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EFE
ALICANTE.
Viernes, 1 de mayo 2020, 23:57
El sencillo hábito de higiene personal que constituye el lavado de manos con jabón se ha instaurado en las últimas semanas como el mejor y más eficaz instrumento de salud pública para salvar vidas y seguirá siendo vital en la desescalada.
Por simple y cotidiano a menudo es olvidado o soslayado, pero a partir de la crisis de la Covid-19, la acción de higienizarse las manos debe quedar definitivamente «grabada e incorporada a la rutina diaria» en pequeños y mayores. Así lo cree el portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y catedrático de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), Ildefonso Hernández, uno de los mayores expertos del país, y que en 2009 ya hizo frente a otra pandemia que finalmente se quedó en susto: la gripe A. Entonces participó en calidad de director general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad.
Este especialista considera que, por ejemplo, una vez que reabran los establecimientos de hostelería y restauración, se hará necesario el lavado de manos después de efectuar cada servicio, una práctica muy relegada hasta ahora por falta de concienciación. «Esto se va a incorporar definitivamente y es bueno que nos hayamos acostumbrado a que la higiene de manos se haga de forma regular tanto frente a la Covid-19 como ante agentes causantes de enfermedades infecciosas».
Hernández confía en que la consagración de esta rutina «perdure» en la ciudadanía como uno de los mejores antídotos para prevenir cualquier enfermedad transmisible.
La importancia de este accesible mecanismo de higiene individual se refleja en que, desde 2008, cada 15 de octubre se celebra el día internacional del lavado de manos, a iniciativa de la Organización Mundial de la Salud. El catedrático recuerda que lavarse las manos ha sido tradicionalmente uno de los «caballos de batalla» de los doctores de medicina preventiva para evitar contagios en el entorno sanitario, y que desde siempre han insistido en la necesidad de asearse las manos de forma regular antes y después de cualquier tarea, como por ejemplo a la hora de cocinar, volver de la calle o sentarse a la mesa.
Durante el actual estado de alarma se ha revelado como especialmente práctico y eficaz en aquellos desempeños relacionados directa o indirectamente con el cuidado de las personas mayores, sobre todo enfermeros, cuidadores, asistentes y fisioterapeutas. Otro de los cambios observados en las últimas semanas que habrían llegado para quedarse es la «cercanía social, que no física», experimentada entre los miembros de una misma familia que residen en puntos distantes, y que «han pasado a compartir momentos con cierta frecuencia» con la ayuda de los recursos informáticos, como las videoconferencias y telellamadas.
Del mismo modo, Hernández considera que la población «ha tomado conciencia de la ineludible necesidad de contar con un servicio público de salud solvente».
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