efe
Martes, 8 de noviembre 2016, 13:12
Investigadores del Instituto de Neurociencias han demostrado que la ley que relaciona la velocidad y curvatura en el trazado de los garabatos humanos está presente también en las trayectorias de la mosca de la fruta.
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El citado instituto es un centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic).
Según un comunicado de la UMH y del Csic, los resultados de este trabajo "aumentan la comprensión que se tiene del papel relativo de las estructuras neuronales, la mecánica corporal y el control sensorial en la generación de las trayectorias de movimiento".
El estudio, titulado "La ley de potencias de velocidad-curvatura en locomoción en larvas de Drosophila" (la mosca de la fruta), se ha publicado en la revista Biology Letters.
Según los investigadores, "se sabe desde hace más de 30 años que, cuando una persona escribe su nombre o hace un garabato en un papel, la velocidad del bolígrafo está relacionada con la curvatura del trazo mediante una ley de potencias".
"Esto quiere decir que, por muy rápido o lento que sea el movimiento, la relación matemática precisa entre velocidad y curvatura no cambia, lo que se conoce como invariante de escala", indica la nota de prensa.
El investigador del Instituto de Neurociencias Álex Gómez Marín ha explicado, según el comunicado, que "solo se conocía de la existencia de esta ley de control motor en primates".
"Ahora hemos descubierto que las trayectorias trazadas por la mosca de la fruta mientras busca comida también siguen esa ley", ha revelado.
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El Instituto de Neurociencias, en colaboración con la Università degli Studi di Roma "Tor Vergata" y la Fondazione Santa Lucia de Italia, ha usado técnicas de seguimiento conductual de alta resolución en entornos naturales controlados para probar que las larvas de la mosca de la fruta trazan trayectorias similares a los movimientos que los humanos emplean al dibujar garabatos.
Los investigadores han observado que la ley se mantiene en la gran mayoría de los individuos analizados, con su exponente 3/4, por encima de los 2/3 observados en los experimentos con humanos.
El descubrimiento de que este principio básico "no solo es sorprendente, sino que también abre la posibilidad en el campo de las neurociencias a diseccionar sus componentes neuromecánicos, a través del empleo de un modelo experimental con un cerebro mucho más reducido que el nuestro", según Gómez Marín.
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