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El amarillo era el color, el de las bolsas de la tienda. Y el perfil de la ciudad que se descubría en el «escudito» era el de Zaragoza. Con estas pistas, ¿ha descubierto con que tienda valenciana se cita hoy LAS PROVINCIAS? ... Exacto, sí: Lanas Aragón. Tal vez recuerde algo que compró allí. Quizás hasta guarde la tarjeta de cliente. Tal vez se acuerde de que eran frecuentes sus visitas a la tienda de la mano de su madre. Incluso es posible que allí o en alguno de los otros establecimientos que fue dando la firma creada por Ernesto Martínez Colomer sus padres le compraron el traje de Primera Comunión. Hasta cabe que asistiera en los Jardines de Viveros al primer desfile de lencería que acogió la ciudad para promocionar un comercio moderno, de gran éxito desde sus primeros pasos -1939, hasta los años 80 del pasado siglo- que ya viajó a Estados Unidos «para ver cómo funcionaban los grandes almacenes».
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¿Por qué el amarillo y no otro color? «Mi padre escogió el amarillo porque era el color del que iba vestida mi madre cuando la conoció. La vio en la calle Espartero. Ella tendría 14 o 15 años y él 18 o 19. Cuando la vio dijo: con esta chica me casaré yo. Las bolsas eran amarillas, todo era amarillo. Y le pusieron Aragón porque la tienda estaba en la calle de ese nombre. Y como vendía madejas de lana: Lanas Aragón. También se puso el escudito con el perfil de Zaragoza», relata a sus 81 años Ernesto Martínez-Colomer Soriano, hijo del fundador que siguió los pasos de su progenitor en el negocio.
Todo empezó después de la guerra: «Mi padre vendía en los mercadillos». Pero en los años 50 del siglo XX era la gran firma del comercio valenciano. El fundador -nacido en 1912 en Ontinyent- aprendió vendiendo en mercadillos de la calle hasta que un día abrió en la capital del Turia el inolvidable Lanas Aragón, que trajo consigo Ademar y Hogar Complet, además de la gran empresa de comercio mayorista que fue Marcol. Vender en la calle no era suficiente, tenía que hacer más.
Era 1939, como señalan los datos que facilita su sucesor, cuando en la calle Aragón inauguró el camino para las tiendas que han quedado grabadas en la memoria colectiva de la sociedad valenciana.«Una en la calle Aragón y la que daba a Espartero» fueron el principio. «En Aragón se vendían lanas, medias, ropa interior y a Espartero se trasladó todo lo que era confección», cuenta Martínez-Colomer Soriano. La aceptación del público, el éxito de aquellos establecimientos, no tardó en hacerse visible. En 1945 Lanas Aragón abrió en la calle Cádiz la que fue su primera «sucursal», como apuntan los datos que facilita Martínez-Colomer y hubo otra en la calle San Vicente. En 1958 un incendio en la tienda de la calle Aragón llevó a desplazar el área de almacenes a Ángel Guimerá, pero pronto se superó la situación sin acabar con la fuerza emprendedora de quien había impulsado el negocio, que siguió dando muestras de que no abandonaba el camino.
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La expansión trajo Ademar y Hogar Complet. La primera «se puso como algo más selecto, de confección. Enfrente de la plaza de toros estuvo el primer Ademar, que abrió en 1955. Luego , en 1967, otro en la Avenida del Oeste», relata Martínez-Colomer Soriano. La razón del nombre de la tienda descubre hasta qué punto el comercio se funde con los habitantes, la esencia, de una ciudad: «Cuando nos quedamos el local en la calle Xàtiva, en el cartel de la valla de la obra se puso algo así: ¿cómo se llamará esta tienda? Concurse usted. Y la gente empezó a mandar cartas y algunas enviaron algo así como Ademar, que venía de Amparo de Martínez, el nombre de mi madre. Nos gustó la idea». Y llegó también Hogar Complet «en la calle Cuenca. Dedicada a electrodomésticos, muebles, cuberterías, todo objetos de hogar», apunta el hijo del fundador.
Las visitas a estos establecimientos eran casi obligadas en la vida de los valencianos, los de la capital, y los de más allá de las cruces. «Los autobuses de cercanías paraban en la calle Espartero. Incluso montaron un puesto para expender billetes. Venían de todos los pueblos», explica Martínez-Colomer. Lanas Aragón era punto de referencia, el establecimiento que no sólo creció, sino que de manera continuada innovaba admirando a una clientela dispuesta a flirtear con la modernidad. «Entonces los más grandes que había eran Cuadrado y Gay. Nosotros ya tocábamos de todo: tejidos no, sólo para confección de caballero», constata el hijo del fundador. También ofrecían trajes de Comunión. No pocos valencianos encontraron allí el suyo, pues «en la época de comuniones cada día se vendían 600 o 700 entre todas las tiendas».
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Y no es todo. Apunta Martínez-Colomer que también hacían «pases de modelos donde estuvo la bolera Erajoma en Germanías.Y fuimos los primeros en hacer un pase de lencería, en Viveros. Fue una cosa que no se había visto nunca en Valencia. Se invitó a los clientes». Y es que aquel entramado de tiendas que salpicaba el perfil urbano de Valencia bajo los rótulos de Lanas Aragón, Ademar y Hogar Complet, fue el primero que en la ciudad del Turia ofreció «tarjeta de cliente, que otorgaba unos derechos. A esos clientes se les avisaba cuando había una oferta. No había nadie que lo tuviera», apunta Ernesto Martínez-Colomer en su relato. «Era la empresa que en Valencia marcaba lo más moderno hasta que llegaron Galerías y El Corte».
Cuando todavía EE UU quedaba muy lejos, Martínez-Colomer Soriano ya viajaba a ese destino. «Nosotros íbamos a charlas para ver cómo funcionaban allí los grandes almacenes, los centros comerciales. Yo tenía unos 20 años y ya nos decían: no parking, no negocio», apunta, además de señalar que fueron «los primeros que pusimos cajas registradoras para que cada dependienta cobrase en su batea; lo trajimos de Estados Unidos».
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A principios de los años 80 la tienda que había nacido entre las calles Aragón y Espartero llegó al número 1 de Colón. Martínez-Colomer recuerda que su padre de pequeño le decía «este local de la esquina de Ruzafa es el mejor de Valencia. Y llegó un momento que nos ofrecieron la posibilidad y nos quedamos las cuatro plantas de abajo». Allí siguió su trayectoria hasta que la expropiación de Rumasa, que participaba en Lanas Aragón, acabó en 1983 con aquella tienda que ya forma parte de la memoria colectiva de los valencianos y de la historia de la capital del Turia, desde donde la firma desarrolló la gran empresa de distribución mayorista Marcol que, como recuerda Martínez-Colomer tuvo centros de distribución «en Valencia -donde hoy es Hipercor-, al lado del aeropuerto de Madrid, en Alicante y en Palma de Mallorca». Marcol fue una gran empresa que se incardinó en la ciudad de la mano del deporte dando, entre otros frutos el equipo de balonmano de militó en la División de Honor.
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