Turismo y transformación sostenible, una dualidad reconciliable
El turismo es la principal fuente de ingresos para muchos lugares del mundo pero también puede ser una bestia voraz
Marion Phillips. Responsable de Sostenibilidad de Evaneos
Lunes, 17 de febrero 2025
El turismo es la principal fuente de ingresos para muchos lugares del mundo, desde pequeñas islas hasta grandes países, desde reservas en África hasta ciudades semipobladas de Centroeuropa. Pero el turismo también puede ser una bestia voraz capaz de acabar con ecosistemas y sociedades, por eso es esencial analizar, planificar y abordar su desarrollo para que sea una actividad provechosa pero también resiliente, para que dure y crezca, pero de manera sana, sostenible y respetuosa con las personas y con el entorno.
El 17 de febrero se celebra el Día de la Resiliencia del Turismo, promovido por Naciones Unidas para enfatizar la necesidad de impulsar un desarrollo resiliente del turismo y tener en cuenta la vulnerabilidad del sector ante las emergencias (económicas, bélicas, climáticas y medioambientales), así como animar a la cooperación público-privada para la diversificación de actividades y productos. Proteger el turismo, y con él las economías de muchos lugares, es imperativo, pero un solo sector u organismo no puede conseguirlo solo: la oferta turística debe adaptarse a normativas protectoras, la ley a las economías locales, la demanda a las necesidades del planeta.
Y el trabajo no puede realizarse solo de manera reactiva, frente a una u otra crisis (desde incendios hasta guerras), sino que ha de convertirse en una línea de fondo que permita a las sociedades, las administraciones y la economía mundial evolucionar hacia la sostenibilidad. Porque el turismo sostenible es una actividad transversal que puede contribuir a las tres dimensiones del desarrollo sostenible y a la consecución de los ODS, al albergar crecimiento económico, aliviar la pobreza, crear empleo y oportunidades de futuro.
Y si se trata de transformación, no cabe duda de que el sector está indudablemente moviéndose hacia ella, pero el progreso es desigual. Mientras muchas organizaciones y gobiernos ya han abrazado los objetivos de sostenibilidad, en otros lugares siguen existiendo problemas sistémicos como el sobreturismo o el exceso de emisiones de carbono. Por ejemplo, el sur de Asia, que precisamente acogerá la mayor parte de los eventos de este día, se enfrenta a un doble reto: es muy dependiente del turismo como fuente de ingresos, pero al mismo tiempo destinos como las Maldivas, Nepal e India se encuentran amenazados por la degradación ambiental y la vulnerabilidad climática, con riesgos muy reales como la subida del nivel del mar, la deforestación o la superpoblación en según qué ciudades.
Y porque la entrada de ingresos no puede ser el único factor que se tiene en cuenta, ya son muchos los destinos que están tomando medidas para combatir riesgos como el sobreturismo. Por ejemplo Amsterdam, que aplica una cuota para regular el número máximo de vuelos que pueden llegar a su aeropuerto cada año; Islandia que limita estrictamente el número de visitantes y regula los tours en los ecosistemas más frágiles; o Bhutan, que sigue una política de turismo de alto valor y bajo impacto pidiendo a los visitantes el pago de una tasa de desarrollo sostenible para apoyar la conservación.
Un objetivo lejano
A nivel internacional también hay pasos muy significativos, como las normativas para la reducción de emisiones para los vuelos y los alojamientos, la promoción del tren como sustituto del avión en trayectos cortos o las certificaciones para garantizar que los viajes y el turismo son sostenibles, como Travelife, o que que los beneficios se comparten localmente, como Planeterra.
Y aunque el progreso se está viendo, lograr un sector turístico completamente responsable en todo el mundo todavía es un objetivo lejano. Requiere inversiones importantes, cooperación global y un cambio en el comportamiento de los viajeros para priorizar la sostenibilidad sobre la conveniencia. El turismo sostenible y resiliente, en fin, puede -y debe- jugar un papel para acelerar el cambio hacia patrones de consumo más sostenibles, promover la cultura local, mejorar la calidad de vida y el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, de las poblaciones indígenas y de las comunidades locales, así como promover el desarrollo rural y unas mejores condiciones de vida para las poblaciones locales, incluyendo granjas familiares. Los viajeros también lo saben, y son cada vez más conscientes -un 72%, según una encuesta realizada recientemente, considera importante viajar de manera más responsable social y ecológicamente-.
Por la parte que nos toca, como agencia responsable, ya estamos trabajando para reducir los efectos del turismo de masas y empoderar a las comunidades locales de manera económica y cultural. Y estamos encantados de compartir nuestros aprendizajes para convertir este modelo en un estándar para el sector a nivel global.
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