![Tendetes en 1970.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201907/12/media/cortadas/Tendetes-1970-RaXG4AU9Qjfz5BKTCLGAyJM-624x385@Las%20Provincias.jpeg)
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Les Tendetes, el antiguo barrio de las tabernas
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Les 'tendes' eran comercios humildes que atraían a agricultores y carreteros a tomar algo y a descansar un pococlara alfonso
Valencia
Lunes, 15 de julio 2019
Limitando al norte con El Calvari, al este con Poblados del Oeste y Benicalap, al este con la Zaidía, al sur con Ciutat Vella, Extramurs y L'Olivereta y al oeste con los municipios de Paterna, Mislata y Quart de Poblet, se localiza el distrito número 4 de la ciudad de Valencia: Campanar.
Para conocer los orígenes del distrito, es necesario remontarse a 1242, momento en el que Jaime I entregó a Gaspar de Espalangas un conjunto de alquerías que, con el tiempo, formarían un pequeño núcleo de población entre Rascaña y Mestalla. Ya en el siglo XVII, el señorío de Campanar pasaría a estar sujeto a la jurisdicción civil de Valencia.
En 1507 Pedro Raimundo Dalmao cede unos terrenos adyacentes a su casa, hoy casa Abadía, para la construcción de un templo parroquial frente al cual se distribuye, el espacio urbano que se considera fue el antiguo cementerio. En la actualidad, ese terreno lo ocupa la Plaza de la Iglesia.
Llegado el siglo XIX, el crecimiento de la población había sido mínimo. Sin embargo, el aumento que se produjo a lo largo de este siglo y la presión vecinal del conjunto de nuevos pobladores acabó favoreciendo la constitución de la barriada como municipio independiente, aprobando la Diputación provincial de Valencia la constitución de su Ayuntamiento el 7 de noviembre de 1837.
En 1897 el antiguo municipio, que contaba 2.150 habitantes, fue definitivamente anexionado a la ciudad de Valencia y pasaría a formar parte de la lista de distritos que la componen, segregándose en los barrios actuales en los que se divide: Campanar, Les Tendetes, El Calvari y Sant Pau.
Situado al noroeste de la ciudad y con límites al norte con El Calvari, al este con Marxalenes, al sur con El Carmen y el Botànic y al oeste con Campanar, Les Tendetes se identificaba como un antiguo barrio de alquerías rodeado de maíz, patatas, pinos y flores. De hecho, algunos vecinos creen que las vigas del Ayuntamiento de Valencia están hechas a partir de esos pinos.
El barrio debe su nombre a las costumbres del siglo pasado. La 'tenda' de entonces, hacía alusión a las numerosas tabernas y establecimientos existentes en la zona. Eran tiendas humildes que, al estar ubicadas en las zonas de huerta, atraían a agricultores y carreteros a parar a tomar algo y descansar un poco.
La zona más comercial, con pequeñas tiendas y comercios típicos de barrio, está limitada por la calle Padre Ferris y la avenida Burjassot. Ambas son muy transitadas por los vecinos y vecinas del barrio que van a hacer sus compras del día, tanto de Les Tendetes como de Marxalenes, barrio con el que limita y comparte avenida.
Una de las pocas huellas del antiguo barrio huertano que quedan en la actualidad, se encuentra ubicada, desde la década de los sesenta, en el Llano de la Zaída frente al cauce del río y al inicio de la calle Visitación. Se trata del Arco de la Torreta y constituye lo que queda del portal de entrada a una torreta cercana a un importante molino harinero que se encontraba anteriormente en el barrio de Tendetes.
Vicente Fernández es un vecino que conoce el barrio desde bien pequeño. A sus 78 años, considera que existe mucha confusión con respecto a la historia de Tendetes: «En el monumento puede ver una placa que parece explicar su origen: 'Soc l'arc del Moli de la Torreta. Tendetes'. Pero lo cierto es, que más que eso, crea confusión», asegura. «El arco se encontraba cerca de ese molino harinero, pero era este último el que tomaba su nombre por hallarse junto a la torreta. La mayoría de la gente cree que pertenecía al molino porque es lo que leen en internet, pero los que vivimos aquí toda la vida sabemos a ciencia cierta la historia». Por ello, para Vicente, el socarrat debería ser reemplazado por uno nuevo que incluyera la frase: «Soc l'arc de la Torreta de Tendetes», para que vecinos y forasteros conozcan la historia y los orígenes de Tendetes.
El arco que ahora se ve está construido en ladrillo rojo, formado por un arco rebajado sin ningún tipo de decoración. Sobre la cornisa formada por una moldura de ladrillos, cuatro almenas con remate piramidal y en uno de sus lados un trozo de muro. En la base del arco se pueden ver unas piedras de molino que vuelven a confundir sobre su procedencia.
Con el paso de los años, en el olvido quedan el verde, marrón y amarillo característicos de la huerta de la zona, para cederle el paso al cemento y a la explotación comercial. Asimismo, también existe un contraste entre de fincas entre las construidas recientemente y aquellas de construcción más antigua, originales y pintorescas.
Este era el nombre por el que se conocía a un antiguo y luminoso caserío allá por el siglo XV y posteriores. Más tarde, tras la separación que hubo entre la iglesia de Campanar y la de Santa Catalina, se sustituyó ese nombre por el de 'Tendetes de Campanar'. El cambio de nombre fue debido a que los feligreses de Tendetes dejaron de pertenecer a San Bartolomé y pasaron a ser parroquianos de la Virgen de la Misericordia de Campanar.
El nombre del territorio correspondiente a lo que hoy es el barrio, se encontraba situado hasta la década de los años sesenta del siglo XX, en el margen izquierdo del río Turia, en el septentrión de extramuros de la ciudad de Valencia.
«Nosotros le llamábamos 'el llogaret', una denominación que en valenciano significa 'alqueria, forn, i molí'. Era un sitio muy tranquilo, huertano, un refugio para sus vecinos. Ese sitio al que quieres ir para desconectar, huir del estrés, buscar la calma», recuerda Carmen, hija Juan, uno de los agricultores que frecuentaba las tabernas y 'tiendecitas' que había en el lugar de vuelta a casa.
Carmen tuvo que dejar el colegio cuando tenía apenas tenía 9 años para ayudar en casa. En su casa tenían vacas a las que ordeñaban para vender, después, la leche que producían. Ella era la encargada de ir de casa en casa vendiendo las garrafas. Además, también tenía que hacerse cargo de sus hermanos pequeños, ya que sus padres trabajaban fuera de casa todo el día. «Era niña y tuve que aprender a hacer cosas de mayores, tenía muchas responsabilidades para tener 9 años, pero era lo que había. Si no, no comíamos».
Las fiestas tradicionales de Tendetes eran muy populares en la zona. Coincidían siempre en el segundo domingo de octubre y duraban tres días. «En el barrio se preparaba 'arròs amb fesols i naps' y se le regalaba un plato a cada forastero que nos venía a visitar. Los niños siempre esperábamos que llegara el año siguiente para ver a todos los visitantes y disfrutar de los festejos».
Otro de los aspectos característicos de Tendetes es el nombre que reciben sus calles, que hacen referencia a embarcaciones marinas. El origen de la denominación reside en la voluntad de las Juntas Municipales de perpetuar la importancia de la vocación marinera y de la industria naval en Valencia, muy típico en Poblats Marítims, en las pedanías costeras o en Tormos.
Fue en marzo de 1970 cuando se autorizó bautizar las siguientes calles con nombres alegóricos al mar por decisión municipal: Falucho, Bergantí, Minador, Gabarra, Patache, Jabeque, Rompehielos, Torpederos, Esquife, Remolcador, Batel y Trainera.
El emblemático teatro Flumen es una de las joyas culturales de Campanar. En sus inicios allá por el 1958, fue inaugurado como sala de cine de sesión continua. Unos años después, se decidió cambiar su funcionalidad y pasó a ser una sala de arte y ensayo.
En 2007 cesó su actividad definitivamente, hasta ser recuperado y reformado en 2010. En la actualidad, es uno de los teatros más representativos de la ciudad y cuenta con una amplia agenda, sobre todo durante el verano. Dispone, también, de una terraza exterior donde se puede tomar algo y disfrutar de las sesiones programadas en el cine de verano.
Hoy en día la morfología del barrio es muy heterogénea. Existen varias sedes de Administraciones Públicas que conviven con las viviendas del vecindario. Esa heterogeneidad se puede observar entre los habitantes del barrio y los usuarios de la Administración.
Dos PROP, el IVO…son edificios cuya actividad provoca que confluyan muchas personas en un barrio de apenas 5.285 habitantes y, por consiguiente, el aparcamiento se convierta en un problema. Ante esta situación, los vecinos señalan que en la zona hay sobreabundancia de servicios para ser un área tan reducida.
A pesar de ello, algunos vecinos tiene sensación de abandono debido al traslado de La Fe, pues desde que se inaugurara el nuevo hospital, numerosos comercios se vieron obligados a cerrar porque habían sido creados para dar servicio a quienes lo frecuentaban.
Ahora, varios años después, el barrio parece que vuelve a florecer en el sentido comercial y, aunque aún queda mucho por hacer, Tendetes parece que está volviendo a recuperar su esencia valenciana.
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