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La cabo Debora Cárdenas (en el centro), dama legionaria, MOE
La Legión se perpetúa en Rabasa
Defensa

La Legión se perpetúa en Rabasa

La unidad cumple cien años. 177 caballeros y tres damas legionarias sirven como boinas verdes en Alicante

Lunes, 16 de noviembre 2020

Se les conoce por su particular liturgia militar: un credo propio recitado a diario, la cabra como mascota, el chapiri, la sagra verde claro a pecho descubierto... Son la Legión, un cuerpo que el pasado 20 de septiembre cumplió cien años. Repartido por unidades de Ceuta, Melilla, Ronda y Almería, cuenta también con miembros en la Comunitat. En la base alicantina de Rabasa sirven 177 novios y tres novias de la muerte.

Se trata de la Bandera de Operaciones Especiales, la BOEL Caballero Legionario Maderal Oleaga XIX, su denominación oficial, con sede en el cuartel Alferez Rojas Navarrete de la localidad alicantina. Uno de los tres grupos del Mando de Operaciones Especiales (MOE) está integrado en la centenaria institución militar. Son guerrilleros, pero también caballeros y damas de la unidad que alumbró José Millán-Astray hace ahora un siglo.

En el día a día no llevan el chapiri legionario, sino la boina verde de Operaciones Especiales. Pero siguen al dedillo las tradiciones de la célebre unidad, se sienten «hermanos de una misma familia militar» y, eso sí, cambian al uniforme legionario en los actos institucionales.

La cabo Débora Cárdenas fue pionera. Primera dama legionaria de la BOEL. Tiene 39 años es granadina e ilicitana de adopción. Madre a la par que legionaria. «Quise ser militar porque soy hija de la Guardia Civil y siempre me atrajo el Ejército», recuerda. Así siente su pertenencia a la histórica institución militar: «Nos regimos por el credo legionario, que recitamos todos los días. Sus valores encierran una enorme carga de humanidad. Valor, amistad, compañerismo, disciplina, sacrificio... Es nuestra raíz». Ella ejerce como administrativa dentro de uno de los grupos de Operaciones especiales. «Al legionario o legionaria le da igual las horas que tenga que echar, tiene muy asumido lo de todos a una y sacrificio sin rechistar», remarca.

«Yo tengo dos familias»

Otro rasgo es el singular apoyo mutuo entre los miembros de la unidad: «Yo tengo dos familias, la mía y la Legión. Ese espíritu de auxilio al compañero está muy acentuado. El jefe sabe todas las vicisitudes de sus subordinados. Va más allá de lo profesional y alcanza lo personal«. Según la legionaria alicantina, »en ninguna otra unidad como en la Legión eso se tiene tan en cuenta«.

En un cuerpo masivamente masculinizado ella no esta sola. Cuando llegó en 2006 era la única. Pero hoy hay otras dos damas legionarias en la BOEL, la cabo Noelia Martínez, en administración, y Ana María Pérez, en la sección de Apoyo. «Ser mujer en la Legión es un orgullo y aquí no hay machismo ni tonterías. El Ejército nos hace a todos iguales y el que es bueno en su trabajo se le reconoce. Da igual que seas hombre o mujer», asegura.

El brazo valenciano de la Legión ha servido recientemente en misiones en Afganistán, Irak, Líbano o Túnez. Pero también en casa, con las inundaciones de la destructiva Dana de la Vega Baja o en la operación Balmis ante la emergencia del coronavirus. Ahí, valora Cárdenas, «hemos sentido el cariño de la sociedad».

Los legionarios de Rabasa no tienen cabra como mascota, pero sí fue una fiel 'adoptada' de la unidad la perrita 'Negri', una cocker que murió hace años y tiene su recuerdo en forma de placa en la base de Rabasa.

«La política se deja a un lado»

El cabo mayor Óscar Jiménez, de 47 años, es alicantino y legionario. «Me hice militar por la vocación de ayudar. Y por el ejemplo de un vecino boina verde». Concibe su pertenencia a la Legión como «la voluntad de ser siempre el primero para todo». «Cuando mandan algo a un legionario», ahonda, «sabes que se va a hacer rápido, bien y con la mejor predisposición. Somos como una hermandad».

Desde sectores antimilitaristas se percibe a la Legión como residuo de ultraderecha o franquismo. «¿Rancios? ¿Residuo de ultraderecha? Para nada», zanja el cabo mayor. «Hemos evolucionado y hoy somos uno de los cuerpos más modernos. Aquí la política se deja a un lado y sólo importa obedecer y servir a España». Él lo ha hecho como boina verde en Bosnia, en tres ocasiones. «Vi poblaciones desaparecidas, edificios sin ventanas… La recuperación del país me deja la sensación de que mi pequeño grano de arena sirvió para algo«.

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