J. C. FERRIOL
Miércoles, 29 de junio 2016, 01:51
El 26J ha dejado heridas en los partidos firmantes del Acord del Botànic. De puertas afuera, el discurso es el de que los comicios del pasado domingo eran generales, no autonómicos, y que los resultados no son extrapolables a unas elecciones a la Generalitat. Pero de puertas adentro, la preocupación se ha adueñado de algunos de los principales cargos de PSPV, Compromís y Podemos. En estos partidos se asume que si bien pueden no ser los causantes directos de la caída de voto de su partido y del crecimiento del PP, no es menos cierto que la acción del Gobierno autonómico no ha contribuido a evitar ese nuevo escenario.
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«El Consell tiene que mejorar y va a mejorar». Las palabras no son de ningún observador más o menos alejado del Palau de la Generalitat. Las pronunció ayer su inquilino, Ximo Puig, al ser preguntado por la incidencia de los resultados electorales del pasado domingo. La cita de los días 8, 9 y 10 en Torrevieja, la reedición del seminario de comienzos de año en Morella, pretende visualizar ese nuevo impulso que el Consell introducirá a su gestión.
La reunión trabajará la imagen de cohesión en el seno del Gobierno valenciano, deteriorada durante estos primeros doce meses por las rencillas entre algunos de sus miembros -el caso de Mónica Oltra y Carmen Montón es el más evidente- y por el desgaste de los titulares de algunas carteras, con el de Economía, Rafael Climent, como ejemplo más claro. Pero los cambios a los que tendrá que hacer frente el tripartito no se limitarán a la mejora de las relaciones personales entre consellers.
Las fuentes consultadas por este diario admiten «errores infantiles» cometidos por el Gobierno valenciano de Ximo Puig durante su primer año de mandato. Imprecisiones que han tenido que ver con la incapacidad para poner en valor algunos de los acuerdos adoptados por el Ejecutivo -se cita Xarxallibres, pero también el final del copago o la universalización de la sanidad-, y al mismo tiempo, la falta de solvencia para pasar página de algunas de las polémicas que han acompañado la gestión del tripartito. «No hemos sido capaces de articular un discurso en positivo», se proclama.
La gestión de Puig ha venido marcada por la falta de capacidad financiera y también por posicionamientos cuasifundamentalistas en algunos asuntos que han derivado en profundas polémicas. «Cuando no estamos con el bou embolat, nos dedicamos al día del orgullo o a los horarios comerciales. No salimos de una y nos metemos en otra. La gente no entiende nada», admite un alto cargo. «Si los socialistas no somos nacionalistas, debería de notarse. No podemos tener complejos a estas alturas», señala un cargo, que lamenta el «complejo» que parecen arrastrar los socialistas.
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Del retrato que se hace del Gobierno valenciano, uno de los aspectos más señalados es el que tiene que ver con los problemas que genera la estructura del Consell. Por una parte, se cuestiona la capacidad de gestión que concede la limitación de asesores con los que cuenta cada conseller. «Con un jefe de gabinete, un asesor de prensa y otro parlamentario, prácticamente no queda margen ni para responder a los correos», se señala. Otra fuente, en cambio, subraya que esa situación, recogida en el Acord del Botànic como limitación de personal eventual, no puede servir de excusa. «El problema no es de número. No hay más que mirar todos los asesores de que dispone el presidente y sin embargo su gestión tampoco tiene visibilidad. El problema es de la capacidad de esos asesores», se remarca.
La cartera de Transparencia
Las fuentes consultadas por este diario advierten de un problema vinculado a la propia arquitectura del Gobierno valenciano. «Transparencia no debería de ser más que una dirección general», se reconoce en alusión a la cartera que dirige Manuel Alcaraz, «y mientras tanto, departamentos como Economía se apelotonan junto a las competencias de Industria y Empleo».
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Las críticas a la estructura del Ejecutivo valenciano salpican también al engordamiento de Presidencia , paraguas bajo el que se agrupan competencias tan diversas como las vinculadas a Turismo, Relaciones con Les Corts y Emergencias, o el protagonismo que se concede a Justicia, «pese a que es un área que podría formar parte de otra conselleria». Estas fuentes consideran que Puig debería de plantearse la posibilidad de aumentar el tamaño del Consell. «Los directores generales se creen que son jefes de servicio y se equivocan. Están ahí para hacer política», se remarca.
Entre las áreas «controvertidas» de la gestión del Consell, la de Agricultura y Medio Ambiente es una de las más señaladas. Las políticas proteccionistas del monte impulsadas por el departamento que dirige Elena Cebrián han generado las críticas de numerosos ayuntamientos, que reprochan las dificultades que esa conselleria les pone a la hora de limpiar los montes y habilitar cortafuegos.
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