«La desaparición de negocios tradicionales es terrible. La ciudad pierde personalidad». Son palabras de Pepe Miquel, el último propietario del emblemático comercio Confecciones La Purísima, tienda que puso fin en marzo de 2020 a 87 años de ... una trayectoria comercial que la había llevado a vestir de uniforme a todos los oficios de Valencia. Habiendo sido testigo y en una parte protagonista del devenir de la capital, el 31 de marzo del año pasado, La Purísima cerró sus puertas al público. Cerca de cumplir 78 años, su propietario, heredero de la tradición comercial de la familia, decidió jubilarse.
Publicidad
Por si queda algún valenciano, es difícil, que en este momento no recuerde la tienda de la que hoy habla LAS PROVINCIAS, cierre los ojos y sitúese en la emblemática calle Bolsería, entre los números 7 y 9. Recuerde el entrañable rótulo de madera en el que se lee 'Confecciones La Purísima 7 Vicente Miquel 7'. Detenga la memoria en el detalle de que las letras rojas con la que está pintada la referencia a la Inmaculada ofrecen una sombra azul, una especie de destello, que, como certifica Pepe Miquel es clara alusión al color que identifica a tan popular devoción mariana. Y hubo más: durante muchos años la fachada estuvo pintada de azul celeste. Hoy luce otro tono, algo así como color vainilla. Si aún no se ha situado, acuérdese de la casa desde la que más pétalos de rosa se lanzan cada segundo domingo de mayo al paso de la Virgen de los Desamparados en su procesión. Sí, allí es. En el mismo sitio donde ponían los maniquíes en la calle.
Noticia Relacionada
Vicente Miquel, citado en el entrañable letrero, fue el fundador; el padre de Pepe. La tienda abrió sus puertas el 14 de abril de 1933, «el día del cumpleaños de mi padre», relata el hijo. En ese momento la calle Bolsería «era el centro de la ciudad, también comercial. Todos los bajos eran tiendas. Uno, confecciones La Purísima; otro, Nuestra Señora del Remedio -que era casa de mis abuelos en el número 16-, Colchonería El Pilar, Sagrado Corazón, y también La Campana o El Torito. Cada uno, con sus ideas ponía el nombre». Con los años el comercio se fue desplazando hacia la Avenida del Oeste y la calle San Vicente para después rodear a la calle Colón mientras La Purísima se mantenía fiel a La Bolsería.
Los abuelos ya tuvieron negocio de prendas confeccionadas. Les siguió su hijo con La Purísima, establecimiento que se introdujo en el territorio de los uniformes de trabajo. Primero sólo con los de la industria, «mis padres ya vendían monos», pero fueron ampliando. «Arriba tenían sastrería. Mi hermano era sastre y mi padre hacía la uniformidad para centros oficiales, para el Ayuntamiento de Valencia. Hacía todos los uniformes», señala Pepe. Las palabras de Miquel descubren que La Purísima era como el vestuario de los oficios que daban vida a la ciudad. «El personal de parques y jardines, la policía municipal, los bomberos», apunta con unas declaraciones que revelan cómo el recorrido de una tienda puede diluirse con el de la ciudad que la acoge contribuyendo a dar cuerpo a la historia de una sociedad cuya trayectoria está marcada por la riada de 1957, suceso al que también refiere Miquel al contar que «estando todavía mi padre todos los uniformes de gala de los bomberos se mojaron. Estaban hechos con las mejores lanas que entonces llegaban de Sabadell».
Publicidad
En 1978 La Purísima inició una nueva etapa. Pasó a manos de Pepe Miquel, quien no retiró el tradicional letrero que durante décadas ha contribuido a dibujar la fisonomía de la capital del Turia. Él incluyó uno más moderno, pero nunca se deshizo del primero. «Los rótulos siguen estando, como las estanterías y los escaparates. La Diputación está interesada para llevarlo al museo de la calle Corona, por comercios antiguos. Se pusieron en contacto conmigo hace siete u ocho meses, pero con la pandemia se ha quedado todo algo parado».
Noticia Relacionada
Cuando Pepe tomó las riendas ya llevaba tiempo trabajando con sus padres. «Terminé el Bachiller en el Colegio El Pilar y no quise seguir en la Universidad». Se fue a La Purísima y llegó el día de hacerse cargo del negocio. «Mi padre le dio la sastrería a mi hermano, quien se independizó y puso la boutique Sento's en la Avenida del Oeste». La Purísima se centró en «uniformes para los trabajadores de la industria, la hostelería y personal sanitario. En industria: la cazadora, el mono, la camisa, el pichi, el pantalón y últimamente el pantalón multibolsillo que tenía mucho éxito. Para hostelería: chaqueta, pantalón, gorros, ropa para el personal de recepción de hoteles y de los restaurantes. También y ropa de sanitarios para clínicas privadas».
Publicidad
Siguió formado parte de la vida de Valencia ampliando la superficie del negocio y describiendo una trayectoria que con el tiempo le hico merecedor del reconocimiento de Comercio Emblemático. Al comerciante le asaltan los recuerdos hasta llevarle a relatar que durante el tiempo que hacían uniformes para músicos, cuando aún todo se confeccionaba a medida, en La Purísima cosieron el del intérprete Abel Mus. Pepe Miquel, el último titular de esa tienda que lucía su producto de manera vistosa mostrando los maniquíes en la calle -algo que venía de la época en la que la calle Bolsería estaba atestada de tiendas-, relata que a sus mostradores se han acercado «numerosos médicos para comprarse las batas, y la cocinera Begoña Rodrigo ha venido a casa a por sus primeras chaquetas». No olvida mencionar que ha servido uniformes a firmas como «Aguas Potables, Hidroeléctrica y Gas Lebón».
Noticia Relacionada
Los clientes llegaban desde más allá de los límites de la ciudad. Incluso Ford, a cuya oferta dijo no, «cuando se estaba construyendo en Almussafes me llamaron para que presentara, presenté los monos que ellos querían y me dijeron que tenía que bajar el precio. Yo les dije que no y me decían oiga son 30.000 o 35.000 prendas. Sí, sí, pero cuantas más prendas si no gano, me cuesta dinero. Lo siento, pero no».
Publicidad
La conversación con Pepe Miquel descubre que no cabe duda de que confecciones La Purísima forma parte del devenir histórico de Valencia. Es mucho lo que ha vivido este comerciante que, como era propio en los tiempos de su infancia residía con su familia en el mismo edificio en cuyo bajo se encontraba el comercio. Y al rememorar toda esa experiencia confiesa: «Guardo todo en el corazón».
La tradición le persigue. La costumbre de vivir en el mismo inmueble donde tenían el negocio determinó otra costumbre. En los tiempos de infancia y juventud de Pepe en aquella calle entonces repleta de tiendas, desde todos los balcones se lanzaban pétalos de rosa cuando pasaba la Virgen de los Desamparados, o la Custodia el día del Corpus. Hoy son menos quienes lo hacen. Corren otros tiempos. En La Bolsería quedan tres puntos en los que esa tradición se mantiene. Uno es el lugar donde se encuentra La Purísima, el establecimiento con techos soportados por vigas de madera a la vista, desde cuyo balcón llegan a lanzarse «cincuenta o sesenta cajas de péalos». Una tradición que, junto al sello comercial que ha ostentado la casa durante 87 años, concede otra seña de identidad que enlaza a Pepe Miquel y su trayectoria con grandes tradiciones de la capital.
Publicidad
A Pepe Miquel no le quedaba relevo cuando tras retrasar su jubilación dijo basta a seguir trabajando. Una hija, dentista. Y un hijo, veterinario. Los dos escogieron otro camino y el comerciante decidió bajar la persiana para siempre.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.