El Espai Vives, estrella de la renovada edición de Open House

Ahí reside precisamente la novedad principal de este año: que Domínguez, como ya había anunciado, cede la dirección del festival a la joven arquitecta Sara Portela. Ambos estuvieron este jueves en La Nau, durante la presentación del programa que durante el mes de octubre saldará al encuentro de la ciudadanía, según el propósito fundacional de la iniciativa: servir como punto de reflexión para el pendiente diálogo entre la arquitectura y sus usuarios. Ese fue el objetivo con que Domínguez alumbró su criatura y es también la intención de Portela, que aprovechó para anotar que, en la línea de experiencias precedentes, aunque será en otoño cuando el festival abra las puertas de significativos edificios para el disfrute de quienes deseen conocerlos, con anterioridad se irá desarrollando una serie de actividades paralelas que buscan sellar se compromiso de acercamiento hacia la ciudadanía.

Por ejemplo, se mantiene la ruta que celebra ese otro icono tan valenciano, el almuerzo, mediante una visita a Llíria, que repite como municipio invitado. También se ha programado otra par de rutas, llamadas Open Premium, allá en septiembre: la primera, por la zona de Utiel, que incluye una visita a un acreditado hito arquitectónico (las Bodegas Vera de Estenas) y a sus iglesias tardomedievales; y la segunda, un itinerario doble, por los edificios modernistas de Alcoy y por Benidorm y el skyline que forman sus singulares rascacielos.

Son acciones que precederán la parte mollar del programa, que incluirá la visita a 70 edificios emblemáticos de Valencia (el último fin de semana de octubre, viernes incluido: otra de las novedades de este año) y también una serie de rutas urbanas (la huerta, el jardín del Turia o la Muralla Islámica, entre otras) gracias al acuerdo de patrocinio firmado con el Ayuntamiento de la ciudad y al respaldo sellado con la Universidad, propietaria del Espai Vives que merece este año un detallado análisis, porque protagoniza un volumen publicado en la Colección Arquitecturas Open House (luego de las dedicadas al Espai Verd y a la plaza de la Reina).

El programa de esta edición incorpora además una serie de acciones que se inscriben en ese mismo discurso argumental: su apertura a la sociedad. Bajo esa aspiración se entiende la relación de visitas a empresas especializadas en diseño y construcción, que abren a Open House sus respectivos showrooms, y también la creación de la primera edición de sus premios: un distintivo que nace para reconocer la popularidad y la calidad de las obras que participen en el festival. Un completo catálogo de iniciativas que hacen bueno el espíritu con que nació Open House como iniciativa sin ánimo de lucro: fomentar «la responsabilidad social» con la intención de «democratizar la arquitectura y reflexionar sobre los espacios que habitamos».

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La aspiración del festival: que la ciudadanía de Valencia «sea turista de su propia ciudad»

Como ya se implantó en la anterior edición, también este año Open House apuesta por diseminar más allá de octubre el calendario de actividades, presentado este jueves en un hermoso escenario: la capilla de La Nau, corazón de Valencia. Durante la rueda de prensa, su flamante directora, la arquitecta Sara Portela, ha insistido en recalcar el carácter abierto del festival que se refleja en esa programación que no espera al mes de octubre. Este mismo viernes está prevista la iniciativa Open Meeting, que reúne a organizadores y colaboradores precisamente en La Nau, fruto del apoyo que presta la Universidad de Valencia, cuya vicerrectora, Esther Alba, recordaba que entre los objetivos del campus figura «enseñar a la sociedad valenciana nuestra contribución al desarrollo del paisaje urbano». Un servicio que presta mediante el respaldo a Open House, a través de los edificios de su propiedad que figuran en el programa y de la cesión de espacios tan emblemáticos como la sede de la rueda de prensa, la desacralizada capilla de la Sapiencia, símbolo de ese objetivo general de «abrir nuestras puertas» que Alba ha enfatizado en su intervención. Una metáfora que Portela ha hecho suya: Open House, ha subrayado, nació en 2019 en Valencia para sumarse a una ola global iniciada en Londres en 1992 y seguida luego en Barcelona, Madrid y Bilbao dentro de España cuya intención aspira a «poner en valor el patrimonio arquitectónico» y, de paso, alcanzar un objetivo, intangible tal vez: «Generar comunidad». «Queremos que los valencianos conozcan su propia ciudad a través de la arquitectura», ha señalado. «Que sean turistas en su propia ciudad».