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Publicidad de la tienda que se puede ver en el interior de la cabina telefónica que expone el museo L'Etno de Valencia. LP

Deportes Altarriba, la primera tienda de Valencia que vendió esquís, abrigos loden y zapatillas New Balance

El establecimiento abrió en los números 11 y 13 de La Paz en 1904 como 'Armería y bazar' y amplió su actividad en la calle del Mar dedicada a las maquetas, los trenes y los soldaditos de plomo I La firma se mantuvo viva durante más de cien años

Laura Garcés

Valencia

Domingo, 5 de enero 2025, 00:32

Un recorrido comercial por los históricos escaparates de Valencia nos lleva hoy hasta las calles La Paz y del Mar. ¡Vengan con nosotros! Vamos a ... la tienda Deportes Altarriba, establecimiento señero en la capital. Fue la primera casa que vendió esquís en la cálida ciudad del Turia, la que estrenó la venta de los impermeables abrigos austriacos loden y el calzado deportivo New Balance -cuando la marca sólo era una desconocida- sobre mostradores donde se servían los envidiados polos Fred Perry y Lacoste que vestían los pijos, y que el torero Diego Puerta encargaba de todos los colores para pasar a recogerlos cuando toreaba en el coso de la calle Xàtiva. Y abanderaron también la llegada de las primeras botas de deporte de lona -de ese color al que hoy llamamos blanco roto- predecesoras de las John Smith que traían de cabeza a los jóvenes de los años sesenta y setenta del siglo XX.

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Un relato apasionante que rescata Eduardo Altarriba, el último de la saga al frente de los mostradores protagonistas de la evolución de las modas que también llevan y traen las pasiones deportivas y los juguetes. Dice Ernesto, de envidiable memoria a sus 85 años, que todo arrancó «cuando en 1904 mi abuelo y mi bisabuelo llegaron a Valencia desde Barcelona». Allí el abuelo dirigía la fábrica de armas Schilling. La firma tenía tiendas en la capital catalana y en Madrid. Buscaba emplazamiento en la ciudad del Turia. «El dueño mandó a mi abuelo para que la abriera con la obligación de mantener el nombre durante treinta años». Pero antes falleció el propietario de la firma, cuyo hijo la ofreció al abuelo, quien la adquirió y allá por los años treinta ya le puso su nombre.

Fachada del establecimiento de la calle del Mar. LP

Se asentaron en los patios 11 y 13 de la calle de La Paz con fachada de marmol negro y rótulo dorado y acceso por Muñoz Degraín para tiempo después, a mediados de los años cuarenta, conquistar la vecina calle del Mar con 'Maquetas Altarriba Trenes'. Entraron así en el mercado de los juguetes, de las estructuras de madera, de los soldaditos de plomo y cochecitos que por entonces ya costaban 30 pesetas. «Los trenes llegaron a mediados de los años cuarenta, cuando las fábricas Rico y Payá de Ibi empezaron a fabricarlos». De la amplia oferta de ejércitos de plomo nacieron grandes colecciones que han llegado hasta hoy: «El 95% de los que hay en el Museo de Soldaditos de Plomo de la calle Caballeros, me los compraron a mí. Se solían vender sin pintar y los grandes aficionados, entre los que se encontraba algún Noguera, los adquirían para decorarlos ellos mismos. Los pintados a mano eran los más caros».

Eduardo Altarriba con el catálogo que conserva entre sus manos. LP

A principios del siglo XX emprendió el vuelo la emblemática Deportes Altarriba, que pese al nombre con el que se la recuerda fue mucho más que una tienda de deportes. Nació bajo la razón social 'Armería y bazar', concepto en el que cabía «de todo. Armas, ropa y otros objetos para la caza, productos de perfumería y droguería, armaduras, maletas, baúles, navajas, objetos para fumador, raquetas…». Un completísimo catálogo, de los que Eduardo todavía conserva ejemplares, la llenaba del contenido más exquisito con gran apuesta por la caza.

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Allí se encontraban las mejores armas para el deporte. «Fuímos los primeros que vendimos los auténticos abrigos impermeables austriacos loden, muy vinculados a la caza, que en torno a los años sesenta y setenta costaban 30.000 pesetas». Eran aquellos abrigos verdes de fuelle en la espalda que marcaron una época y que seguro algunos armarios familiares todavía conservan.

-¿Eduardo los loden también los vendía El Corte Inglés, no?

-Sí, esos valían 13.000 pesetas. ¿Sabes lo que tiene que hacer para saber si eran los auténticos? A los que nosotros vendíamos les echabas un cubo de agua y no se mojaban.

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Raquetas que endía la tienda en su primera época. LP

La casa «era selectiva y selecta». Cuando pocos jugaban al tenis, ya vendía cuanto fuera necesario para este deporte. «Venía a comprar la mejor tenista que había en Valencia, Amparo Ibáñez, marquesa de Valero de Palma, y todos los que veraneaban en los chalés de Benicàssim», puntualiza el cicerone de la visita, quien añade que también «los Serratosa, que jugaban a frontón en Rocafort». Los cambios sociales modificaban la demanda a la que Altarriba siempre ofrecía respuesta de la mayor calidad, como la de Dunlop, «que en tenis era lo más» la raqueta Slazenger que llegó después.

Los grandes sellos también para los objetos de fumador. Como prueba de tan especial apuesta para una sociedad encantada de mostrar que podía acceder a las marcas reinas del mercado: «Teníamos los mecheros Dupont, los Dunhill y los Ronson», los encendedores que muchos con un chasquido sobre los tejanos conseguían la llama para prender los cigarrillos rubios.

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Ya lo ven. Entre 1904 y 2014, la firma demostró gran capacidad emprendedora y manifestó de manera constante el esfuerzo por servir lo que los cambios sociales reclamaban. A la vista del relato de Eduardo, no cabe duda de que adaptarse a los tiempos fue decisivo para el éxito. «En torno a 1995 en el número 44 de La Paz nos pasamos exclusivamente al esquí, a los deportes de alta montaña y el monopatín». Era lo que traían las nuevas modas deportivas. Todo, unido a otra tienda de caza y pesca en la avenida del Doctor Waksman. «Aquel era un barrio pescador y buscábamos a los cazadores de la zona de Castellar». Ya en 2014 la tienda pasa a manos de «unos chavales jóvenes» que se centran en el esquí bajo otro nombre.

Trenes vendidos en Altarriba.

En ese momentos ya se habían escrito más de cien años de un establecimiento que forma parte de la historia de Valencia, que han ayudado a dibujar la ciudad como testigos de los cambios sociales. Cada vez son menos las que van quedando sustituidas por nuevos modelos de negocio. Ese es el sino: cambiar. Pasan los años y los escaparates ya no muestran los mismos objetos de deseo demostrando que, como advierte Garci en 'Asignatura pendiente', «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos».

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-¿Eduardo, cuando ves cerrar una tienda de las de toda la vida, qué piensas?

-No voy por el centro, no lo quiero ver porque me pongo a llorar.

Deportes Altarriba está en la memoria y en la experiencia de valencianos y foráneos que algún día encontraron allí lo que necesitaban para disfrutar del deporte o del juguete favorito. Para que no se olvide, sobre la fachada de la calle del Mar, el establecimiento que ahora ocupa el local, conserva el rótulo 'Trenes' y el en el museo L'Etno de la Diputación, dentro de la cabina de teléfonos que atesora la colección, dos referencias publicitarias de establecimientos de Valencia, uno Lanas Aragón y el otro, claro, Deportes Altarriba, demuestran el valor social de ambas casas. Y cuando algo o alguien se inmortaliza en un museo, por algo será.

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