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CRÍTICA DE CINE

Tradiciones del hinduismo

'Masaan' es una historia muy realista, un documento más para valorar la situación sociopolítica de este país asiático donde, lejos de las banalidades de 'El exótico Hotel Marigold', nos enfrentamos a la crudeza humana

Jaime Crespo

Viernes, 30 de septiembre 2016, 11:39

La India, el segundo país del mundo en población, es un Estado que se encuentra sujeto a unas fuertes tradiciones y restricciones en los aspectos sociales. A estas realidades de su país dedica Neeraj Ghaywan el metraje de su película, a partir de unos relatos donde se cruzan varios personajes.

El paisaje de su narración se centra en Benarés, a la orilla del Ganges, lugar donde en los ghats (piras funerarias) de Varanasi, se producen los crematorios de los difuntos, tarea que realizan las castas inferiores de la India.

La estricta jerarquía social, en su sistema de castas, establece los problemas de relación que tienen algunos jóvenes. El relato se centra en el amor imposible que un joven, aspirante a algo más que trabajar en el crematorio de sus progenitores, siente por una muchacha de casta superior.

Además, hay otros argumentos que, finalmente, acaban por tener afinidad. La curiosidad de una joven, por mantener relaciones sexuales, conduce a que su padre caiga víctima de la corrupción policial y que éste, tratando de conseguir el dinero del chantaje, casi obligue a uno de sus criados, un niño que busca cariño familiar, a bucear en el río buscando monedas, otra de las costumbres de los mayores, que apuestan al niño que mayor número de monedas obtenga en sus inmersiones.

Desaparecido, hace tiempo, uno de los maestros del cine hindú, Satyajit Ray, el cine que nos llega de este país es bastante escaso. De cuando en cuando nos han llegado cintas de Deepa Mehta ('Freda y Camilla', 'Fuego') y Mira Nair ('Salaam Bombay', 'La boda del monzón'). El premio Fipresci de la sección 'Una cierta mirada' conseguido en el Festival de Cannes del año pasado ha permitido que 'Masaan' haya tenido acceso a las pantallas.

Se trata de una historia muy realista, un documento más para valorar la situación sociopolítica de este país asiático donde, muy lejos de las banalidades británicas de John Madden en 'El exótico Hotel Marigold' y su secuela, nos enfrentamos a una crudeza humana que hace hincapié en las restricciones, la falta de opulencia y las carestías, donde se mezcla lo moderno de las técnicas informáticas con las carencias en otros menesteres.

Nos parece que la realización de Neeraj Ghaywan admite poco más del aprobado. En ocasiones, la monotonía de las incineraciones y otras costumbres, como las apuestas en las zambullidas de los niños en el Ganges, son reiterativas. Sin embargo, estamos ante una película que merece verse, siendo un testimonio directo y real, alejado del exotismo de otras producciones.

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