Estaban Orson Welles y la Duquesa de Alba y otras celebridades de la época. Cantantes del momento como Salomé y Luis Aguilé y estrellas del ... toreo tipo El Cordobés. Y estaban también nada menos que Sylvie Vartan y la recién fallecida Françoise Hardy, dos iconos de la música de entonces, que acudieron a la Valencia en Fallas de 1964 para protagonizar sendos conciertos en sendos paradores. Vartan, que por entonces era la novia de Johnny Halliday y acabó siendo pareja del no menos célebre Alain Delon, para ofrecer un concierto en el Parador del Foc, instalado en los jardines del Real en compañía de la orquesta que dirigía su hermano Eddie. Y Hardy, musa de la época y amor secreto de varias generaciones de fans que el martes acogieron desolados la noticia de su muerte, no por esperada menos traumática, porque había sido contratada por la falla Convento Jerusalén para ofrecer un recital en el Parador So Nelo... que nunca se celebró.
Un incendio registrado justo la noche anterior calcinó la carpa y al día siguiente Hardy deambulaba por el hotel Astoria donde se alojaba desolada por la cancelación de su show: a cambio, Valencia se quedó para siempre con la fugaz memoria de aquella visita porque quedó registrada en la mirada, y la cámara, del fotógrafo francés Jean-Marie Périer, otra celebridad de la época, que fue su sombra durante su estancia entre nosotros y firma entre otras imágenes la foto que ilustra estas líneas: en compañía de su amiga Sylvie, la cantante pasea por delante de la plaza de toros de la calle Játiva con su inmortal media melena y aquel flequillo tan imitado como inimitable. Detrás de ellas, unos paisanos miran con asombro al retratista; a su lado, un guardia urbano, tocado por aquellos sombreros blancos tan sesenteros, aporta otro toque local al conjunto.
La presencia de Périer en Valencia siguiendo los pasos de ambas celebridades no era casual. Por aquella década se había convertido él mismo en otro famoso, bien que a otra escala, como retratista de la juventud de su generación, en especial como fotógrafo de confianza de la estirpe de jóvenes artistas que como las dos musas francesas encarnaban el nuevo tiempo, los emergentes y dinámicos años 60 tipo Johnny Hallyday o Richard Anthony. Fue su cámara de hecho la gran protagonista de aquel concierto que en 1963 reunió en la parisina plaza de la Nación a más de 150.000 asistentes: las fotos con que retrató a la fauna humana asistentes alcanzaron una enorme notoriedad y ayudaron a impulsar la carrera de todos aquellos jóvenes artistas.
De ahí nació una estrecha relación que desembocó en un idilio entre la cantante recién desaparecida y Périer, quien, al frente de la revista Salut les Copains, se convirtió en propagador del inmarcesible arte de Hardy y otras cimas de la música francesa del momento. La imagen de la cantante que se popularizó en la sociedad de entonces debe mucho a su retratista de confianza, con quien mantuvo esa clase de vínculo que fue atravesando los años y mantiene su vigencia: sus fotos, como la que tomó en Valencia, sobreviven al paso del tiempo por ese raro espíritu de modernidad que habita en ellas. El contraste entre la belleza de su musa y el fondo en blanco y negro, tan propio de aquella España, casi ejerce la condición de póster: Valencia era así.
Era una Valencia que se volcaba con sus Fallas como ocurre ahora, aunque con ese punto familiar que ha ido abandonando esta clase de acontecimientos. De hecho, un reportero de nuestra casa se tropezó con Hardy en el hall del Astoria y entabló con ella una curiosa charla. Fue entonces cuando la artista compartió con aquel compañero de esta redacción su desolación, porque nunca había tenido que cancelar un contrato y se sinceraba con el periodista Ricardo Dasí Jr. con la Vartan haciendo de intérprete: «Dice que es la primera que le ocurre algo parecido. Es pura mala suerte pero qué le vamos a hacer». Eran las siete de la tarde del 20 de marzo de 1964: unas horas antes, el Parador So Nelo había quedado calcinado y aunque los demás paradores se solidarizaron con sus gestores y se apiadaron tal vez de las considerables pérdidas (12 millones de pesetas de la época: 72.000 euros de hoy).
Como compensación, las páginas de LAS PROVINCIAS apuntaban hacia la posibilidad de derivar hacia la falla Convento las ganancias de un hipotético concierto en solidaridad que se celebraría en otro de esos paradores y, a otro nivel, se admitió la idea de que todos los socios de So Nelo pudieran entrar gratis en el resto de fallas. Ninguno de estos gestos consolaría a la Hardy de su aflicción pero ella tuvo también su propia reparación, de orden sentimental: esa misma tarde relata la crónica de este diario que coincidió en la plaza de Rodrigo Botet con El Cordobés, alojado en el mismo hotel Astoria. Y pudo comprobar por lo tanto si era cierto lo que Sylvie Vartan contaba al periodista: «Es muy guapo».
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