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J. A. MARRAHÍ
Domingo, 25 de septiembre 2016, 00:31
La matanza de dos bisontes decapitados en una reserva natural de Benagéber, en Valencia, ha conmocionado a los amantes de la naturaleza en la Comunitat. Al mismo tiempo, pone de relieve el problema de la caza furtiva, una de las hipótesis en el extraño caso. Científicos y aficionados a la caza consultados por este diario vinculan esta actividad ilegal con un afán desmedido por el trofeo, ya sea la cabeza, la cornamenta o los colmillos del animal abatido de manera clandestina.
La Federación de Caza de la Comunidad condena enérgicamente la desgracia de la Reserva de Valdeserrillas. «Es una auténtica barbaridad. Una atrocidad. El bisonte es un animal muy protegido y lo sucedido es comparable a irrumpir en el Bioparc y matar a un león o a una jirafa», describe un portavoz de la entidad. Precisamente son los clubes federados los que, en ocasiones, sufren la intrusión de los cazadores furtivos.
Y el perfil de esta oscura práctica en la Comunitat es muy claro. «Se trata de aficionados que, con licencia o sin ella, abaten especies protegidas, cazan en cotos sin permiso, fuera de los periodos permitidos o con métodos ilegales como veneno, cepos o lazos», describe un técnico forestal .
Su objetivo es la caza mayor y en la Comunitat son siete las especies más pretendidas por los furtivos: jabalí, ciervo, cabra montés, corzo, muflón, arruí y gamo. «El atractivo para ellos es el trofeo y, en especial, las cornamentas más grandes y vistosas o los colmillos de los jabalíes», añade el experto. De manera menos frecuente, abaten rapaces como águilas o buitres, que no se consideran especies cinegéticas y por tanto no se pueden cazar.
Para conseguir su objetivo, acostumbran a irrumpir de noche en cotos sin permiso ataviados con «luz de minero, ropa oscura y silenciadores en sus armas de fuego». Los espacios de la caza furtiva coinciden con las zonas donde habitan estas especies: los montes y sierras del interior de las tres provincias.
El logro de un trofeo no es ilegal si se siguen los procedimientos legales. Tampoco su venta. Su precio puede llegar a ser elevado. Por ejemplo, «por una cornamenta de un ciervo de 14 años puede llegar a pagarse cerca de 4.000 euros». La ilegalidad en los trofeos se produce cuando un cazador abate una pieza de manera clandestina y la lleva a un taxidermista que hace la vista gorda a la documentación que debe acompañar al animal muerto.
La clave de los taxidermistas
La Guardia Civil sigue de cerca la actividad de estos profesionales en investigaciones sobre caza furtiva. Igual que sucede con la compraventa de oro y joyas, la ley les impone un libro de registro a disposición de cualquier agente. Según la Conselleria de Medio Ambiente, deben constar «datos de procedencia de los animales, enteros o sus partes».
Además, quien aporta el trofeo o pieza de caza «está obligado a facilitar al taxidermista sus datos personales». Hoy en día hay medio centenar de taxidermistas en España y una decena de ellos, en la Comunitat. rechazar cualquier encargo que no venga acompañado del precinto del animal o la identificación del cliente que lo aporta.
Jorge Cassinello es investigador del CSIC en la Estación Experimental de Zonas Áridas. Detrás de la aparición de bisontes decapitados en Benagéber cree que se esconden «desalmados» con cierto «afán coleccionista» y «gran desconocimiento de los valores de este animal que habitó en la Península Ibérica». Cree que si el interés es la venta de cabezas, difícilmente lo lograrán al estar el caso bajo investigación.
La Comunitat, además de escenario de caza furtiva, es sendero para el tráfico ilegal de animales. Caviar, pieles de caimanes, lagartos y grandes serpientes, colmillos de elefante, cuernos de rinoceronte, aves exóticas, corales... «El negocio oscuro de fauna y flora mueve 27.000 millones de euros al año en el mundo, cifra sólo superada por el comercio clandestino de armas y drogas». Lo denuncia el responsable de especies amenazadas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Luis Suárez, quien sitúa el puerto de Valencia como puerta de entrada en Europa para este comercio clandestino.
«Nuestro país no se encuentra en el centro de las principales redes pero sí es protagonista como punto de recepción y redistribución a través de áreas portuarias como las de Valencia, Algeciras o Canarias», advierte el experto. La causa es la proximidad con las costas africanas y la especial relación con Iberoamérica, de donde proceden los animales y plantas ilegales.
El futuro de los bisontes en la Comunitat parece apagarse con el ataque a la Reserva de Valdeserrillas en Benagéber. «Antes de lo ocurrido pedimos el apoyo de la Generalitat para su seguridad y mantenimiento, pero no ha habido implicación por parte de Medio Ambiente», lamenta un portavoz. Tras la desgracia algunos ciudadanos están aportando donativos que la reserva acoge con los brazos abiertos y el compromiso de justificar que cada euro gastado será para los animales.
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