Jose Forés Romero
Lunes, 17 de noviembre 2014, 21:19
Es el barrio de moda. Y aunque siempre dicen que las modas son pasajeras, muchos de sus inquilinos confían en que aquella máxima no cumpla con las expectativas propias de la manida expresión.
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Pero de momento es la coletilla que va unida a esta zona del centro de Valencia. Esta parte histórica de la urbe se ha ido transformando en los últimos años, tras unos tiempos en los que la especulación hizo un daño terrible al vecindario y al comercio. «Llegaron muchos inmigrantes buenos y otros, pocos, no tanto. Subió la delincuencia mucho», explica Lorenzo Sánchez, tapicero instalado en la calle Sueca desde 1964.
Pero el tiempo ha provocado la lógica transformación derivada de esa práctica dañina del urbanismo para convertir a Ruzafa en un ejemplo de diversidad, vanguardia y clasicismo.
La hostelería crece a un ritmo vertiginoso y los nuevos comercios nacen a su abrigo e incluso algunos llegan entremezclando conceptos a medio camino entre lo moderno y lo antiguo. «Abrí esta tienda de ganchillo, manufactura artesana, etc...hace unos meses, y la verdad es que funciona. Este barrio ha cambiado muchísimo y para bien», afirma la propietaria de El fil de Russafa, Ainhoa Galindo.
Ahora bien, los daños colaterales de ser un espacio que atrae al poder adquisitivo y el asentamiento de restaurantes y locales de moda se traducen en ruido que se ha convertido en el nuevo caballo de batalla de los vecinos. Mejor rival, eso sí, y más cómodo que el trapicheo y la delincuencia que se apoderaron en tiempos pasados.
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