Guapa, guapa, guapa

¿Se acuerdan de aquel lema que se instauró durante el gobierno de la anterior alcaldesa, Sonia Castedo? Aquel que se refería a la imagen de Alicante. Tres veces guapa se llamaba a la ciudad. Parecía que se iba a invocar a Bitelchús o a algún otro ser del inframundo, pero aludía a tener una ciudad limpia, con una imagen digna de los que aquí vivíamos o de los que nos visitaban. Mucha controversia y mucha polémica hubo por las flores, las macetas y todo lo referente a dicha campaña.

Y digo yo, que a lo mejor preferimos tener muchas flores en las rotondas, en las farolas y donde uno se imagine, a tener la ciudad sucia y con una imagen poco adecuada. En los últimos días hemos visto cómo la avenida de Salamanca permanecía varios días llena de bolsas de basura junto a los contenedores de dicha vía, sin ser recogidos. O cómo la concatedral de San Nicolás, paso obligado de turistas y propios alicantinos, veía alterada su imagen con basura sin recoger o colchones tirados junto a sus muros. En noches como éstas, las de verano, propicias para ser alargadas y acabar una cena con un paseo por la zona y un helado en el mítico Peret no es la fotografía más idílica.

Nunca he estado en una comuna hippie, Woodstock me pilló lejos, pero parece que tenemos un 'remember' de aquella época por la plaza de Gabriel Miró. Hamacas colgadas entre árboles, gente medio acampada en el césped o lavando sus pertenencias allí mismo... solo falta la furgoneta de mil colores y el «paz y amor» en alguna pancarta.

Creo que no es la imagen adecuada para nuestra ciudad y menos en zonas tan céntricas y turísticas que deben servir de reclamo para todos aquellos que nos visitan. Y, por supuesto, para los que vivimos y disfrutamos de lo que ofrece nuestra ciudad. No sé si la solución es plantar flores por todas las zonas, pero el pasotismo seguro que no lo es.