![El debate sobre la posibilidad de que se repita la tragedia de Marines viejo da otro paso](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202206/02/media/cortadas/marinescalle-R7aWuoVhhTfQcZtOzm0u49L-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![El debate sobre la posibilidad de que se repita la tragedia de Marines viejo da otro paso](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202206/02/media/cortadas/marinescalle-R7aWuoVhhTfQcZtOzm0u49L-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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MANUEL GARCÍA
MARINES
Jueves, 2 de junio 2022, 11:40
Una pregunta de la asociación de vecinos Marines Viejo sobre los riesgos geológicos que hay actualmente en el núcleo, tras lo publicado por LAS PROVINCIAS el pasado 5 de noviembre de 2021, ha vuelto a llevar al primer plano la situación del casco urbano. Cabe recordar que LAS PROVINCIAS se hizo eco de un estudio publicado por expertos en la revista de la Asociación de Geógrafos Españoles en las que señalaba el riesgo evidente de que se repitiera lo ocurrido en 1957, cuando una lengua de barro arrasó el casco urbano de la entonces Marines y causó seis fallecidos.
Tras esta noticia, el colectivo vecinal, "preocupados por la alerta generada, mantuvieron una conversación con el investigador principal en que se basaba el artículo, Carles Sanchis Ibor, "quien nos constata que, debido al estado de la montaña y el cambio climático, es más que probable que se repita la tragedia, aunque no se puede especificar cuándo ni en qué magnitud".
De este modo, los vecinos pedían a las administraciones competentes que tomaran "las medidas necesarias para asegurar el bienestar de la ciudadanía del núcleo urbano de Marines Viejo".
En la respuesta firmada por Policarp Garay, director conservador del Parque Natural de la Sierra Calderona, tras coincidir en que hay "un riesgo evidente", puntualiza que las principales acciones en materia de prevención de riesgos naturales "pasan, en primer lugar, por una buena planificación territorial preventiva. Y en su caso, conocido/asumido el riesgo, solo cabría estudiar y adoptar medidas preventivas/protectoras para su minimización; todo ello en proporción y consonancia con los inherentes costes y beneficios urbanísticos".
El propio Policarp Garay detalla en su respuesta a los vecinos que lo procedente "es interpretar las cosas debidamente" y asegura que se trata de un "titular alarmista ("riesgo evidente" de que se repita la tragedia de 1957...) inspirado en un reciente artículo publicado en una revista de la Asociación de Geógrafos Españoles".
Sin embargo, a continuación matiza: "Coincidimos en que hay un “riesgo evidente”, puesto que la antigua población de Marines está emplazada (siempre lo ha estado, históricamente) sobre el cono de deyección de un pequeño torrente, el cual, con motivo de las fuertes lluvias del año 1957, funcionó de forma natural. Sin duda se vio agravado el fenómeno por una gran carga sólida procedente de depósitos de ladera existentes en la cuenca del torrente, así como posible/s deslizamientos favorecidos por la fuerte pendiente de ladera".
"Otra cosa sería la probabilidad y el grado de riesgo", agrega Garay. Pero, del mismo modo, apunta, "hay también riesgo evidente de inundación afectando a la ciudad de Valencia (a pesar del “Plan Sur”) y a todas las poblaciones emplazadas sobre los abanicos aluviales de los ríos Turia y Júcar (por citar dos ejemplos). Asimismo, no se puede negar que existe riesgo evidente de erupciones volcánicas (y otras potenciales catástrofes) en todo el conjunto de las Islas Canarias".
Y se pregunta a continuación si ésta es "una probabilidad muy alta o es infinitésima: ¿De qué períodos de retorno y recurrencia estamos hablando? Y lo que es más importante, en relación con los potenciales daños: ¿Se dan las mismas circunstancias ahora que entonces?".
El propio Garay se responde y apunta que es "evidente que algunas cosas han cambiado: podemos hablar de cambio climático, sí; pero sobre todo deberíamos hablar de los cambios en los usos del territorio, la cubierta vegetal, los elementos de defensa (pequeñas presas escalonadas) que en su día se construyeron… ¿Están estos en buen estado?, ¿son funcionales actualmente o necesitan mantenimientos?…"
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Respecto al hecho de que los vecinos hablaran con uno de los autores del estudio, Garay asegura que convendría matizar que el cambio climático, a pesar de su gravedad y de ser un factor a considerar, "no es precisamente la causa directa del proceso torrencial; pues las lluvias intensas y catastróficas (como las del año 1957) siempre se han producido, y se seguirán produciendo independientemente de que los valores de T en este sistema torrencial de Marines puedan ser de 100, 50 o 25 años. No hace falta recurrir al “cambio climático” como causa directa y única; lo cual no quita que los autores del artículo manifiesten (lo hacen al final de sus conclusiones) su particular preocupación basada en registros y estimaciones de “incremento de la torrencialidad en la cuenca mediterránea” (y mencionan un par de citas bibliográficas)".
Una mayor profundidad requeriría todo este análisis, entrando a estudiar el “estado de la montaña” que los autores también citan en “discusión y conclusiones” de su artículo (entre otras cosas citan que “se construyeron 12 modestas trampas de sedimento de mampostería sobre el cauce… que hoy ya están colmatadas”).
En su respuesta, Garay cree que "lo más oportuno sería comparar (con pros y contras) cuál era el “estado de la montaña” hace 65 años, y cuál es su estado actual. Evidentemente ha cambiado: el Vuelo americano (anterior a la riada del 1957) muestra un territorio dominado por cultivos de secano y prácticas de conservación de suelo, mientras que actualmente lo cubre todo un denso manto de vegetación forestal dominada por el pino. Respecto a las “trampas de sedimentos”, así citadas en el artículo, nos inclinamos más por llamarlas “disipadores de energía” cuya finalidad directa no era retener sedimentos sino más bien contener la fuerza de los caudales concentrados en el canal de desagüe del torrente en cuestión".
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A la vista de estas observaciones, el coeficiente de escorrentía superficial (y por ende el riesgo de inundación en Marines) "sería considerablemente menor hoy que en el año 1957. Pero esta situación también conlleva un riesgo añadido: todo podría cambiar rápidamente tras el “riesgo evidente” de un indeseable gran incendio forestal, en cuyo caso, la cubierta vegetal protectora podría desaparecer provocando un gran aumento de la escorrentía superficial (y su repercusión sobre la zona urbana)".
Sobre las críticas de los geógrafos a "la renuncia al uso de instrumentos de ordenación urbanística", es decir, "no haber aprendido la lección", éste es "el quid de la cuestión" para Garay: "¿Se están teniendo en cuenta los riesgos hidrológicos en las obras y reconstrucciones urbanas?, ¿es suficiente y adecuada la norma urbanística aplicable en este enclave urbano del planeamiento urbanístico de Marines?".
Finalmente, Garay concluye que aunque no forma parte del marco competencial del Parque Natural pronunciarse ni actuar en materia de planificación urbana ni sobre la adopción de medidas urbanísticas afirma que, "en atención al solicitante hemos creído oportuno aportar nuestra opinión técnica y geológica mediante el presente informe".
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