuel Barberá que interpretó el 'Ave María' de Caccini. La banda de la Unión Musical Torrevejense fue quien dio acompañamiento a la virgen en su primer tramo y al llegar al altar de la plaza se interpretó la habanera 'Torrevieja', que provocó entusiasmo y emoción en el instante en que La Purísima fue colocada en su lugar para la celebración de la misa.

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La parte musical fue sin duda una de las grandes protagonistas de la ceremonia religiosa. La misa se inició con el himno a La Purísima, de Vicente Pérez y Santiago Quinto, a cargo del orfeón y la orquesta dirigida por José Francisco Sánchez, que tuvo una extraordinaria actuación, que culminó con la interpretación del 'Aleluya' de Häendel para dar paso después a la Procesión de Gloria. Entre aplausos y vítores se incorporó el trono de La Purísima portado en sus diversos tramos tanto por hombres como por mujeres y estuvo acompañada por la banda Ciudad de Torrevieja-Los Salerosos.

Para la realización de esta enorme celebración que supone un hito histórico en el municipio, fue necesario un complejo dispositivo impulsado por la Asociación Hijos de la Inmaculada y la comisión organizadorade la efeméride, quien cumplió hasta con el más mínimo detalle y seguridad, gracias a la colaboración tanto del Ayuntamiento, la Diputación Provincial y más de sesenta voluntarios de diferentes edades. Asimismo un buen número de empresas y no pocos particulares se han volcado en la organización de la conmemoración. Las 1.700 personas que ocuparon silla en la plaza recibieron la bolsa del peregrino, que entre otras cosas llevaba una vela con la que alumbrar a La Purísima en su histórico recorrido después de ser aclamada por los torrevejenses.

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