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Christina Rosenvinge posa sentada al piano.
«No quiero ser musa, son pasivas e incapaces de crear algo por sí mismas»

«No quiero ser musa, son pasivas e incapaces de crear algo por sí mismas»

cantautora, productora musical y actriz

Pedro Rojas

Domingo, 10 de julio 2016, 00:50

Elegante, sutil, delicada y terriblemente perfeccionista. En constante búsqueda de la palabra exacta, anhelando belleza, tejiendo recuerdos al pentagrama en el salón de casa, exorcizando fantasmas en vaqueros y camiseta, convencida de no mirar atrás, combatiendo miedos con golpes de piano y de guitarra. La voz rubia de Christina Rosenvinge gana todas las batallas, también cuando te grita. Tres décadas de honestidad musical han servido para que otras mujeres más jóvenes se atrevan ahora a rebelarse contra el machismo rancio que todavía ensucia una industria que se empeña en convertir en vulgar mercancía lo que debiera ser arte. Referente de calidad casi siempre, su mitad danesa le ordena la vida y la otra, la que comparte con el resto de españolitos, tira de ella hacia arriba. La propuesta intimista que exhibirá el 15 de julio en el baluarte de la mina del Castillo de Santa Bárbara servirá para confirmar que 52 años saben a gloria bendita, que los desengaños amorosos no son rupturas sino desgarros; que la 'nada anda y manda andar...' Velkommen.

  • Será el 15 de julio, a las 20.15 horas, en el baluarte de la mina del Castillo de Santa Bárbara de Alicante.

  • Se pueden comprar 'on line' en ticketbell.com y livetheroof.com y en el facebook de

  • Meet&Live.

  • Sólo un centenar de personas podrán a sistir al concierto de la cantautora madrileña, que planteará un formato minimalista de voz, piano y guitarra.

-Un año después de la publicación de 'Lo Nuestro', ¿en qué punto se encuentra de la gira que ahora llega a Alicante?

-Está en un momento muy bueno porque las canciones han madurado mucho, han cambiado, han ganado en profundidad y en potencia.

-¿Lleva la cuenta de los conciertos que ha dado en su vida?

-No (risas). Sólo sé que con 'Lo nuestro' he dado muchos con la banda y otros únicamente con el guitarrista (Emilio Saiz), y que hemos estado tres veces en Sudamérica y nos quedan otras tres vistas más allí antes de acabar el año.

-En Alicante va a tocar frente a 100 personas, ¿qué le parece el formato? ¿No es un tanto inquietante, no se siente vulnerable?

-Este tipo de conciertos los hago de una manera más libre, no se parecen en nada a los que damos con la banda. Las canciones cogen más metros y la puesta en escena es más experimental. Son conciertos más imprevisibles. Me gusta este formato porque al tener a la gente cerca las letras ganan en potencia y eso es bueno para mí porque trabajo mucho los textos.

-Serán usted, su guitarra, sus letras, su voz... ¿ahorro de costes o vacaciones del personal?

-(Risas). No, me ajusto al formato que exige un concierto de estas características, imagino que no nos hubieran dejado montar nuestro escenario en la terraza y meter una sobredosis alta de decibelios teniendo a la gente tan cerca.

-Con Charlie Bautista como productor había dado con una eficaz fórmula creativa y sonora que conjugaba belleza y éxito y, curiosamente, decidió aparcarlo para autoproducirse junto a Raül Fernández 'Refree', ¿inconformismo natural o crisis de los 50?

-(Leve sonrisa). Simplemente no coincidimos. Cuando yo estaba componiendo él estaba trabajando en otras cosas, tocando en otros proyectos y, de hecho, Raül entró a sustituir a Charlie.

-Entonces, ¿hay posibilidad de reencuentro?

-(Pausa) ... no lo sé. Ahora estoy tocando con Emilio Saiz, que es un guitarrista extraordinario, y el resultado es diferente. Enriquece mucho tocar cada vez con gente distinta. Con Charlie el sonido era más tradicional y Emilio se acerca al rock vanguardista. De vez en cuando hay mucha improvisación y eso te ayuda a seguir creciendo, a evolucionar.

-Escuchando detenidamente 'Lo Nuestro' cae uno en la cuenta de que el desamor ha perdido el protagonismo que tuvo en anteriores trabajos suyos, ¿es casual?

-El desamor, literariamente, es un tema muy agradecido para escribir canciones, más incluso que el amor. El desamor me parece una frivolidad y ya no me sale escribir de ello. El mundo cambia, se mueve y tú te mueves con él. Ahora mi momento es otro y no se puede estar siempre escribiendo sobre lo mismo.

-8. Decía Camilo José Cela que una gran obra artística conlleva una gran soledad personal, que el artista crece en el vacío, ¿qué opina? ¿El tormento es necesario para el artista?

-Por favor, no le digas tormento (risas), no creo que la soledad sea tormentosa. Pero es una grandísima verdad que hay una enorme soledad en este tipo de trabajos. Sin ir más lejos, hasta hoy, llevaba cuatro días en casa componiendo sin ver ni hablar con nadie (risas). Este oficio exige mucha concentración, estar mucho tiempo metido en ello y para la gente que está a tu alrededor no es fácil sobrellevarlo, porque lo centras todo en la creación y no tienes cabeza para otras cosas, por eso es mejor hacerlo en soledad.

-Cantar es una excelente terapia, exorciza demonios, pero cómo afecta tener que cantar noche tras noche alguna historia que no relata buenos momentos personales?

-Gino Paoli (cantautor italiano de 81 años) me dijo el año pasado, en el homenaje que le brindó la 'Mar de Músicas' que, a pesar de estar ya muy mayor y cansado para viajar, se subía al escenario porque allí nunca estaba solo. Las canciones que tienen una raíz personal dolorosa dejan de doler cuando la gente las hace suyas, cuando las compartes pierden el poder de hacerte daño, como tú dices, las exorcizas.

-¿Qué le molesta que se diga de usted, qué etiqueta le acostumbran a colgar y no le gusta?

-No hay nada que haya leído de mí que sea realmente irritante (risas). Pero es verdad que hay una tendencia, y no sólo conmigo, a decir que somos musas de algo... pero sin saber exactamente qué es una musa. Es una figura vacía, que inspira a los demás, pero es una manera de asignarte un papel pasivo. Pero no se habla de 'musos', y los habrá, así que se potencia la idea de que los hombres crean y las mujeres sólo inspiran.

-Siempre se rodea de gente con mucho talento, ¿ego a prueba de bombas o sentido común?

-La música es un trabajo de equipo y no se llega a ninguna parte solo. Cualquiera que haga cosas interesantes las hace porque detrás también tiene gente con talento. Y espero que esa sea la norma, no la excepción.

-¿Por qué cree que le cuesta tanto a quienes confeccionan los carteles de los festivales incluir mujeres en ellos?

-Es una asignatura pendiente. Los programadores tienen miedo a no llenar los recintos y lo tienen por convencimientos tan profundos como equivocados. Aún se cree que la música de mujeres únicamente gusta a mujeres. Todo eso se resolvería si hubiera más señoras programando conciertos, que todavía son muy pocas. Pero pasa en todos los ámbitos, es lo que la ciencia define como techo de cristal, que en la música se traduce de esta manera.

-Resulta evidente que el feminismo sigue siendo imprescindible en este siglo, pero qué feminismo... le han echado tanta tierra encima a la palabra que parece peyorativa.

-Es verdad. Es muy necesario, pero la gente ignora sobremanera qué demanda el feminismo, creen que es lo opuesto al machismo y se equivocan, porque lo que busca el feminismo es que no haya machismo, apoya a las mujeres para que estén a la misma altura que los hombres. No debe ser una guerra de sexos, pero hay mucho reaccionario que no es capaz de entender una cosa tan básica como ésta. Y todo esto ocurre porque seguimos sin querer reconocer que vivimos en una sociedad sexista.

-Ha musicado cine, poemas, prosa, cuadros, incluso esculturas como la que inspira a La Tejedora, ¿alguna línea roja a la hora de crear?

-(Risas). Lo bonito del pop es su capacidad de reciclar ideas. Uno va leyendo, viendo, escuchando y luego transforma esas experiencias vitales en canción. Da igual si es baja o elevada cultura, eso lo elige cada autor, lo importante es ser capaz de darle forma creativa.

-Para componer, ¿mejor en casa, en pijama y pantuflas o con una actitud más beligerante?

-¿Beligerante? (Risas). No te diría en pijama y zapatillas, pero sí muy cómoda porque estoy muchas horas.

-Ha creado infinidad de versos, ¿hay alguno del que se sienta especialmente orgullosa?

-No hay uno solo, hay varios. Tengo muchas frases a las que me ha costado mucho llegar y cuando lo he logrado he sentido un alivio increíble. Una de las letras de la que me siento más orgullosa, por aquello de la terapia y el exorcismo del que hablabas antes, es la 'Absoluta nada' (9º corte de 'Lo Nuestro') porque la escribí en un momento en el que me preguntaba qué estaba haciendo con mi vida, con este viaje de correcaminos adolescente que emprendemos los músicos. Necesitaba renovar los votos con este oficio, saber por qué quería seguir componiendo, y lo conseguí con esta letra. Al último verso tardé en llegar mucho tiempo, di muchas vueltas por la casa y llegué a la conclusión de que lo hago como respuesta al vacío, para combatir la nada. Del vacío interior surge la necesidad de transformar los pensamientos en palabras. Antes o después todo el mundo ha de responderse una pregunta: ¿cuál es mi motor?

-Ha sido pionera. Su obra ha valido para que cantautoras que ahora triunfan se atrevieran a mostrar su música, ¿le reconforta?

-Es un honor. Me ocurre con cierta frecuencia que me encuentro con artistas, y no sólo músicas, que me cuentan que en algún momento les serví de inspiración para dar el salto al vacío y desarrollar su propia vena artística. Eso me enorgullece porque es una cadena, en su momento yo también busqué mis referentes. Los seres humanos somos monos e imitamos, por eso los modelos son muy importantes.

-¿Qué le hace feliz fuera de la música, lejos de los focos?

-Estar al aire libre, las excursiones, los paseos en bicicleta... el contacto con la naturaleza me llena de energía. Todo muy mundano, nada extraordinario.

-Pero viviendo en Madrid, intuyo que no le será fácil...

-Por eso lo considero un lujo.

-Y aunque tenía decidido no preguntarle por política para no arruinarle ninguna contratación, no he podido resistirme: ¿sabe ya quién ha tenido la culpa?

-No es fácil, porque la canción 'Alguien tendrá la culpa' es más una pregunta que una respuesta. Este país arrastra unas dinámicas de funcionamiento no democráticas que sólo la gente más joven será capaz de regenerar. Tenemos una democracia muy joven, y de todo lo que nos ha pasado y nos está pasando debería salir un país más honesto, tengo fe en el futuro, en el paso generacional. Dentro de 20 años seguro que vivimos una sociedad más solidaria.

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