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le, pasando por mil y un avatares, en la curiosa historia de esta chimenea late una de esos atributos tan caros a Valencia: su fecundo ... pasado, aliado con el carácter audaz de sus hijos, que activa relatos tan curiosos como el que protagoniza estas líneas. El caso de la singular pieza decorativa que saluda a los ocupantes de una finca en la calle Sorní y sorprende a quienes van de visita. ¿Cómo puede acabar esta chimenea, ya sin uso aunque de coqueta estampa, a pie de calle, en vez de estar calentando el hogar de sus propietarios? La respuesta, en los párrafos que siguen.
Érase que se era un intrépido empresario valenciano, Francisco Ramón Giner, que allá por 1911 levantó una monumental finca en el barrio más aristocrático de Valencia. En la esquina entre Sorní y Conde de Salvatierra se alzaba ese hermoso edificio que en 1975 recibió la visita de la piqueta: del maravilloso diseño obra del arquitecto Luis Ferreres sólo sobrevivió el hermoso inmueble aledaño, una suerte de apéndice del principal, cuya desaparición aún emociona a los miembros de la familia propietaria, que reparten sus domicilios por las distintas plantas de la finca que aún resiste. «Yo recuerdo haber jugado en el jardín de aquella casa cuando vivían aún mis abuelos», explica hoy Francisco Ramón Maiques, uno de los descendientes de aquel intrépido empresario que acumula documentos y archivos para componer con ellos la historia familiar... y la de su querida chimenea.
De esos papeles que atesora nace la siguiente etapa de su relato. Francisco Ramón Rodríguez-Roda, hijo del primer Ramón, también de índole inquieta, fue haciéndose con una serie de propiedades por el barrio del Carmen cuando Valencia apostó por la ampliación de la avenida del Oeste, un proyecto finalmente truncado. Tan fallido como el porvenir que aguardaba a las fincas que había comprado. De una de ellas, a punto de sucumbir al derribo, rescató su bisnieto a la heroína de este cuento, su chimenea, que, a falta de un espacio más apropiado, luce toda su apostura en ese insólito enclave: en un portal.
No es cualquier portal. La casa es un estupendo ejemplo de modernismo valenciano, como recoge Daniel Benito Goerlich en sus estudios sobre la arquitectura en la ciudad a caballo de los siglos XIX y XX. No es el único estudio que glosa la relevancia de esta finca de Sorní 11. Miguel Vidal Barber, en un trabajo de fin de grado de la Politècnica, dejó constancia del relieve de la construcción, dotada de esa pieza sobrevenida que hace veinte años Francisco (un manitas) trajo con sus propias manos desde la casa original, en la calle Les Monges, junto a Bolsería, corazón del Carmen. Desmontó las piezas y las volvió a montar en su actual destino. Sin tiro pero encantadora: la chimenea sólo espera que Francisco se anime y la remate con los preciosos azulejos que custodia. Memoria familiar, memoria valenciana.
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