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Tas Careaga, en el piso de Valencia que ha redecorado. José Luis Bort
CASAS QUE HABLAN

El piso de Airbnb en Zaidía con decorador de lujo

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La plataforma elige Valencia como una de las únicas tres ciudades en España para ensayar una atractiva experiencia: dejar el diseño del interior en manos del creador Tas Careaga

Jorge Alacid

Valencia

Viernes, 27 de octubre 2023, 01:29

Santander, Cádiz… y Valencia. Hasta el barrio de Zaidía ha viajado una curiosa iniciativa impulsada por Airbnb, la plataforma de pisos turísticos cuya oferta se basa en el alojamiento de viajeros en casas particulares. Como un sello diferencial, Airbnb decidió este verano dotar a algunos de ellos, los más demandados por su clientela en las ciudades favoritos de los usuarios, de un diseño propio. Una apuesta por satisfacer sus intereses para que su estancia entre nosotros se beneficie de una clase de experiencia distinta: frente a la típica estancia intercambiable en distintos destinos de todo el mundo, una habitación propia, como escribió Virginia Wolff. La habitación cedida por Merçé para que Airbnb la ofrezca a partir de ahora a quien esté interesado en viajar hasta Valencia y sepa que sus sueños y su descanso estará sancionado por la firma de un prestigioso diseñador, Tas Careaga.

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Cuando LAS PROVINCIAS ingresa en la vivienda, Careaga y su equipo acaban de culminar el trabajo de adaptación. Lucen una sonrisa de satisfacción, la misma que ilumina el rostro de su clienta. Merçé reconoce se inscribió en Airbnb por razones económicas, pero que con el paso del tiempo la experiencia de ceder una parte de su hogar a inquilinos de paso «ha enriquecido mi vida». «Viene gente de todo el mundo, es muy interesante», explica. Esta predisposición a dejarse sorprender por las visitas justifica que cuando la plataforma le animó a participar en esta iniciativa se apuntara, con esa clase de audacia que facilita el trabajo de creadores como Careaga. «Cuando me llamaron de Airbnb, no me lo creía, pensaba que me tomaban el pelo», sonríe. También para el creador vasco la propuesta planteada tenía bastante de reto, un desafío que le animo a alistarse en compañía de su equipo y dar respuesta a la necesidad de cambiar por completo la fisonomía de la vivienda.

El resultado es una pieza de unos diez metros cuadrados decorada por fotografías a considerable tamaño del propio autor (un tranvía lisbotea, un desvencijado coche en Cerdeña) e iluminada por la luz que penetra en la vivienda y la pintura que acaba de reformar sus paredes. Una cama, un mueble, un escritorio, una silla. Una sencilla oferta de confort que Careaga organiza según el criterio de moda, la sostenibilidad, expresada en ese mobiliario que extrajo de un mercadillo de segunda mano para satisfacer las expectativas de Merçé: ella quería que la estancia tuviera ese inclasificable y grato aroma a hogar que ahora desprende, gracias a que el carácter de sus muebles apela a esa sensación y a que también Careaga tuvo en cuenta algunos de sus requerimientos. ¿Por ejemplo? Por ejemplo, el tono verde dominante, que apunta hacia la afición de nuestra anfitriona por la naturaleza y que dota al conjunto de una agradable fragancia a ese intangible que ambicionamos cuando hacemos turismo: recrear nuestra casa.

Para Careaga, el desafío fue múltiple. Por un lado, quería hacer suya la ambición primordial de Merçé: que la habitación fuera cómoda. «Como la habitación es rectangular, casi un como un tubo», señala, «pensé mucho en cómo organizar el mobiliario. Y ella hizo mucho hincapié en que tuviera un escritorio, porque dice que los visitantes lo echan en falta». Misión cumplida: «Ha quedado funcional y con sentido». El siguiente reto se basó en dominar a un enemigo implacable: el tiempo. Desde que en julio recibió el encargo, activó su imaginación para cumplir con el rediseño de la casa de Valencia y de sus hermanas cántabra y gaditana. El 'timeline' parecía un 'deadline', pero Careaga decidió convertir esa exigencia en una virtud. Puso su imaginación a funcionar y acabó el trabajo en el tiempo requerido por su cliente: en el caso de Zaidía, a base de tres jornadas de intensa actividad, que desembocaron en el reluciente aspecto que presenta la habitación.

El objetivo se pudo satisfacer gracias a que se obró el milagro de que clientes, anfitriona y diseñador congeniaran. Defiende Careaga que «la conversación es siempre mejor que la imposición» y Merçé asiente a su lado. La visita va concluyendo. El diseñador subraya su apuesta por el diseño de kilómetro cero, recurriendo a piezas que pudo encontrar en comercios alojados al lado de la vivienda, y reivindica la clave del éxito que a su juicio corona la intervención: «Que la clienta esté contenta». Merçé lo está. Ya la puede alquilar, el proceso que está a punto de detonarse según nos explica cuando nos despide en la puerta y nos confirma días después: «Hermosa combinación de colores, me sentí muy cómodo», le escribió su primer inquilino. Unas palabras que confirman el dictamen de Careaga mientras presentaba su creación: «Nos planteamos este encargo como un regalo para ella. Se ha dejado aconsejar y ha confiado en nosotros». Y una reflexión final, la enseñanza que extrae de este trabajo y del conjunto de su carrera: «La clave es no diseñar pensando en ti, sino pensando en el cliente».

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