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Estocada triunfal. David Fandila 'El Fandi', en la ejecución de la estocada trasera a 'Esaborio-36', que le valió las dos orejas y la vuelta al ruedo para el toro.
Totum revolutum

Totum revolutum

El Fandi y Cayetano salen a hombros en una tarde en la que el temple se ausenta y Paquirri se muestra anodino, a tono con un lote de escasas opciones

MIGUEL DE CLARA

Viernes, 15 de junio 2018, 12:33

Un revoltijo de cosas sin orden ni concierto. Un totum revolutum. Esto es lo que ocurrió ayer en la plaza de toros de Alicante. Faenas compactas, ni una. Ausencia de temple, casi total. Mínimas, muy mínimas, las excepciones. Al igual que el nivel de exigencia. ¿Pases? Muchos. No. Muchísimos o más. ¿Tercio de varas? No. Simulacros, picotazos... Sí. ¿Toros con clase? Sólo uno: 'Esaborío-36'. Y cómo sería que dentro de cómo son las faenas de El Fandi, llegó a lucirlo y fue premiado con la vuelta al ruedo. Aun con todos esos condicionantes, El Fandi y Cayetano salieron por la Puerta Grande. A la eficacia con el estoque y al buen público alicantino se lo deben.

  • Ganadería.

  • Cuatro toros de Hermanos García Jiménez y dos -4º y 5º- de Olga Jiménez, desiguales de presentación y de juego dispar. Deslucido, el 1º; manejable, el 2º; desclasados, 3º, 5º y 6º. Silenciados en el arrastre, salvo el 5º (Esaborío-36), premiado con la vuelta al ruedo.

  • Pesos.

  • 470, 525, 520, 531, 504, 491 kilos

  • Francisco Rivera 'Paquirri'. De azul purísima y oro. Pinchazo y descabello (silencio). En el 4º, pinchazo, media estocada tendida y siete descabellos (silencio tras aviso).

  • David Fandila 'El Fandi'. De añil y oro. Estocada baja (oreja). En el 5º, estocada trasera (dos orejas tras aviso).

  • Cayetano. De grosella y azabache. Estocada (oreja). En el 6º, estocada (oreja).

  • Incidencias. Primera de abono de la Feria de Hogueras. Lleno.

David Fandila 'El Fandi' no escatimó esfuerzo a la hora de agradar. Estuvo variado con el capote al recibir a 'Jacinto-52', que apenas fue picado. Lo quitó por chicuelinas y dos de ellas, rodilla en tierra. Desigual con las banderillas: ajustado el primer par, con cierta ventaja el segundo y al violín el tercero, del que salió trastabillado y cayó en la cara del toro, afortunadamente sin consecuencias.

Sin temple comenzó la faena de muleta. Le siguió su habitual efectismo llevando a la res a media altura, sin profundidad alguna. Pases, pases y más pases. Ausente la estructura de faena. A falta de ésta, recursos y más recursos para ganarse a los tendidos. Un oasis en un desierto: hubo dos derechazos en los que sí bajó la mano. La estocada baja le valió una oreja.

Más de lo mismo ocurrió con Esaborío-36. Apenas picado, lo quitó del caballo por lopecinas con su peculiar concepción ayuna de pausas. La explosión de 'El Fandi' llegó en banderillas, donde colocó hasta cuatro pares con su habitual alarde de facultades. Otra cuestión es la pureza de esta suerte. Con la muleta lo que es correr la mano... Bueno, a su manera. Volvió al efectismo. Esta vez apoyado en las encastadas embestidas del cuatreño, lo que ayudó a la conexión con el público. Larga fue la faena en la que abundaron los enganchones, sobre todo en el tramo final. No importaba. La batalla la ganó la cantidad a la calidad. Y como además, anduvo certero con el estoque, dos orejas más a su esportón.

Voluntarioso Cayetano

Cayetano acompañó a El Fandi en la salida en hombros por la contundencia con la espada, lo que le supuso un salvaconducto para el triunfo. Otra cosa es torear y concebir una faena con estructura. Lo de hacerla en una baldosa queda lejos. Ayer, Cayetano recorrió los distintos tendidos para acabar de conjuntar su actuación.

Su primero, 'Vecino-53', anduvo escaso de fuerzas. Por lo tanto, el del castoreño simuló la suerte de varas. La falta de clase la volvió a evidenciar en banderillas soltando la cara. Con la muleta anduvo voluntarioso Cayetano, además molestado por el viento. Una tanda en redondo fue lo más destacada antes de que el toro cantara su mansedumbre. Pero como la espada todo lo tapa...

Sí hubo temple en las verónica de recibo a 'Carcelero-55', que tampoco fue picado. De ahí que su calamocheante embestida dificultara el toreo de Cayetano, aunque hubo empaque en los ayudados por alto de corte clásico con los que comenzó la faena. Detalles de su concepto en el toreo en redondo. También, y por momentos, falto de temple. Al natural, más de lo mismo. Tanto cuidado en su trayectoria, parece que no le ha ido bien a un torero del que se esperaba mucho más. Volvió a estar acertado con la espada para que en las fotografías se le vea cruzar el umbral de la Puerta Grande. Se esperaba más de Cayetano.

Desdibujado Paquirri

Paquirri no está en un buen momento. Esto no es de los últimos meses. Lo volvió a evidenciar en Alicante. Lejos queda aquel torero que ilusionó en sus primeras temporadas. ¡Qué se le va a hacer! Recibió a 'Veraneante-49', el toro que abrió la Feria de Hogueras, sin mucho ajuste. Otro que se fue sin picar. Desconcierto en el tercio de banderillas que el toro terminó acusando.

Con la muleta lo pasó Paquirri por ambos pitones, sin que nada emocionara. Pases, pases y pases vaciando las mortecinas embestidas. Y es que sin toro, poco se puede hacer. Al final, lo que le faltaba al de los Hermanos García Jiménez lo puso él, tomando el camino del efectismo. Si hubiera estado acertado con el estoque, habría paliado su anodina actuación.

Al cuarto, 'Descreído-18,' sí le propinaron un duro puyazo en el caballo. Tuvo un viaje corto en la muleta, como ya evidenció en el tercio de banderillas. Paquirri volvió a desarrollar una faena larga, sin ligazón, sin la necesaria estructura. Cómo sería que hasta el buen público comenzó a silbarle. Una respuesta que se acentuó con el mal uso de los estoques. Por aquello de rivalizar con su hermano, si es que esto puede suponer un argumento, se justifica la presencia de Paquirri en Alicante. Además de eso, poco o nada más. Lástima.

Una doble lectura de la tarde: el buen público se lo pasó en grande. Disfrutó con El Fandi y su alardes, sobre todo en banderillas. Se entusiasmó con su sucesión de molinetes, con sus desplantes, con su ausencia de relajo, con sus prisas y sus ganas de agradar. Gozó viendo tan cerca a dos toreros que suelen salir en las revistas del corazón. Abundaron los piropos y las muestras de cariño hacia ellos. Hasta ahí todo bien. Pero el toreo es mucho más que eso. Se necesita, se precisa emoción. La que pone el toro, la consustancial a la lidia. Sin ésta, llega el pasa-toro que desdibuja lo que acontece en el ruedo. Y lo que es peor, cuando la lidia no es la adecuada ocurre como con el quinto: que al final, intuyes todo lo que puede dar de sí. No porque el torero lo haya mostrado atendiendo al comportamiento en los distintos tercios, sobre todo el de varas. Y pasa lo que pasa, como el buen público no está acostumbrado a ver un tercio de picar como mandan los cánones, éste acaba convirtiéndose en un mero trámite.

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