![La A-3 (completa) cumple 25 años](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/12/02/a-3-puche-kMW-U2108996548934AB-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Hoy se cumple uncuarto de siglo. Tras muchas peticiones, demoras, controversias y zancadillas de la política, el presidente José María Aznar, el 3 de diciembre de 1998, inauguró los dos tramos de la autovía Madrid-Valencia que restaban para una completa comunicación. Las dos capitales quedaron unidas por una vía segura y fiable que hizo posible el viaje en tres horas. «Hoy es el día del fin de una frustración para Valencia», dijo el presidente Eduardo Zaplana.
Hacía frío y la aguanieve iba calando en los abrigos. Las fotos muestran un enjambre de paraguas azules ministeriales protegiendo a los personajes que habían acudido a los tramos de carretera que entraban en servicio. A primera hora, el ministro Rafael Arias-Salgado, con el presidente de Castilla-la Mancha, José Bono, inauguró los 35 kilómetros de autovía entre Atalaya del Cañavate y Motilla del Palancar. A las once de la mañana, ambos estaban ya, con el presidente Eduardo Zaplana, esperando el helicóptero en el que llegó el presidente del Gobierno, José María Aznar.Tras los saludos de rigor, todos, a bordo de un microbús, recorrieron el último y más simbólico tramo de la nueva autovía, el del embalse de Contreras, un tramo de gran complejidad que salva el paraje protegido de las Hoces del Cabriel. La admiración fue general al contemplar las brillantes soluciones de ingeniería desplegadas, con mucha audacia y un montón de millones: un primer viaducto doble, de 425 metros de longitud, salta el vacío sobre pilares de 70 metros; después hay un doble túnel de 240 metros en la zona llamada Rabo de la Sartén; seguidamente, otro doble viaducto, de 800 metros, vuela sobre columnas de 65 metros hasta desembocar en otro tramo de 300 metros donde la altura sobre el suelo el embalse de Contreras llega a los 93 metros. Con todo ello, se evitaba el trazado de la N-III vigente desde 1969, que circulaba sobre la coronación del embalse de Contreras.
José María Aznar, acompañado por Zaplana y Bono, descubrió la placa que desde ese día recuerda la entrada en servicio de la autovía. «Era escandaloso no tener autovía entre Madrid y Valencia y por eso este es un día histórico», dijo a la nube de periodistas que seguían los actos. Frotándose las manos, entre comentarios admirados, las autoridades se dieron cita en una carpa, también azul, donde un nutrido grupo de autoridades locales y provinciales, más numeroso público, se resguardaba del frío. Un minuto después se proyectó un video resumen de las obras. En el inicio, todos sonrieron ante un símbolo facilón pero necesario: la puerta de Alcalá aparecía acariciadas por las olas de la playa valenciana. Cuando se apagaron las imágenes tomó la palabra el ministro: «En un estado profundamente descentralizado como es España, las infraestructuras cobran una importancia vital en la vertebración, y llevar a cabo la correcta comunicación entre los diferentes territorios es un mandato constitucional».
Arias-Salgado habló del coste de la inacción en política, en una clara alusión a los retrasos de la anterior administración socialista: para las infraestructuras, dijo, «no solo hay que calcular el gasto de hacerlas, sino también el de no hacerlas». La obra que se inauguraban, los dos tramos restantes de la A-3, suponían una inversión de 36.000 millones, pero en poco tiempo ahorrarían 4.000 en combustible. La renovación de la N-III, su transformación en una autovía, supuso una inversión de 150.000 millones de pesetas; pero estaba calculada para ser utilizada, cada día, por unos 15.500 vehículos, cuatro mil de ellos pesados.
Cuando Valencia proyecta disparar una mascletà de reclamo turístico en Madrid, no está de más recordar las muchas referencias que ese día se hicieron a un Mediterráneo que, desde ese día, quedaba «a solo tres horas de Madrid». Zaplana, en sus palabras, habló del fin de la frustración valenciana y subrayó la importancia de la presencia de Aznar, «porque no suele asistir a inauguraciones». José Bono, por su parte, se refirió a la importancia de salvar Las Hoces del Cabriel, el reclamo que tomó como banderín político, y dijo que no había sido «palabrería el ecologismo». Después, tomó la palabra el alcalde de la capital, que recordó como Valencia y Madrid habían unido sus voces para reclamar la autovía. Cerró el acto, cuando ya la nevada copiosa, la alcaldesa Rita Barberá: «Año de nieves, año de bienes», dijo para levantar los ánimos entre una concurrencia aterida.
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