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Vista panorámica de las bodegas Vinival, en Alboraya. I. Arlandis

Los nuevos mil pisos de la Patacona: el barrio que rodeará Vinival

Las antiguas bodegas, a la espera de protección, servirán de eje para un proyecto de 60.000 metros cuadrados entre viviendas y dotaciones

Jorge Alacid

Valencia

Viernes, 20 de septiembre 2024

Luis Gay y Juan Antonio Hoyos llevaban cincuenta años sin visitar a su criatura más conocida: el espectacular edificio para Bodegas Vinival en la punta de La Patacona ... , que cuando se construyó carecía de su fisonomía actual. Era un paraje alejado de casi todo, en una esquina de Alboraya lindante con el término municipal de Valencia, donde el emprendedor bodeguero Juan Antonio Mompó Ochoa localizó la sede de un proyecto muy singular, adelantado a su tiempo: corría la década de los 70 cuando recurrió a los servicios de ambos arquitectos valencianos para que construyeran este impresionante edificio, que dota al 'skyline' del entorno de una imagen muy singular y hoy confía en que cristalice un proyecto que modificará la estampa del barrio: mil viviendas para una nueva versión de la Patacona.

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Aquel empresario de leyenda pretendía que esas instalaciones, cuya delicada piel de ladrillo fijado a listón (pura orfebrería, casi artesanal: la asombrosa cifra de dos millones de piezas) todavía conmueve cuando se acaricia, sirvieran como cabeza de puente para sus exportaciones de vino valenciano a China, nada menos, el gigante asiático que por entonces era una lejana referencia para el mundo comercial. Gay y Hoyos discurrieron («La inspiración nos vino trabajando, como decía Picasso», sonríen) hasta dar con la fórmula que satisfizo las expectativas de su cliente, dejaron su huella para la posteridad y prosiguieron con sus carreras: natural que esta mañana de final de verano se les note emocionados mientras pasean por el edificio y conocen los pormenores del proyecto que a su alrededor plantea la constructora Metrovacesa. Un plan que sirva como eje del futuro 'ecobarrio' que se emplazará alrededor de este espacio magnífico, de 17 metros de altura, es decir, el equivalente a un edificio de siete plantas; en total, una actuación sobre una parcela de casi 60.000 metros cuadrados para jardines, dotaciones y casas. Más de 1.000 pisos, se supone que de alto valor inmobiliario, que sólo precisan para ponerse en marcha a que llegue el aval del Ayuntamiento de Alboraya a través de un acuerdo de su pleno.

No es el único trámite que aguardan los promotores. También esperan que desde Patrimonio se agilice su petición para que las bodegas, un hermoso ejemplo de patrimonio industrial muy apropiado para albergar nuevos cometidos, se consideren un bien protegido y sirvan por lo tanto como el núcleo de su ambicioso proyecto, que Gay y Hoyos inspeccionan al final de la visita en forma de maqueta. La pastilla que forman sus bodegas opera como una suerte de foro, al estilo de las ciudades de la antigüedad, desde donde se distribuye el conjunto de bloques que en altura decreciente a medida que escalan hasta las once plantas de altura (nueve en el caso de las torres más bajas) dotarán de un nuevo perfil a esa zona donde confluye Valencia con Alboraya, entre las huertas y el mar.

I. Arlandis

Metrovacesa denomina a su idea 'ecobarrio', de acuerdo con el carácter visionario que ya distinguió a aquel mítico empresario de Requena que encargó levantar sus bodegas y al enfoque vanguardista con que Gay y Hoyos hicieron realidad su pretensión. Será, de cumplirse sus planes, un sector urbano etiquetado con esa neopalabra por su alto contenido ambiental (13.500 metros de jardines, más otros 3.800 de huertos), que ayudará a rematar todo la zona, ahora bastante deshilachada: median entre los demás edificios de sus alrededores y el cercano paseo marítimo unos cuantos solares desvencijados, algún pequeño negocio, un par de talleres, conexiones viarias muy precarias con las dos ciudades colindantes… Un entorno muy necesitado de una actuación global, que ayude a coser tantos hilos sueltos.

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Si este singular paisaje logra que al fin mude su piel será porque la promotora vea materializarse sus aspiraciones de añadir a ese generoso parque de viviendas (de ellas, el 30% de protección oficial hasta un total de 313 pisos) los casi 10.000 metros para usos terciarios que se observan en el plano de la futura intervención, incluyendo dotación de suelo para uso escolar y para centro de salud… Hay dispuesta también una amplia superficie para espacios libres, lo que llama Metrovacesa «zonas de encuentro», de acuerdo con la lógica con que resume su proyecto: «Crear un nuevo modelo de ciudad minimizando el impacto del tráfico en el barrio».

Para que esa ambición prospere cuentan con un argumento poderoso: preservar el tesoro de esas bodegas que el ingenio popular bautizó en su tiempo como el Kremlin de Alboraya, por su poderosa fisonomía, un apodo que hoy desata una sonrisa en sus creadores mientras observa cómo en los planos, en efecto, se garantiza el cierre y consolidación de todo el sector mediante la mejora de las infraestructuras adyacentes, incorporando un nuevo acceso norte a través de la CV312, inspirado en el proyecto de otro prestigioso arquitecto, el madrileño Juan Herreros, un profesional de gran prestigio, autor por ejemplo de edificios tan reconocidos como la sede en Oslo del Museo Munch o su Pabellón de Gimnasia del Retiro de Madrid, que ya visitó este proyecto hace un año durante la edición 2023 de Open House, el festival arquitectónico que este octubre volverá a abrir al público las puertas de Vinival.

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Será una estupenda ocasión de inspeccionar cómo salió del tablero de Herreros este plan de regeneración urbana que ha conocido numerosos contratiempos, parece que ya superados; a la lentitud de la burocracia se sumaron las quejas vecinales, que han ido desapareciendo según Metrovacesa «fruto del trabajo de nuestros técnicos con los habitantes del barrio», donde plantean junto con esa larga serie de dotaciones una propuesta de bajos comerciales que mitigue la carencia de estos espacios que ahora sufre la Patacona en su conjunto.

La frase

«Es un proyecto de 1969 que se inició dos años después por encargo del bodeguero Juan Antonio Mompó, donde integramos función y forma»

Luis Gay y Juan Antonio Hoyos, autores del edificio

Hasta que llegue ese día, cuando se culmine un proceso que en su actual configuración Metrovacesa activó en el año 2018, cuando adquirió los terrenos al anterior propietario y desbarató sus planes de liquidar las bodegas, queda trabajo pendiente, no sólo administrativo. Debe resolverse por ejemplo qué uso se dará en el futuro a la sede de Vinival, que Gay y Hoyos imaginan vinculado al ámbito cultural o sanitario. A su juicio, se trata de un contenedor muy apropiado para dotaciones tipo biblioteca, una vez efectuada la correspondiente transformación. Nada que el ingenio de un buen arquitecto no pueda resolver, habida cuenta las ventajas con que cuenta de partida: este estupendo espacio de índole catedralicia, cuyo interior recuerda a un templo con planta de cruz latina, con sus abovedadas capillas laterales y el vago recuerdo de cuando intervino el reputado artista Jordi Teixidor para dotar de una escenografía de léxico abstracto al programa decorativo. «Integramos función y forma», recalca Gay, ensimismado como Hoyos en la contemplación, como si no fuera suya, de una obra muy singular, de rara belleza.

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Un icono merecedor de mejor suerte: en desuso desde hace años, parece hoy el escenario de una película futurista, con las paredes y los monumentales depósitos de orden gigante ricos en grafitis. Ruinas, sí, pero ruinas hermosas, como destacan sus creadores. «Es que la ruina también tiene su encanto», observan ambos. Como lo tiene la delicada pieza que a la entrada ejercía como punto de recepción, también maltratada por el paso del tiempo. Pensada en 1969, proyectada dos años después, culminada hacia 1975, consecuencia de un sueño. Un sueño que tal vez mañana continúe.

10.000 metros cuadrados

del proyecto os se reservan para uso terciario, más otros 7.000 para dotaciones sanitarias y 3.200 para uso escolar.

1.042 viviendas

Del total de pisos, 313 (el 30%) serán de protección oficial según un diseño de torres escalonadas, de planta baja más 9 alturas (11 en las más altas), como su entorno actual. Sus planes dibujan viviendas de alta diversidad tipológica.

624 nuevas plazas de aparcamiento

se incorporan a la actuación, sensible según sus promotores con los códigos de sostenibilidad porque aspira a minimizar el impacto del tráfico.

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