«La guerra de Ucrania nos va a afectar, pero no sé hasta qué punto»

«Tal vez los últimos meses hayan sido los más complicados de todos los años que llevo trabajando aquí». Manolo Roch, nacido en el Puerto de Sagunto hace 53 años, es una voz más que autorizada para hablar de Pilkington NSG, la empresa que suministra vidrios a muchas factorías de automóviles y que vivió un complicado final de 2021, con la amenaza de cierre o reducción drástica de su plantilla, una huelga y una final más o menos feliz al anunciarse que no habría despidos.

Dando un salto atrás en el tiempo, Roch recuerda que vivió "muy intensamente" los duros años 80, con las huelgas y la conflictividad social generada en la zona: "Mi padre trabajaba en la empresa por lo que lo sufrimos todo muy directamente", apunta.

Tras un paso breve trabajando en el sector de los medios de comunicación y después de hacer el servicio militar en Cartagena y San Fernando comenzó a pensar en buscar algo seguro para su futuro.

Después de unos años como eventual "entrando y saliendo" consiguió consolidarse, a mediados de los 90, en una compañía en la que confía totalmente con respecto a su viabilidad: "Se ha demostrado que Sagunto y por extensión la comarca del Camp de Morvedre es un sitio rentable para el grupo NSG".

El panorama actual al que se enfrenta la empresa incluye otro tipo de competencia a la hora de vender su producto: "Ahora es con nuestro propio grupo, como le pasa también a Ford, cuando hace años estábamos compitiendo con otros países".

La pandemia global ha generado una tormenta perfecta de la que no han podido escapar: "Han sido los meses peores que he vivido en todos estos años, porque aunque la empresa ha tenido sus altos y bajos no se ha visto algo tan complicado porque el sector del automóvil se paralizó a nivel mundial".

Roch ha vivido estos meses "con la incertidumbre normal en una situación así. Los nervios van por dentro porque ves cerca la posibilidad de un cierre o una reducción drástica de plantilla y vives con preocupación tu futuro y el de tu familia porque has estado trabajando media vida en la empresa". Detalla que tiene un hijo de 18 años "que tiene otras expectativas laborales".

Con respecto a la evolución del mercado recuerda que, en años anteriores, éste "lo asumía prácticamente todo. Ahora se exige más calidad. Es muy difícil que no haya problemas de calidad por la exigencia de las compañías a las que servimos".

Ahora, aunque se ha abierto un periodo de aproximadamente tres años para reflotar la situación de la compañía y seguir demostrando que es rentable, otra amenaza se cierne sobre la economía mundial y podría ennegrecer de nuevo la situación algo más tranquila que se preveía para el próximo periodo: "Es evidente que la guerra de Ucrania nos va a afectar, pero no sé hasta qué punto. Algunas empresas que trabajan en Ucrania o Rusia ya están parando", explica.

Este trabajador ha querido recordar que tanto él como todos sus compañeros se han esforzado durante todo este tiempo, con reducción en pagas extraordinarias, para asegurar la viabilidad de la empresa, por lo que consideran que ahora se debe tener en cuenta todo lo que han renunciado para asegurar al menos su puesto de trabajo.

Sobre la evolución de los salarios ha explicado que "consultando nóminas de hace 15 años he visto que cobro casi lo mismo que ahora", lo que lógicamente supone una pérdida de la capacidad adquisitiva. Eso sí, no quiere dejar de apuntar que la empresa "no ha dejado de cumplir con el trabajador ni en el momento más extremo, por lo que de algún modo aún así podemos dar las gracias".

Respecto a su futuro más cercano, en un contexto con posibles prejubilaciones para algunos compañeros más veteranos, Roch es rotundo: "Tengo que pensar en jubilarme en la empresa". A la pregunta de si se ve dentro de diez años en la compañía piensa unos pocos segundos: "Espero que sí".

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