Eva María Lahoz
Sábado, 30 de julio 2016, 00:34
Dispuesta a dar guerra en el Ayuntamiento, en Podemos y en los tribunales. Así se presentó ayer Nerea Belmonte en la rueda de prensa que ofreció para explicar su situación política, después de haber sido expulsada de Guanyar y de Podemos y de negarse a renunciar a su acta de concejal.
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Una comparecencia que estuvo marcada por la ruptura definitiva de las relaciones amistosas con sus excompañeros del equipo de gobierno que la edil escenificó en el Pleno del jueves al votar con PP, C's y el otro concejal no adscrito, Fernando Sepulcre, para tumbar una propuesta del tripartito.
Belmonte bloqueó con su voto en contra la petición de una subvención de 450.000 euros a la Diputación para ejecutar el parque de la Ciudad de la Justicia y el equipo de gobierno le echó en cara que votase «con la derecha».
Ayer, la edil lanzaba una clara amenaza a sus excompañeros: «Este gobierno tiene que entender que está en minoría y que lo que debe hacer es dialogar. Significa que si quiere que vote con él antes tengo que conocer la propuesta y eso no ha pasado. No me hicieron llegar la propuesta», aseveró.
Falta de información
La edil justificó su decisión en que no había recibido información sobre el proyecto en cuestión y que, dado que no forma parte, por el momento, de la Comisión de Urbanismo, «se me ha privado del derecho constitucional de participar», dijo, no pudo expresarse en la misma.
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Apuntó que esta «falta de diálogo» ya era algo habitual cuando formaba parte del equipo de gobierno. Y que no solo se da entre los compañeros, sino también «con los vecinos», ya que el proyecto presentado por Urbanismo no es el que ellos querían.
«Mi ideología es de izquierdas y no es difícil llegar a acuerdos conmigo. No soy yo la que ha perdido medio millón, sino ellos por no dialogar», señaló.
Además, critica que la llamen tránsfuga y asegura que va a demandar a todo aquel que le adjudique el apelativo. «Yo no soy una tránsfuga y voy a defender mi imagen y mi honor», señaló.
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Por los mismos motivos asegura que llevará «a los tribunales» a los integrantes de la comisión de garantías de Guanyar que decidieron expulsarla de la confluencia, así como a «otros integrantes de la formación» por «insultos y ataques» contra ella en las redes sociales, aunque no especificó a quiénes en concreto.
Asegura que el proceso que la expulsó de Guanyar fue «jacobino» y alega que determinaron que había incumplido el código ético de Guanyar pero «no aportaron ninguna prueba».
«Se me acusó de haber cometido irregularidades, pero lo cierto es que fue el propio proceso de Guanyar el que estuvo lleno de ellas», dijo, como por ejemplo, «errores en el censo que impidieron votar a muchas personas, la mayoría militantes de Podemos, falta de quórum en cumplimiento del reglamento interno o imposibilidad de un recurso».
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Belmonte tiene dardos envenenados tanto para EU como para Podemos. Justifica esta «caza de brujas» en que EU «quiere tener seis concejales en lugar de cinco, máxime teniendo en cuenta que en las próximas elecciones sus resultados no serán ni de cerca los de las anteriores».
También, en que nunca ha estado en el sector del secretario general de Podemos en la Comunitat, Antonio Montiel, sino «en el de las bases».
En referencia al proceso que ha culminado con su expulsión de Podemos, Belmonte asegura que va a recurrir la resolución de la comisión de garantías autonómica ante la estatal.
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Lo hará porque asegura que esta resolución se basa exclusivamente en que desobedeció a la gestora local cuando le pidió que dejase el acta, sin entrar a valorar la cuestión de fondo, es decir, la contratación de personas afines cuando era concejal de Acción Social. «No he hecho nada ilegal y no tengo por qué dejar mi acta», incide.
Y añade que no va a dejar que la pongan como «ejemplo de corrupción» o algunos la utilicen para decir que «Podemos es igual que el resto de partidos» o Podemos para «intentar demostrar que actúa de forma diferente».
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Además, no reconoce la autoridad de la gestora sobre ella, curiosamente, porque se presentó a las elecciones «como independiente». Y porque «es una gestora elegida 'a dedo' por Montiel, no por la militancia». Una gestora de la que ella misma formaba parte hasta que la expulsaron.
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