Borrar
Hoteles en Benidorm | Cuando Benidorm se quedó con 10 hoteles

Cuando Benidorm se quedó con 10 hoteles

«Uno gana más dinero cerrado que abierto». La joya de la Costa Blanca languidece con traspasos de locales en primera línea y calles vacías

Arturo Checa y damián Torres

Valencia

Miércoles, 7 de octubre 2020

Martes, septiembre. 11 de la mañana. La avenida Europa nos lleva a la misma primera línea de la playa de Levante. En frente, la arena casi desierta. A derecha e izquierda, por lo menos cinco plazas de aparcamiento libres en las que estacionar el coche a tiro de piedra de hoteles y restaurantes. «Ha sido llegar y he dejado la monovolumen a la primera, lo nunca visto. Esto no parece Benidorm, ¡ni siquiera Alicante», exclama el gallego José mientras coge del brazo a Estrella. El batacazo que la pandemia del turismo ha supuesto para toda la Comunitat tiene su grandilocuente espejo en Benidorm. La joya de la Costa Blanca y uno de los imperios del turismo nacional se tambalea. Sólo hay que echar mano de un dato para comprobarlo. Lo apuntó la patronal Hosbec y lo confirman sobre el terreno: de los casi 150 hoteles que hay en la ciudad, quedan abiertos apenas una decena.

La puntilla ha sido la cancelación de los viajes del Imserso. «En el pueblo no va a quedar ni un sólo hotel abierto, allí vivían todos de eso, era el 80% de su clientela». Lo vaticina Ricardo Sánchez, director del hotel Cimbel, uno de los de más historia en Benidorm, camino del medio siglo de historia, uno de los pocos abiertos y afortunado en medio de la tormenta. «Ahora estaremos al 50%. En agosto llegamos al 70. La gente hasta te regatea el precio, ¡como si fuera esto un bazar! Pero hemos sacado hasta a 40 personas del Erte», explica mientras mira la concurrida piscina en primera línea de playa. No deja de gesticular parapetado tras una mascarilla con la bandera de España. «La cabeza me va a estallar, esto cambia continuamente. Si me dices que te hable del puente del Pilar, es pedirme que te hable a largo plazo. Esto del turismo se ha vuelto 'aquí y ahora'; reservas casi todo de última hora».

Martes. septiembre. 12 de la mañana. El adjetivo 'desierto' se queda pequeño para describir el estado de las hamacas sobre la arena. Junta a una de ellas hay abandonado un periódico gratuito con fecha de hace una semana. En apenas 300 metros, la primera línea habla. Una valla de obra cierra el paso en la puerta del pub 'The Jungle'. Unas cadenas hacen lo propio en 'Copacabana', con '1 litro de sangría a 9,50' como único letrero en español. Un cartel de 'se alquila' en el restaurante 'El Tocca'. La máquina de yogures naturales de 'Yoggo' se adivina polvorienta detrás de otro anuncio de 'se traspasa'. Las puertas automáticas no se abren en el hotel Brisa. 'Cerrado. Sólo abierto para Correos y paquetería'. Al lado, un cartel ofrece 'dos cervezas por una' como gancho de un pub británico de la calle Girona. El reclamo, la final de la UEFA entre el Sevilla y el Inter de finales de agosto. El tiempo parece haberse congelado en Benidorm.

La bomba económica no se deja notar sólo en un gigante hoy con pies de barro. La onda expansiva llega a toda la Comunitat. Y amenaza con arruinar la comarca. Marga apura un cigarro a las puertas de 'The Crown'. Al lado hace lo propio Ana. La primera es jefa de cocina de un hotel hoy cerrado. La segunda empleada del pub a cuya puerta matan el tiempo. La zona azul, normalmente abarrotada, está vacía. Nadie pasa ante la puerta. «A estas horas debería estar esto lleno de 'guiris' devorando pintas y dejándose el lomo en el toro mecánico», apuntaba instantes antes Ricardo Sánchez desde el hall del 'Cimbel'. «Esto es un desastre no sólo para Benidorm. En pueblos de al lado, como La Nucía o Polop, el 80% de la gente trabaja aquí en la hostelería. La cuarentena británica nos ha matado», lamenta. Y la calle Girona sigue desierta. Hay censados en ella medio centenar de locales, todos pensados para visitantes extranjeros. Sólo hay tres abiertos. Y vacíos. Ni el Kentucky Fried Chicken ha resistido. 'Cerrado temporalmente', reza un cartel, optimista.

José y Antonia. Turistas de Galicia. «Esto es una pena», reconoce el matrimonio de La Coruña en la zona acotada a mayores de 60 años de la playa de Levante. Damián Torres

Una del mediodía. La playa de Levante luce cada vez más vacía. José López se balancea sobre sus talones como manera de matar el tiempo en la terraza de 'Los gemelos'. Encargado del local, ecuatoriano, «34 años en la hostelería» y tres hijos a su espalda. «En mi vida había visto algo así. No hay nada. Ahora tendríamos que estar llenos, y mira», se duele mientras señala una mesa con cuatro jóvenes francesas, la única ocupada de más de 60 en el local. «Sólo abrir la persiana cuesta cada día unos 2.000 euros en luz, suministros... Y ni de lejos se hace esa caja. Al final gana el dueño más dinero cerrando que abriendo. Ya han ido compañeros al paro, y a final de mes, pues irán más...», reconoce descarnado y mientras los ojos se le humedecen cada vez más cuando se le pregunta por sus tres hijos. La soga aprieta al turismo. Y las medidas para evitar la asfixia acaban siendo desesperadas. Cuatro días en pensión completa por 60 euros. Es la oferta de algunos hoteles.

-¿Precio final y cerrado?

-Todo incluido. Así es imposible que no estén perdiendo dinero, pero entra 'money'...

Lo explica Marga, la veterana jefa de cocina. Algo hacen las angustiadas ofertas. Desde Ballymena, en el norte de Irlanda, Clare Dustin no lo dudó a la hora de viajar hasta Benidorm. La comparación de turistas británicos llegados este año no admite comparación con los 2,8 millones que cada año aterrizan en la Comunitat. La cuarentena forzada que fijó el histriónico Boris Johnson guilotinó esperanzas. Pero alguno ha sobrevivido. «Es más barato y más tranquilo, ¿dónde está el problema?», explica Clare. A su espalda, la piel de su marido, repantigado en una terraza ante la playa, alcanza ya el punto rojo de cocción. «Todo genial en el hotel. ¿Miedo al coronavirus? Ninguno. ¿Temor por la cuarentena? Al volver, ¡15 días en casa y todo ok!». Y el camarero casi aplaude al escucharla.

El presente

  • Benidorm Benidorm tiene una planta que roza los 150 hoteles. Ni la mitad han abierto en verano, en torno a 70. «De la millonada de personas que venía, habrá llegado una cuarta parte»

  • Ricardo Sánchez. Director de hotel «Tengo 50 reservas de Madrid. De repente me llaman y me dicen que no vienen. Cada día te reúnes con los jefes del hotel y empiezas de nuevo»

  • Los empleados José es encargado de un restaurante y pasa la mañana esperando. Marga es jefa de cocina con años de experiencia y ve cómo ahora los hoteles lanzan ofertas... para perder dinero

  • José López. Encargado restaurante «Sólo abrir la puerta cuesta 2.000 euros. Y ahora no hacemos esa caja diaria. Hay que entender al empresario. A final de mes, más compañeros al paro»

  • Marga. Jefa de cocina «Anuncian un corredor seguro de Reino Unido a Benidorm. ¿Con 10.000 viajeros? Eso son 10 hoteles aquí en Benidorm. No soluciona nada»

El turismo patrio ha sido la tabla de salvación. «Muchos llegan sin reserva, directamente al mostrador, lo nunca visto», asevera desde un sofá del hotel Cimbel su director, sin dejar de controlarlo todo saltando de aquí a allá con la mirada. El 80% de su clientela es nacional. Unas gotas de sudor perlan su frente cuando se le pregunta por el otoño e invierno. Se las limpia con el dorso de la mano. «Dependemos del mercado belga, holandés... Si hay cuarentena, será muy difícil aguantar», confiesa antes de añadir que este verano no ha pronunciado la palabra «vacaciones» y pasando de puntillas por la expresión «cierre».

Clare Dustin. Viajera irlandesa. «Todo está menos caro y más tranquilo»; una de las pocas turistas británicas no teme al Covid. «Al volver, cuarentena en casa». Damián Torres

Dos de la tarde. Playa de Levante. «¡Aquí no queda nadie!», clama Eusebio al viento de la costa. El tatuaje de una letra japonesa en su hombro derecho apenas destaca en su piel torrada. Y se queda una de las parcelas acotadas bajo el cartel 'mayores de 60 años'. Tiene dónde elegir. Hay otras parcelas para familias y para menores. José y Antonia se torran también en uno de los cuadrados para jubilados. «Somos de Órdenes, de La Coruña. O sea muy mandones», bromea él. «Miedo, no. Respeto, mucho», responde muy gallego cuando se le pregunta por el Covid. Una de las grandes bazas de la Comunitat, la naturaleza, el clima, acaba venciendo en esta batalla contra la apocalíptica pandemia. «Tengo un mal de espalda, el frío del norte no me va bien. Allí ahora hay 14 grados. Aquí, mire...», y señala la soleada y solitaria playa. Y Antonia le sonríe en la toalla. Pero el clima económico en Benidorm no resiste más envites. Sobre el terreno lo representa Ana María, maña de nacimiento, medio siglo en Francia y una docena de años aquí. Sabiduría cosmopolita que le refuerza para entonar su 'réquiem': «Esto da pena. Antes veías a un holandés jugando a la petanca aquí (señala a la playa), a un matrimonio británico allí (señala un café cerrado), esto lleno (mira al stand del sky acuático con el dependiente 'whatsappeando). Dan ganas de irse...». Mientras, el pulmón empresarial de la ciudad convó para este martes una manifestación para exigir que se amplíen los Ertes turísticos en la comarca. Madrid aún deshoja la flor. Desde la Comunitat se lanza un ultimátum. «Iremos a Bruselas si no responden. Hay que salvar Benidorm. Es Erte o muerte».

El futuro

  • Ultimátum en la ciudad El corazón empresarial ha convocado una manifestación para este martes. Piden prolongar los Erte para el sector turístico. «Erte o muerte, salvemos Benidorm»

  • Marga. Jefa de cocina «El 80% de los pueblos de la comarca están empleados aquí en la hostelería. No es una bomba sólo local, condena a mucha gente a un futuro incierto»

  • Ricardo Sánchez. Director de hotel «El fin de los viajes del Imserso supone que el Gobierno nos dé la puntilla. Es imposible que los hoteles del pueblo sigan abiertos, dependen de ello»

José López. Encargado cafetería. Mediodía. Sólo una mesa con clientes en pleno corazón de Levante. «A final de mes van unos cuantos compañeros al paro», lamenta. Damián Torres

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Cuando Benidorm se quedó con 10 hoteles