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MIGUEL DE CLARA
Domingo, 3 de julio 2016, 00:33
Se respiran varios de los conceptos que atesora el toreo al entrar a la habitación del Vithas Hospital Perpetuo Socorro que ocupa Manuel Escribano, el torero herido de máxima gravedad por Madroño-59, de la ganadería de Adolfo Martín, en la tarde del 25 de junio en la plaza de toros de Alicante. Familia, con el amparo de sus padres Paco y Lola, y el de su novia Estefanía. Esta idea extrapolada a los integrantes de su cuadrilla que el pasado jueves regresaron a Alicante para darle ánimos a su jefe de filas. Solidaridad, al preguntar por el buen número de visitas y de comunicaciones interesándose por la salud del diestro. Respeto, como la sensación que dejaron los alumnos de la Escuela Taurina Municipal de Alicante interesándose por el triunfador de la temporada de 2015. Admiración, como el una familia de aficionados navarros que visitaron al torero y que no estarán en San Fermín «porque Escribano no podrá torear los miuras el día 14». Si a ello se le suma la escrupulosa atención del doctor José María Reyes, se tiene el conjunto de estímulos necesarios para que el regreso de Escribano a Sevilla esté programado para mañana lunes.
- ¿ Cómo ha pasado esta última noche -la del viernes al sábado-?
- Un poquito mejor que las anteriores, aunque tengo que tomar calmantes para conciliar el sueño. Es lo más desesperante. No acabo de encontrar la paz y se me hacen interminables.
- Y durante el día, muchas horas muertas.
- Y sin tener nada que hacer, salvo los ejercicios de rehabilitación. Lo que quisiera es poder comenzar a sentir la pierna -en este momento de la conversación mueve Escribano los dedos del pie derecho, lo que es un motivo de sonrisa en el torero-, valerme por mí mismo y, con sacrificio, poder estar a punto lo antes posible.
- Esta paulatina recuperación hace que su regreso a Sevilla esté previsto para el lunes.
- Valorando las atenciones que he recibido aquí, sí es un motivo de alegría. Eso sí, continuarán las curas y las sesiones de fisioterapia. Pero, al menos, estaré más cerca de los míos.
- ¿Esperaba tantas muestras de afecto aun estando tan lejos de su Gerena natal?
- No, por supuesto. Es algo que me emociona y de lo que me siento orgulloso. Muchas personas han estado pendiente de mí, algo que agradezco y de qué manera. No es un tópico, no. Pero no tengo palabras para expresar mi gratitud.
- Y de todas ellas, por lo llamativo, la palmera hinchable con el nombre de Datilero, el toro de Miura que le situó en el circuito de las ferias, que los integrantes de su cuadrilla le regalaron esta misma semana en un visita-relámpago.
- Me sorprendieron y emocionaron. Se ha demostrado, una vez más, que constituimos una gran familia. Ellos mueren por mí, y yo por ellos.
- Otra de las visitas singulares fue la de los alumnos de la Escuela Taurina Municipal de Alicante con el director Arturo Blau y el profesor Luis Valero 'El Germi', al frente. ¿Qué le dijeron los chavales? ¿Qué les comentó?
- Fue algo bonito y sentido. Mostraron su preocupación pero lo hicieron sin preguntar nada. Todo desde el más absoluto de los respetos. Estuvieron muy correctos. Les pregunté por su preparación y respondieron, casi con timidez
- Hagamos un ejercicio de tauroficción. ¿Con qué compañeros le gustaría alternar en la Feria de Hogueras de 2017?
- Paco Ureña y Palazón se comportaron como auténticos compañeros el pasado 25 de junio. Han conocido, como es mi caso, las dificultades para abrirse paso en esta profesión. Mi admiración y respeto hacia ellos, vaya por delante. Ahora bien, sí me gustaría poder compartir esa tarde, la de mi regreso a Alicante, con Jose Mari Manzanares.
- Un día antes del 25 de junio, había un señor en las inmediaciones de la plaza de toros, con su cuerpo pintado de rojo y con un megáfono. ¿Qué le diría?
- Que nos deje tranquilos. Desear la muerte a una persona, debería estar penado. No se pueden permitir las amenazas de muerte en público. Me parece una bestialidad y una locura que se prefiera la muerte de un ser humano a la de un animal. No parece que esa preferencia tenga que ver con lo que debe ser una persona.
- Ante esa postura, Manuel Escribano dignificó en Alicante la vocación de torero en la plaza
- Y es que el toreo es de verdad. Aquí uno se juega la vida sin mentiras. Se puede pasar de la gloria al infierno en un segundo. En una misma tarde se puede conjugar el éxito más grande con el drama más inesperado.
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