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ada dasí
Serra
Martes, 10 de agosto 2021, 23:44
El Museu de l'Oli de Serra pone de relevancia la tradición de elaborar el 'oro líquido' de la Sierra Calderona que desde antaño se realizaba en una docena de almazaras repartidas por el municipio para el autoconsumo. En unos pocos metros cuadrados se pueden contemplar los utensilios y mecanismos indispensables para extraer el jugo de las olivas que se cultivaban en los bancales de la montaña, entre ellos una prensa de madera, un motor e incluso un pozo.
El museo está situado en la calle de la Pilota, en un edificio de finales del siglo XIX que cedió la familia Domingo Fos al consistorio mediante un convenio firmado en febrero del año pasado y que se ha recuperado con una inversión de 30.000 euros. Por sus instalaciones ya han pasado cerca de un centenar de visitantes en dos meses desde que se inauguró, a pesar de que el municipio está en temporada baja de turismo.
La apertura, en plena pandemia, ha sido un éxito y se ha convertido en un nuevo atractivo para los visitantes, enmarcado en la ruta de las esculturas, un itinerario en el que personajes ilustres ponen en valor el patrimonio cultural, etnológico y monumental del municipio y que en dos años de funcionamiento ha provocado que se doble el interés por el casco urbano.
Como valor añadido, la Cooperativa de les Muntanyes de Serra ha recuperado la elaboración de aceite en la localidad, que ya es el tercero de mayor calidad de la Comunitat, y que se puede adquirir en los establecimientos locales. Además, este 'oro líquido' se vincula también a la hostelería para dinamizar el sector.
El visitante puede conocer en estas cuatro paredes la forma tradicional en la que se elaboraba el aceite, lo que ha removido los recuerdos de los vecinos que han pasado por la almazara y que ellos mismos o sus antepasados utilizaban para llevar sus cosechas de olivas. No es extraño, ya que fue la última que estuvo funcionando hasta los años 80.
Primero se pesaba la materia prima, con un mínimo de 400 kilos de un propietario o de dos para alcanzar la cantidad exigida. Después se pasaba a la almazara donde se machaban las olivas con tracción animal y años después con un motor eléctrico, y se depositaba en los 'esportins' o 'capaxos'. Tras esto llegaba el proceso de decantación en las jarras.
El inmueble cuenta incluso con un pozo de donde se extraía el agua para el proceso y con los utensilios propios para trabajar los campos y recoger las cosechas.
El cultivo de oliveras en la Serra Calderona proliferó junto con el de los cerezos, garroferas y almendros porque estaban libres de pagar impuestos en la Carta Pobla. Esto hizo que en la montaña se fueran dibujando en su perfil pequeños bancales de diferentes propietarios minifundistas.
El Museu de l'Oli, el único de la comarca de Camp de Túria, ha recogido toda la esencia de este trabajo artesanal, nada que ver con la producción industrial, que se explica a través de unos paneles y está previsto, en una segunda fase, que se complete con un audiovisual. La iniciativa se enmarca en «la estrategia que el Ayuntamiento para recuperar nuestro rico patrimonio etnológico y monumental», como señala la alcaldesa, Alicia Tusón.
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